Filosofía Cartesiana
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b) Res infinitamEntre las primeras ideas encontramos la idea de Dios, la idea que representa un ser infinitamente perfecto. Su contenido lo expone Descartes de forma analítica, haciendo una descripción objetiva y racional. No es un ídolo ni un producto de la imaginación creativa, sinó una noción que toda persona posee y puede descubrir en ella si piensa. Según este concepto, Dios(suponiendo que exista) tiene que ser un ser que posea las perfecciones en grado infinito. Ahora bien, hay dos tipos de infinito: la noció de infinito matemático, como la serie de los nombres naturales o la división succesiva de una línea, que no se completan nunca, ya que siempre se puede ir más allá – para estas series sería mejor utilizar el término indefinido, o infinito negativo, que no otro que el de ifinito –; y la noción de un infinito positivo, no negativo o incompleto, sinó al contrario una perfección a la cual no le falta nada. Este es el sentido con el que entendemos la idea de Dios. La diferencia entre las dos nociones es que la primera la podemos construir nosotros por negación del límite, mientras que la segunda no.Pruebas de la existencia de Dio· El argumento de la casualidad aplicada a la idea de infinito: Dios → Este argumento se basa en la teoría de la realidad objetiva de las ideas, de la que ya hemos hablado. Recordemos que la realidad objetiva de una idea es su contenido representativo o contenido objetivo, o sea, la imagen que representa algo. Descartes nos explica que : “...para que una idea tenga tal realidad objetiva más bie que tal otra, debe haberla recibido, sin duda, de alguna causa, en la cual haya tanta realidad formal, por lo menos, cuanta realidad objetiva contiene la idea. Pues si supone que en la idea hay algo que no se encuentra en su causa, tendrá que haberla recibido de la nada;” (M.M.III, 36-37). En otras palabras, la idea como realidad objetiva o representación de una cosa, ha de tener una causa real que sea proporcional a la idea. La idea de un ser infinito no puede haber sido causada por mí mismo, puesto que yo soy un ser finito, sino que debe haber sido causada por un ser cuya realidad formal, o sea, su realidad en acto, sea proporcional a la idea, en suma, por un ser infinito. De donde se infiere que ese ser infinito existe.· El argumeto de Dios como causa de mi ser → este argumento basa su fuerza en la misma teoría de la realidad objetiv y realidad formal de las ideas. En pocas palabras viene a decir: en mi mente hay una idea de perfección infinita. Si yo fuese la causa de la realidad objetiva de la idea de perfección, mi realidad formal o en acto debería ser proporcional a esa idea. En ese caso podría darme a mí mismo la perfección que deseo y que es evidente que no poseo. Por tanto, si poseo la idea de perfeccion, y no poseo la perfeccion que pudiera ser su causa, yo no puedo ser la causa de esa idea. De esto se desprende que la causa de mi idea de perfección es alguien tan perfecto, al menos, como la idea de perfección que yo poseo, y que la ha puesto en mí, y este ser no puede ser más que Dios.En el Discurso parte 4ª, nos da su formulación más clara y sintética: “Después de lo cual, reflexionando sobre lo que dudaba, y que, por consiguiente, mi ser no era enteramente perfecto, pues veía claramente que había ua mayor perfección en conocer que en dudar, se me ocurrió indagar de donde había aprendido a pensar en algo más perfecto de lo que yo era; y conocí evidentemente que debía ser de alguna naturaleza que fuese en efecto más perfecta...Pero no podía suceder lo mismo con la idea de un ser más perfecto que l mío, pues que procediese de la nada era cosa manifiestamente imposible; y como no hay menos repugnancia en que lo más perfecto sea una consecuencia y dependencia de lo menos perfecto, que la que hay en que de nada provenga cualquier cosa, no podía proceder tampoco de mí mismo. De suerte que sólo quedaba que ella hubiese sido puesta en mí por una naturaleza que fuese verdaderamente más perfecta de lo que yo era, e incluso que tuviese en sí todas las perfecciones de las que podía tener alguna idea, es decir, para explicarlo en pocas palabras, que fuese por Dios”. (D.M.4)· El argumento ontológico → este es, sin lugar a dudas, el más célebre y contorvertido de los intentos de demostrar la existencia de Dios. Fue formulado por primera vez por San Anselmo de Canterbury en el siglo XI, y ha tenido una vida azarosa: fue rechazado por Santo Tomás de Aquino, retomado por Descartes, vuelto a rechazar por Kant, defendido por Hegel y en la actualidad algunos filósofos analíticos contemporáneos han vuelto a considerarlo. Lo novedoso y realmente original del argumento ontológico es que pretende ser una prueba de existencia de Dios partiendo de la idea misma de Dios. San Anselmo lo formula del siguiente modo: todos los hombres tienen una idea de Dios, entendiendo un ser tal que es imposile entender un ser mayor que él. Ahora bien, un ser tal debe existir no sólo en nuestro pensmaiento sino también en la realidad, pues en caso contrario, podríamos pensar un ser mayor que él, o sea, un ser que poseyera la perfección de la existencia, y entonces caeríamos en contradicción. En consecuencia, Dios debe existir no sólo en el pensamiento, sino la realidad.Descartes debe acudir a este tipo de argumentos porque, hasta el presente, solo tiene seguridad de la existencia del yo como ser pensante, de la existencia de las ideas y de los tipos de ideas que ha descubierto. Utilizar cualquier otro elemento sigificaría traicionar su método. En su formulación reviste el argumento clásico de elementos matemáticos, pero en esencia es el mismo. En el Discurso, 4ª parte, nos lo expone de la siguiente manera: “...mientras que, volviendo a examinar la idea que yo tenía de un ser perfecto, encontraba que la existencia estaba comprendida en ella, del mismo modo que está en la del triángulo que sus tres lados sean iguales a dos rectos, o en la de una esfera que todas sus partes son igualmente distantes de su centro, o aún más evidentemente; y que,por consiguiente, es por lo menos tan cierto que Dios, que es ese ser perfecto, es o existe, como cualquier demostración de la geometría lo pueda ser”. (D.M.4ª).Una vez demostrada la existencia de Dios y reconocida su naturaleza como la suma de todas las perfecciones, puede afirmarse su bondad y veracidad, y proceder a rechazar hipótesis del genio maligno engañador. Pues pretender engañar, nos razona, no es nuestra perfección, sino todo lo contrario, de imperfección, y, por consiguiente, este deseo no puede darse en Dios.En el sistema cartesianon, pues, el criterio de verdad está garantizado por Dios. Así, todas las ideas que percibamos clara y distíntamente son verdaderas.Dios como garantía de la verdad del conocimientoLa existencia de Dios permite sacar al yo del aislamiento absoluto. A partir de ahora cuenta con la compañía de otro ser, pero no sólo eso: este ser le garantiza la verdad de todos sus conocimientos siempre que sean evidentes. Porque siendo el yo un ser falible y imperfecto, no puede más que dudar de todos sus pensamientos; y por tanto, si tienen alguna cosa de verdadera, por fuerza tiene que venir de Dios, ya que él no las habría puesto en el yo si hubieran sido falsas. Las ideas innatas y el pensamiento racional en general, la matemática y la ciencia en particular, manzillan la verdad no del yo sino de Dios, ya que repugnaría a su bondad la intención de defraudar, como se le suponía en el argumento del dios malvado. Hasta y todo la primera regla del método tiene validez sólo por virtud de la existencia de Dios: “ Si no supiésemos que todo aquello que hay en nosotros de real y de verdadero proviene de un ser perfecto y infinito, por más claras y distintas que fuesen nuestras ideas, no tendríamos ninguna razón que estar seguros que tienen la perfeccion de ser verdaderas” ; hasta y todo, durmiendo y soñando, si tenemos pensmaientos claros y distintos podemos confiar que son verdaderos. Eso sí, “ tanto si estamos despiertos como si dormimos no nos tenemos que dejar convencer nunca sino por la evidencia de la razón”.