Literatura Hispanoamericana
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JORGE LUIS BORGES (1899-1986)
- Nació en Buenos Aires (Argentina) No escribió novelas, solo poesía, ensayo y cuentos
- Muy joven quedó casi completamente ciego
- En sus cuentos aparecen 5 símbolos fundamentales:
1-Los Laberintos (la propia vida es un laberinto)
2-Los espejos (crean realidades paralelas ¿reales o ilusorias?)
3-Las bibliotecas (gran lector, le gustaba citar libros que no existían)
4-La identidad (¿quiénes somos realmente?)
5-El destino / azar (¿tenemos un destino prefijado o todo es azar?)
- Sus libros fundamentales de cuentos son: El Aleph y Ficciones
EL ALEPH
Cuento que da nombre a su vez a un cuento con más. Daneri le dice a Borges que vaya al sótano de la casa, le dijo que allí podría ver el Aleph, una esfera desde la cual se pueden ver simultáneamente todos los lugares del mundo en un instante. Borges finalmente acepta verlo siguiendo las instrucciones de Daneri. Allí, experimenta una visión deslumbrante y abrumadora de todo el universo. Después, el protagonista se siente abrumado por lo que ha visto y teme que nada en el mundo pueda sorprenderle. Con el tiempo, el efecto de la experiencia se desvanece, pudiendo volver a la normalidad y olvidar lo visto.
JORGE LUIS BORGES 2
Fragmento de El Aleph
-Está en el sótano del comedor – explicó – Es mío, es mío: yo lo descubrí en la niñez.
-¿El Aleph? – repetí.
-Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos.
-Iré a verlo inmediatamente.
-Ya sabes, el decúbito dorsal es indispensable. También lo son la oscuridad, la inmovilidad, cierta acomodación ocular. Te acuestas en el piso de baldosas y fijas los ojos en el decimonono escalón de la pertinente escalera. A los pocos minutos ves el Aleph.
Cumplí con sus ridículos requisitos; al fin se fue. Cerró cautelosamente la trampa; la oscuridad, pese a una hendija que después distinguí, pudo parecerme total. Cerré los ojos, los abrí. Entonces vi el Aleph.
En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia. Lo que vieron mis ojos fue simultáneo.
En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi todos los espejos del planeta, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, vi a un tiempo cada letra de cada página, vi mi dormitorio sin nadie, vi a los sobrevivientes de una batalla, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi tigres, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi oscura sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra y en la tierra otra vez el Aleph, y en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.
-Tarumba habrás quedado de tanto curiosear donde no te llaman – dijo una voz aborrecida y jovial – Aunque te devanes los sesos, no me pagarás en un siglo esta revelación.
Los zapatos de Carlos Argentino ocupaban el escalón más alto. En la brusca penumbra, acerté a levantarme y a balbucear
-Formidable. Sí, formidable.
Me negué, con suave energía, a discutir el Aleph; lo abracé al despedirme.
En la calle, en las escaleras de Constitución, en el subterráneo, me parecieron familiares todas las caras. Temí que no quedara una sola cosa capaz de sorprenderme. Felizmente, al cabo de unas noches de insomnio, me trabajó otra vez el olvido.
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LA CASA DE ASTERIÓN
En la mitología griega, el Minotauro era una temible criatura con cuerpo de hombre y cabeza de toro que comía carne humana. Había nacido en la isla de Creta, hijo de una relación sexual entre Pasífae, esposa del rey Minos, y un toro blanco que Zeus entregó al monarca como regalo. Pasifae quedó enamorada del animal y para unirse a él pidió ayuda al arquitecto Dédalo, quien le construyó una vaca de madera donde introducirse para seducir al toro.
Por orden de Minos, el arquitecto Dédalo construyó el famoso Laberinto del Minotauro, donde fue encerrado el monstruo. El rey impuso un duro castigo a los atenienses: cada año debería enviarse al laberinto a nueve jóvenes y a nueve doncellas como sacrificio, que vagaban durante días perdidas hasta encontrarse con la bestia, sirviéndole entonces como alimento. Con el fin de acabar con esta macabra práctica, el héroe Teseo, con la ayuda de Ariadna,se ofreció personalmente, entrando en el laberinto y matando a la bestia.
***Borges reescribe esta historia y nos habla de nosotros. Interpreta al minotauro como un ser que no se defiende, cree que Teseo es su salvador, que la muerte es su liberación.
El minotauro simboliza al ser humano; el miedo a estar solo, todos somos distintos y siempre hay una parte de nosotros que está sola.
El laberinto representa a la vida, a veces nos perdemos
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Fragmento La casa de Asterión,
Jorge Luis Borges
(MINOTAURO=NARRADOR)
Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)1 están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles pero sí la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la Tierra. Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura?
No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce (son infinitos) los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce (son infinitos) los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado Sol; abajo, Asterión. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que, alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanzara todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Cómo será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?
El Sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
-¿Lo creerás, Ariadna? -dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió
Julio Cortázar
Novelista y cuentista argentino. También fue traductor.
Muy crítico con la dictadura militar de su país
Murió en París
Rayuela
Es su novela más famosa. Traducida a todas las lenguas. Se trata de una novela sumamente original e innovadora
El lector de Rayuela es recibido por una advertencia del autor antes del "primer" capítulo. En ella, Julio Cortázar propone un reto o, mejor, un juego. La novela puede ser leída, al menos, de dos maneras:
1- Con una lectura lineal, como de costumbre, y solo de los capítulos 1 al 56, en cuyo caso apenas conoceremos "una historia"
2- Siguiendo el orden de capítulos propuesto por el autor, que comienza la novela en el capítulo 73, es decir, a saltos de un fragmento al otro.
Por lo tanto, el lector no es un elemento pasivo, que se limita a leer, sino que tiene que ir creando también el significado de la novela. Es lo que llamaba Cortázar "el lector cómplice"
Otra ejemplo curioso es que en la novela no hay capítulo 55
Mario Vargas Llosa
Incidente con García-Márquez tuvieron un incidente desconocido en el que Llosa le pegó un puñetazo. Dejaron de hablarse, tras haber sido íntimos amigos
Exmujer: Isabel Preysler
De joven tuvo una relación con su tía Julia y además se casó con una prima
Estaba de acuerdo con que hubieran asesinado a Trujillo “El Chivo” (murió en una emboscada acribilado a balazos) quien tenía relaciones con las esposas de sus colaboradores y se lo decía a ellos
Perú. Premio Nobel de Literatura en 2010
La ciudad y los perros es una novela ambientada en un colegio que está entre reformatorio y escuela militar. Los jóvenes internos, a pesar de la disciplina militar, son depravados y violentos (basado en su propia experiencia personal) “Los perros”: Los cadetes de tercer año
La escribió en España, en Madrid, en una pequeña tasca (mala calidad de bar), cerca del retiro. Terminó de escribirla en Paris
La historia trata de un grupo de compañeros del colegio militar peruano. El esclavo (Arana) delata al Jaguar de haber robado el examen y este lo mata.
Narra la historia y denuncia la alta violencia
Los cachorros está basado en un caso real: la castración de un niño por la mordedura de un perro. El protagonista va siendo marginado y destruido por el grupo que le rodea.
Conversación en la catedral, puede que sea su mejor obra. Se trata de una conversación entre dos hombres en un bar de Lima, llamado “La Catedral”; a través de sus palabras se analiza la política y la sociedad del país.
Publicada en 1969, crudo retrato de la corrupción moral y represión política.
Empieza con la conversación de dos personajes que se reencuentran, Santiago Zavala (“Zavalita”), joven periodista y su padre: Don Fermin Zavala “Bola de oro”, el cual es homosexual y mantiene relaciones con su chofer: zambo Ambrosio.
Zavalita se encuentra con el chofer del padre y es lo que le da nombre a la novela, debido a que mantienen una conversación en “La Catedral”
La fiesta del Chivo Novela sobre el atentado contra Trujillo, dictador de la República Dominicana, en 1961.
Gabriel García Márquez 1
Nació en Colombia (Aracataca) Se dedicó profesionalmente al periodismo y fue corresponsal en Europa y América
En 1982 recibió el Premio Nobel
Muchos de sus cuentos y novelas transcurren en un lugar imaginario llamado "Macondo"
Su obra más importante es "Cien años de soledad" (1967) narra la historia de sucesivas generaciones de una familia, los Buendía, que temen que se cumpla la profecía de tener un descendiente con cola de cerdo, como consecuencia de una relación incestuosa. Su historia está unida a la de Macondo, desde su fundación por José Arcadio Buendía.
A la mezcla de hechos reales y fantásticos se la llamó "Realismo mágico"
Otras novelas importantes son "Crónica de una muerte anunciada" y "El amor en los tiempos del cólera"
Gabriel García Márquez 2
CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo.
Por esos días, un hermano del olvidado coronel Magnífico Visbal llevó su nieto de siete años a tomar un refresco en los carritos de la plaza, y porque el niño tropezó por accidente con un cabo de la policía y le derramó el refresco en el uniforme, el bárbaro lo hizo picadillo a machetazos y decapitó de un tajo al abuelo que trató de impedirlo. Todo el pueblo vio pasar al decapitado cuando un grupo de hombres lo llevaban a su casa, y la cabeza arrastrada que una mujer llevaba cogida por el pelo, y el talego ensangrentado donde habían metido los pedazos del niño.
Para el coronel Aureliano Buendía fue el límite de la expiación. Miró a los grupos de curiosos que estaban frente a la casa y con su antigua voz estentórea, restaurada por un hondo desprecio contra sí mismo, les echó encima la carga de odio que ya no podía soportar el corazón.
- ¡Un día de estos – gritó – voy a armar a mis muchachos para que acaben con estos gringos de mierda!
En el curso de esa semana, por distintos lugares del litoral, sus diecisiete hijos fueron cazados como conejos por criminales invisibles que apuntaron al centro de sus cruces de ceniza. Aureliano Triste salía de la casa de su madre cuando un disparo de fusil surgido de la oscuridad le perforó la frente. Aureliano Centeno fue encontrado en la hamaca con un punzón de picar hielo clavado hasta la empuñadura entre las cejas. Aureliano Serrador había dejado a su novia en casa de sus padres después de llevarla al cine, y regresaba por la iluminada calle de los Turcos cuando alguien que nunca fue identificado entre la muchedumbre disparó un tiro de revólver que lo derribó dentro de un caldero de manteca hirviendo. Pocos minutos después, alguien llamó a la puerta del cuarto donde Aureliano Arcaya estaba encerrado con una mujer, y le gritó: “Apúrate, que están matando a tus hermanos.” La mujer que estaba con él contó después que Aureliano Arcaya saltó de la cama y abrió la puerta, y fue esperado con una descarga de máuser que le desbarató el cráneo.
Gabriel García Márquez 4
Fragmentos de "Cien años de soledad" 2
De todas partes llegaban tragaldabas fabulosos para tomar parte en los irracionales torneos de capacidad y resistencia que se organizaban en casa de Petra Cotes. Aureliano Segundo fue el comedor invicto, hasta el sábado del infortunio en que apareció Camila Sagastume, una hembra totémica conocida en el país entero con el buen nombre de La Elefanta. En las primeras veinticuatro horas, habiendo despachado una ternera con yuca , ñame, plátanos asado, y además una caja y media de champaña, Aureliano Segundo tenía la seguridad de la victoria. Mientras Aureliano comía a dentelladas, desbocado por la ansiedad del triunfo, La Elefanta seccionaba la carne con las artes de un cirujano, y la comía sin prisa y hasta con un cierto placer. [...]
Al término de la primera noche, mientras La Elefanta continuaba impávida, Aureliano Segundo se estaba agotando de tanto hablar y reír. Durmieron cuatro horas. Al despertar, se bebió cada uno el jugo de cincuenta naranjas, ocho litros de café y treinta huevos crudos. Al segundo amanecer, después de muchas horas sin dormir y habiendo despachado dos cerdos, un racimo de plátanos y cuatro cajas de champaña, La Elefanta sospechó que Aureliano Segundo había descubierto el mismo método que ella. Era, pues, más peligroso de lo que ella pensaba. Sin embargo, cuando Petra Cotes llevó a la mesa dos pavos asados, Aureliano Segundo estaba a un paso de la congestión.
Si no puede, no coma más – dijo La Elefanta – Quedamos empatados.
Lo dijo de corazón, comprendiendo que tampoco ella podía comer un bocado más por el remordimiento de estar propiciando la muerte del adversario. Pero Aureliano Segundo lo interpretó como un nuevo desafío, y se atragantó de pavo hasta más allá de su increíble capacidad. Perdió el conocimiento, cayó de bruces en el plato de los huesos, echando espumarajos de perro por la boca, y ahogándose en ronquidos de agonía. Sintió, en medio de las tinieblas, que lo arrojaban desde lo más alto de una torre hacia un precipicio sin fondo, y en un último fogonazo de lucidez se dio cuenta de que al término de aquella inacabable caída lo estaba esperando la muerte.
Este fragmento de la genial novela de García Márquez, Cien años de soledad, es un magnífico ejemplo de la creación de un mundo irreal, fantástico o maravilloso.
El hecho que se desarrolla es el olvido del nombre de las cosas provocado por la llamada "peste del insomnio" contagiada a los habitantes de Macondo tras la llegada de Rebeca. Se trata de un hecho fantástico o irreal. Sin embargo, es tratado como si se fuese un hecho real o probable. Esto es a lo que se le llama Realismo-Mágico.
Lo que provoca esta enfermedad es chupar una especie de piruletas de caramelo hechas por Úrsula, la abuela de la familia Buendía
Gabriel García Márquez 5
Fragmentos de "Cien años de soledad" 3
Una noche, por la época en que Rebeca se curó del vicio de comer tierra y fue llevada a dormir en el cuarto de los otros niños, la india que dormía con ellos despertó por casualidad y oyó un extraño ruido intermitente en el rincón. Se incorporó alarmada, creyendo que había entrada un animal en el cuarto, y entonces vio a Rebeca en el mecedor, chupándose el dedo y con los ojos alumbrados como los de un gato en la oscuridad.
Pasmada de terror, atribulada por la fatalidad de su destino, Visitación reconoció en esos ojos los síntomas de la enfermedad. Era la peste del insomnio.
«Si no volvemos a dormir, mejor -decía José Arcadio Buendía, de buen humor-. Así nos rendirá más la vida.» Pero la india les explicó que lo más temible de la enfermedad del insomnio no era la imposibilidad de dormir, pues el cuerpo no sentía cansancio alguno, sino su inexorable evolución hacia una manifestación más crítica: el olvido. Quería decir que cuando el enfermo se acostumbraba a su estado de vigilia, empezaban a borrarse de su memoria los recuerdos de la infancia, luego el nombre y la noción de las cosas, y por último la identidad de las personas y aun la conciencia del propio ser, hasta hundirse en una especie de idiotez sin pasado. José Arcadio Buendía, muerto de risa, consideró que se trataba de una de tantas dolencias inventadas por la superstición de los indígenas. Pero Úrsula, por si acaso, tomó la precaución de separar a Rebeca de los otros niños.
Remedios la bella asciende a los cielos
Una tarde de marzo en que Fernanda quiso doblar en el jardín sus sábanas de bramante, y pidió ayuda a las mujeres de la casa. Apenas había empezado, cuando Amaranta advirtió que Remedios, la bella, estaba transparentada por una palidez intensa.
-¿Te sientes mal? -le preguntó.
Remedios, la bella, que tenía agarrada la sábana por el otro extremo, hizo una sonrisa de lástima.
-Al contrario -dijo-, nunca me he sentido mejor.
Acabó de decirlo, cuando Fernanda sintió que un delicado viento de luz le arrancó las sábanas de las manos y las desplegó en toda su amplitud. Amaranta sintió un temblor misterioso en los encajes de sus pollerines y trató de agarrarse de la sábana para no caer, en el instante en que Remedios, la bella, empezaba a elevarse. Úrsula, ya casi ciega, fue la única que tuvo serenidad para identificar la naturaleza de aquel viento irreparable, y dejó las sábanas a merced de la luz, viendo a Remedios, la bella, que le decía adiós con la mano, entre el deslumbrante aleteo de las sábanas que subían con ella, que abandonaban con ella el aire de los escarabajos y las dalias, y pasaban con ella a través del aire donde terminaban las cuatro de la tarde, y se perdieron con ella para siempre en los altos aires donde no podían alcanzarla ni los más altos pájaros de la memoria.