El picaro, la picaresca, el lazarillo
Clasificado en Lengua y literatura
Escrito el en 
español con un tamaño de 2,14 KB
EL PICARO Y LA PICARESCA
Los rasgos del pícaro son los siguientes:
1) Muestra una actitud antiheroica, sin ideales, vive a base de trucos y trampas.
2) Presenta con ironía un origen genealógico bajo, que lo condiciona y predetermina.
3) Trabaja como criado de muchos amos.
4) Actúa por las necesidades inmediatas, principalmente hambre.
4) Sufre con resignación las adversidades, buscando ascender socialmente.
5) Tiene gran capacidad de adaptación y no es materialista.
7) Pasa con rapidez de la inocencia a la malicia.
Los rasgos de la novela picaresca son:
1) La obra es una ficción autobiográfica relatada en primera persona.
2) La historia se basa en una sucesión de memorias por episodios.
3) La acción es una narración itinerante, pues el pícaro va de amo em amo.
4) Los acontecimientos van hacia un final predeterminado.
5) Sigue una evolución temporal, desde la niñez a la madurez.
6) Existen confluencias temporales, se intercalan visiones del narrador adulto y del narrador niño.
EL LAZARILLO
Relata en primera persona la historia de Lázaro, un personaje de origen humilde nacido a orillas del Tormes, que aprende a sobrevivir gracias a su ingenio.
El tema es la historia de un aprendizaje y se muestra mediante el relato de los episodios que le suceden a Lázaro. Otros temas que aparecen en la obra son el hambre, la hipocresía, la pobreza, la insolidaridad humana, la falsa honra y la mendicidad.
La obra se compone de un prólogo y siete tratados de extensión variable que forman una carta dirigida a un personaje desconocido, al que llama vuestra merced.
Los tres primeros tratados, describen las andanzas del Lázaro niño. Los temas son el hambre y la astucia del personaje para sobrevivir.
A partir del tratado IV, Lázaro va creciendo y mejora su situación. En el tratado VII Lázaro es un hombre maduro, está casado y desenpeña un oficio respetable de pregonero.
El lenguaje es sencillo, claro y esencializador; los diálogos, a pesar de su embellecimiento literario, se animan con frases coloquiales.