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Clasificado en Filosofía y ética
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1. Las reglas del mé todo de Descartes.
Consistía el primero en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención y no comprender, en mis juicios, nada más que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.
El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución.
El tercero, en conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aún entre aquellos que no se preceden naturalmente unos a otros.
Y el último, en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro de no omitir nada.
2. La moral provisional de Descartes. Son cuatro reglas. La ú ltima es la elecció n de la profesió n.
Consistía la primera en obedecer las leyes y costumbres de mi país, conservando constantemente la religión en que Dios me ha concedido la gracia de que me instruyera desde niño, rigiéndome en las restantes cosas según las opiniones más moderadas y más apartadas de todo exceso, que fuesen comúnmente aceptadas en la práctica por las personas más sensatas con quienes tuviera que convivir.
Mi segunda máxima fue la de ser lo más firme y resuelto que pudiese en mis accioes y seguir con tanta constancia en las opiniones más dudosas, una vez resuelto ello, como si fueran muy seguras.
Mi tercera máxima fue procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a lo fortuna y alterar mis deseos antes que el orden del mundo; y acostumbrarse a creer que sólo nuestros pensamientos están enteramente en nuestro poder, de manera que, después de haber obrado lo mejor que hemos podido, en lo toante a las cosas exteriores, lo que no logramos es absolutamente imposible para nosotros.
En fin, como conclusión de esta moral, tuve la idea de pasar revista a las ocupaciones diversas que los hombres tienen en esta vida para tratar de elegir la mejor; y sin que por esto quiera decir nada de las demás, pensé que nada mejor podía hacer que continuar en la que tenía, es decir, aplicar mi vida entera al cultivo de mi razón y adelantar todo lo posible en el conocimiento de la verdad según el método que me había prescripto.
3. La duda metó dica y la primera verdad.
Finalmente, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando despierto pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, cin que en tal caso sea ninguno verdadero, resolví fingir que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de mis sueños. Pero advertí en seguida que aun queriendo pensar, de este modo, que todo es falso, era ecesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y al advertir que esta verdad -pienso, luego soy- era tan firme y segura que las suposiciones más extravagantes de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que podía aceptarla sin escrúpulos como el primer principio de la filosofía que buscaba.
5. Las 3 sustá ncias: pensante o alma, infinita o dios y extensa o corporal
Razon y realidad: la teoria de las tres sustancias
Descartes define la sustancia como una cosa que existe de tal modo que no necesita ninguna otra para existir.
Sustancia pensante(res cogitans)
El yo pensante es la primera sustancia que representa la primera verdad o certeza. La duda universal y metódica lleva al sujeto que conoce a la existencia de esta realidad. El atributo fundamental de esta sustancia es el pensamiento o consciencia.
Sustancia infinita (res infinita)
La segunda de las sustancias es la infinita o divina: Dios. Para Descartes el yo pensante no es perfecto, pero posee la idea de la perfección(Dios). Es una sustancia increada, que piensa y que es causa de todos los seres creados. Dios es una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente. Dios es la garantía de la veracidad.
5/4
Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios.
Pruebas de la existencia de la sustancia Dios:
a)La idea de perfecto e infinito. Parte de la idea de perfección e infinitud que el sujeto puede tener, a pesar de no ser el sujeto ni perfecto ni infinito. La finitud que reconozco en mí es lo contrario de la infinitud que conozco en Dios. Él es la causa necesaria de la idea de Él que hay en mí. El atributo de Descartes es la infinitud.
b)La contingencia del yo. Este argumento constituye una explicación de la primera prueba, pero introduce el principio de causalidad y mezcla las ideas de contingencia y de conservación de los seres creados. Aquí Descartes llega a Dios como causa de su ser imperfecto y finito. Afirma que, así como yo no soy infinito y no tengo la totalidad de las perfecciones, el ser que tiene todas las perfecciones es por este hecho causa de sí mismo, y por tanto, existe.
c)El argumento ontológico. Es la prueba más conocida de Descartes. El esquema de la demostración es el siguiente: la existencia es una perfección, Dios tiene todas las perfecciones, luego Dios tiene la existencia.
La metafísica del cartesiano y filosofías subsiguientes tienden inevitablemente a demostrar las existencias mediante actos intelectuales subjetivos. Más adelante Kant arruinará toda la metafísica cartesiana y abrirá un nuevo cauce a la filosofía.
Sustancia extensa (res extensa)
La tercera de las sustancias está representada por las cosas materiales(res extensa). Esta sustancia tiene como atributo fundamental el de la extensión, y por una triple dimensión: figura, posición y movimiento.
La metafísica conduce a Descartes sin tropiezo a la física. El alma se define por el pensamiento. El cuerpo se define por la extensión. Hay que considerar dos partes de la física cartesiana: mecánica y teoría de la materia.
La física de Descartes es mecanicista. El mecanicismo es la doctrina filosófica que explica la realidad a partir de la causalidad eficiente, es decir, sin referencia a ninguna finalidad. Descartes no quiere más elementos para explicar los fenómenos y sus relaciones, que la materia y el movimiento.
La física de Descartes es una mecánica de la cantidad pura. El movimiento queda despojado de cuanto atenta a la claridad y pureza de la noción: es una variación de posición, que Descartes rechaza.
La causa del movimiento es doble. Una causa primera que es Dios. Una vez introducido el movimiento en la materia, Dios no interviene más, si no es para continuar manteniendo la materia en su ser.
La segunda parte de la física estudia la teoría de la materia. La materia no es otra cosa que el espacio, la extensión pura, el objeto mismo de la geometría. Las cualidades secundarias que percibimos en los objetos sensibles son intelectualmente inconcebibles y, por tanto, no pertenecen a la realidad. La materia se reduce a la extensión en longitud, latitud y profundidad, con sus modos, que son los límites de una extensión por otra.
Consistía el primero en no admitir jamás como verdadera cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era; es decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención y no comprender, en mis juicios, nada más que lo que se presentase a mi espíritu tan clara y distintamente que no tuviese motivo alguno para ponerlo en duda.
El segundo, en dividir cada una de las dificultades que examinare en tantas partes como fuese posible y en cuantas requiriese su mejor solución.
El tercero, en conducir ordenadamente mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, como por grados hasta el conocimiento de los más compuestos; y suponiendo un orden aún entre aquellos que no se preceden naturalmente unos a otros.
Y el último, en hacer en todo enumeraciones tan completas y revisiones tan generales que estuviera seguro de no omitir nada.
2. La moral provisional de Descartes. Son cuatro reglas. La ú ltima es la elecció n de la profesió n.
Consistía la primera en obedecer las leyes y costumbres de mi país, conservando constantemente la religión en que Dios me ha concedido la gracia de que me instruyera desde niño, rigiéndome en las restantes cosas según las opiniones más moderadas y más apartadas de todo exceso, que fuesen comúnmente aceptadas en la práctica por las personas más sensatas con quienes tuviera que convivir.
Mi segunda máxima fue la de ser lo más firme y resuelto que pudiese en mis accioes y seguir con tanta constancia en las opiniones más dudosas, una vez resuelto ello, como si fueran muy seguras.
Mi tercera máxima fue procurar siempre vencerme a mí mismo antes que a lo fortuna y alterar mis deseos antes que el orden del mundo; y acostumbrarse a creer que sólo nuestros pensamientos están enteramente en nuestro poder, de manera que, después de haber obrado lo mejor que hemos podido, en lo toante a las cosas exteriores, lo que no logramos es absolutamente imposible para nosotros.
En fin, como conclusión de esta moral, tuve la idea de pasar revista a las ocupaciones diversas que los hombres tienen en esta vida para tratar de elegir la mejor; y sin que por esto quiera decir nada de las demás, pensé que nada mejor podía hacer que continuar en la que tenía, es decir, aplicar mi vida entera al cultivo de mi razón y adelantar todo lo posible en el conocimiento de la verdad según el método que me había prescripto.
3. La duda metó dica y la primera verdad.
Finalmente, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando despierto pueden también ocurrírsenos cuando dormimos, cin que en tal caso sea ninguno verdadero, resolví fingir que todas las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de mis sueños. Pero advertí en seguida que aun queriendo pensar, de este modo, que todo es falso, era ecesario que yo, que lo pensaba, fuese alguna cosa. Y al advertir que esta verdad -pienso, luego soy- era tan firme y segura que las suposiciones más extravagantes de los escépticos no eran capaces de conmoverla, juzgué que podía aceptarla sin escrúpulos como el primer principio de la filosofía que buscaba.
5. Las 3 sustá ncias: pensante o alma, infinita o dios y extensa o corporal
Razon y realidad: la teoria de las tres sustancias
Descartes define la sustancia como una cosa que existe de tal modo que no necesita ninguna otra para existir.
Sustancia pensante(res cogitans)
El yo pensante es la primera sustancia que representa la primera verdad o certeza. La duda universal y metódica lleva al sujeto que conoce a la existencia de esta realidad. El atributo fundamental de esta sustancia es el pensamiento o consciencia.
Sustancia infinita (res infinita)
La segunda de las sustancias es la infinita o divina: Dios. Para Descartes el yo pensante no es perfecto, pero posee la idea de la perfección(Dios). Es una sustancia increada, que piensa y que es causa de todos los seres creados. Dios es una sustancia infinita, eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente. Dios es la garantía de la veracidad.
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Todo cuanto hay en nosotros viene de Dios.
Pruebas de la existencia de la sustancia Dios:
a)La idea de perfecto e infinito. Parte de la idea de perfección e infinitud que el sujeto puede tener, a pesar de no ser el sujeto ni perfecto ni infinito. La finitud que reconozco en mí es lo contrario de la infinitud que conozco en Dios. Él es la causa necesaria de la idea de Él que hay en mí. El atributo de Descartes es la infinitud.
b)La contingencia del yo. Este argumento constituye una explicación de la primera prueba, pero introduce el principio de causalidad y mezcla las ideas de contingencia y de conservación de los seres creados. Aquí Descartes llega a Dios como causa de su ser imperfecto y finito. Afirma que, así como yo no soy infinito y no tengo la totalidad de las perfecciones, el ser que tiene todas las perfecciones es por este hecho causa de sí mismo, y por tanto, existe.
c)El argumento ontológico. Es la prueba más conocida de Descartes. El esquema de la demostración es el siguiente: la existencia es una perfección, Dios tiene todas las perfecciones, luego Dios tiene la existencia.
La metafísica del cartesiano y filosofías subsiguientes tienden inevitablemente a demostrar las existencias mediante actos intelectuales subjetivos. Más adelante Kant arruinará toda la metafísica cartesiana y abrirá un nuevo cauce a la filosofía.
Sustancia extensa (res extensa)
La tercera de las sustancias está representada por las cosas materiales(res extensa). Esta sustancia tiene como atributo fundamental el de la extensión, y por una triple dimensión: figura, posición y movimiento.
La metafísica conduce a Descartes sin tropiezo a la física. El alma se define por el pensamiento. El cuerpo se define por la extensión. Hay que considerar dos partes de la física cartesiana: mecánica y teoría de la materia.
La física de Descartes es mecanicista. El mecanicismo es la doctrina filosófica que explica la realidad a partir de la causalidad eficiente, es decir, sin referencia a ninguna finalidad. Descartes no quiere más elementos para explicar los fenómenos y sus relaciones, que la materia y el movimiento.
La física de Descartes es una mecánica de la cantidad pura. El movimiento queda despojado de cuanto atenta a la claridad y pureza de la noción: es una variación de posición, que Descartes rechaza.
La causa del movimiento es doble. Una causa primera que es Dios. Una vez introducido el movimiento en la materia, Dios no interviene más, si no es para continuar manteniendo la materia en su ser.
La segunda parte de la física estudia la teoría de la materia. La materia no es otra cosa que el espacio, la extensión pura, el objeto mismo de la geometría. Las cualidades secundarias que percibimos en los objetos sensibles son intelectualmente inconcebibles y, por tanto, no pertenecen a la realidad. La materia se reduce a la extensión en longitud, latitud y profundidad, con sus modos, que son los límites de una extensión por otra.