Literatura 14

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LITERATURA DEL SIGLO XVI

1ª PARTE: PRIMERA MITAD DEL SIGLO XVI

(PRIMER RENACIMIENTO)

4)- GARCILASO DE LA VEGA

3.- TEMAS CENTRALES DE LA POESÍA DE GARCILASO

Los temas que predominan en la poesía de Garcilaso son el amor, la naturaleza y la mitología.

El tema constante de su poesía es el AMOR. Antes de muerta, cantará a Isabel Freire en versos apasionados y con un tono de desengaño; después de muerta, en versos profundos, sentidos y llenos de equilibrio y madurez, de dolor contenido y sosegado. Es una poesía plenamente renacentista en la que el equilibrio aparece siempre como nota fundamental. Como hombre de su tiempo, muestra una concepción del amor neoplatónica y con huellas de la tradición petrarquista. Indiferencia de la dama y dolor del amante, oscilación entre la esperanza y la desesperanza. Todo aparece en la poesía de Garcilaso, que transmite una sensación de sinceridad que se ha relacionado con el carácter autobiográfico que tienen los poemas del toledano (aunque era propio de la época la intención de que la poesía transparentara siempre la idea de verdad). En Garcilaso se combinan ambas cosas: la retórica literaria y sus sentimientos personales.

En el tema de la NATURALEZA, recibe el influjo de la tradición bucólica grecolatina a través de Sannazaro. Se trata de una naturaleza que pretende dar impresión de armonía y serenidad. Aunque Garcilaso fue durante toda su vida un hombre entregado a las armas, su espíritu no era el de un guerrero. Así, Garcilaso en sus poemas expresa su nostalgia por la vida de la Naturaleza y su íntima y profunda necesidad de paz y reposo. Y se comunica con la Naturaleza. Y ésta hará suyo el dolor del poeta, y sus últimos confidentes serán las aguas, las fuentes y los ríos. Esta comunicación con la naturaleza representa para el poeta no un goce espiritual, sino sensorial: la contemplación de un paisaje terreno y terrestre. Se dan fuertes contrastes entre la luz, símbolo de armonía, paz y reposo y la sombra, que simboliza el mal y el dolor. En la Naturaliza los pastores expresan los sentimientos de Garcilaso.

El tema de la MITOLOGÍA es uno de los temas más importantes de este período, donde se trata de imitar a los clásicos grecolatinos; renacen los mitos paganos por influencia de Las metamorfosis de Ovidio. La mitología cumple una función estética en la poesía de Garcilaso. El poeta emplea muchos de estos mitos para expresar sus propios sentimientos: Orfeo y Eurídice, Venus y Adonis, Dafne y Apolo…

4.- LAS ÉGLOGAS DE GARCILASO

Constituyen lo mejor de la obra garcilasiana. En ellas logra condensar toda la riqueza de su mundo poético y en ellas culmina el clímax de su literatura.(Hay que recordar que la égloga es una composición poética bucólica en la que varios pastores dialogan sobre temas generalmente amorosos).

Además, la poesía de Garcilaso contiene los tópicos de origen clásico: beatus ille, ubi sunt?, aurea mediocritas, carpe diem, collige virgo rosas…

A)- ÉGLOGA II:

Comenzamos por esta égloga porque se cree que cronológicamente fue la primera que se escribió. Fue empezada hacia 1533. Es la más extensa composición de Garcilaso y la más ambiciosa y compleja. Está compuesta por 1885 versos, distribuidos en tercetos y estancias (879 tercetos y 104 estancias).

En ella se yuxtaponen una pastoral dialogada y un relato panegírico.

Estructura: Tiene tres partes: una acción dramática y dos extensas narraciones. Las escenas de mayor dramatismo están colocadas en el centro del poema.

Resumen: Trata de los infortunios sentimentales del pastor Albanio, que encarna la psicología del amor cortés. Se ha identificado a este pastor con la figura del duque D. Fernando y, por lo tanto, la égloga se referiría a los amores del duque con su mujer doña María Enríquez. Otros críticos sostienen que en Albanio, Garcilaso se ha representado a sí mismo. En ninguno de los dos casos parecen aceptables estas teorías, ya que la figura del protagonista se va degradando poco a poco.

Hay alusiones en la égloga a personajes mitológico, como Orfeo, Eco, las Parcas, etc., personajes a los que se dirige el poeta cuando va a contar algo.

Esta obra presenta su originalidad en su movilidad dramática. Nada de esto aparece en las églogas posteriores, puramente líricas. Esta égloga, pues, se podría representar. (En El Quijote hay un momento decisivo en el que los personajes se dirigen a la residencia de los Duques y encuentran a un grupo de mancebos y doncellas que representaban églogas de Garcilaso). Esta obra también es original por su interpretación del amor, donde no se presenta una pasión resignada, sino un terrible y fiero desear, un fuego eterno que atormenta el alma y que termina con la locura del protagonista (probablemente esto refleja una situación anímica por la que él mismo había atravesado) y por el sentimiento de la naturaleza, que aparece en simbiosis afectiva con el individuo. El enamorado necesita la soledad. Los únicos testigos del amor desgarrado del poeta que él desea son los árboles y los elementos naturales. El drama humano tiene como escenario un paisaje lleno de color y sonido.

En cuanto al panegírico dedicado al duque de Alba, es una de las raras veces que Garcilaso aborda el tema heroico.

En definitiva, podemos decir que esta égloga presenta ya las características esenciales de lo que será la poesía de Garcilaso, pero carece de la emoción de otras obras del mismo autor, como por ejemplo, la Égloga I.

Ocupa en la obra de Garcilaso una posición central, pero presenta las características esenciales que van a tener posteriormente las otras obras del poeta: creación sabia, llena de reminicencias cultas y con un exquisito sentido de la plasticidad (a veces parece que el poeta se ha inspirado en representaciones plásticas de pintura). En esta égloga hay bucolismo, parte dramática (comedia y tragedia) y poema heroico. Presenta el desconcierto del pastor Albanio, presa de un amor desordenado y el desvarío como un mal que necesita enmienda, en contraposición con la figura heroica del joven duque de Alba al que le dedica la égloga por haber sido su protector cuando cayó en desgracia con el emperador Carlos V y fue temporalmente desterrado a una isla del Danubio.

B)- ÉGLOGA I:

Fue escrita en Nápoles hacia 1534-35 y está dedicada a don Pedro de Toledo, virrey de Nápoles, que fue protector del poeta.

Consta de 421 versos, distribuidos en 30 estancias. Sus temas centrales son el canto del desengaño y de la muerte.

El patetismo y la vehemencia hacen de esta égloga una de las obras más conmovedoras de Garcilaso.

Estructura: Tiene dos partes principales. Después de la dedicatoria, hay un desdoblamiento del poeta en dos personajes: el pastor Salicio se lamenta de la inconstancia de Galatea, que lo ha abandonado por otro. A continuación, el pastor Nemoroso llora la muerte de Elisa, su amada. (La lamentación de Nemoroso representa la mejor compenetración de Garcilaso con la poesía petrarquista).

Ambos pastores, Salicio y Nemoroso, representan a Garcilaso en dos diferentes momentos de su pasión amorosa por Isabel Freire.

En este poema, naturaleza y sentimiento individual van al unísono, pues con el dolor de ambos pastores se altera el curso armonioso de la naturaleza (simbiosis naturaleza e individuo).

La égloga termina con un sentimiento de tranquila resignación. El poeta ha aprendido a sufrir, a analizar su propio dolor y a declararlo en una expresión literaria donde lo objetivo y lo subjetivo se equilibran con rara armonía.

Una bella descripción del atardecer, con influencias de Sannazaro y Virgilio pone fin a la égloga. La Égloga I marca la cima de la poesía garcilasiana, pues en ninguna otra obra ha llegado el poeta a tan perfecta unión de sentimiento y forma.

C)- ÉGLOGA III:

Escrita en 1536. Consta de 376 versos, distribuidos en 47 estancias. Está dedicada a doña María Osorio, esposa de don Pedro de Toledo.

En la paz absoluta del paisaje aparecen cuatro ninfas que emergen del río Tajo y que bordan historias de amor y muerte. Tres de ellas tejen tapices con motivos mitológicos y la cuarta una historia contemporánea.

Filódoce: teje la historia de Orfeo y Eurídice.

Dinámene: teje la historia de Dafne y Apolo.

Clímene: teje la historia de Venus y Adonis.

Nice: teje la historia de Nemoroso y Elisa. Esta última historia se refiere a la muerte de Elisa y la pena de Nemoroso.

Estas cuatro ninfas ocultan tras sus nombres a las hijas del virrey de Nápoles, mientras que Elisa sigue siendo el recuerdo obsesivo de Isabel Freire.

Aunque en las cuatro escenas aparece el dolor, la poesía no está dominada por este sentimiento. Hay un distanciamiento, logrado por las escenas mitológicas, y la muerte de Elisa es vista por Garcilaso en perspectiva. El dolor que causa su muerte a Nemoroso pertenece al pasado.

Aquí se ve cómo en Garcilaso la poesía ha llegado a ser un medio para escapar de la realidad. Todo está situado en la lejanía y envuelto en un halo poético. El sentimiento personal no tiene ya la intensidad que en la Égloga I y puede encerrarse en moldes más convencionales.

El tema principal de la Égloga III, pues, es el sufrimiento que causa en los amantes la muerte de la persona amada. Y en el caso concreto de la historia de Garcilaso (historia de Nemoroso y Elisa), la pena del poeta, su aceptación después del tiempo y su liberación.

Mito de Orfeo y Eurídice:

El Estrimón es un río de Tracia, en cuyas orillas un errante Orfeo se lamentaba amargamente por la pérdida de Eurídice. Orfeo era poeta y músico. Su voz embelesaba a hombres y dioses. Todas las ninfas lo admiraban y deseaban tenerlo como esposo. Pero Orfeo prefirió entre todas a la ninfa Eurídice, de quien se enamoró perdidamente y con la que se casó. Pero poco después, Eurídice fue herida de muerte en el talón por una serpiente. Orfeo, el de Tracia, fue capaz de descender a los infiernos para implorar a Plutón que le devolviera a su amada. Su lamento fue tan dulce y enternecedor que el dios le concedió recuperar a la ninfa bajo la condición de que no volviera la cabeza para mirarla hasta que hubiera rebasado los confines del reino de los muertos. Pero Orfeo, vencido por la impaciencia de su pasión, incumple su promesa y la mira. Ella le tiende los brazos, él quiere abrazarla, pero ya sólo puede escuchar un largo suspiro y un adiós eterno. La perdió en el último momento.

En la égloga, Garcilaso presenta por medio de la ninfa Filódoce el amor trágico de Orfeo y Eurídice.


Mito de Dafne y Apolo: (Se explica en el Soneto XIII, que trata el mismo tema)

Mito de Venus y Adonis::

En la historia de Clímene, Garcilaso desarrolla el mito de Venus y Adonis.

Adonis era un apuesto cazador. Venus lo amaba y le daba consejos para que tuviese cuidado en las cacerías de no ser devorado por las fieras. En una jornada de caza, Adonis hirió a un jabalí, que se revolvió y lo mató. Venus acudió en su ayuda cuando ya era demasiado tarde. Entonces, la diosa regó su sangre con néctar y la convirtió en una flor, la anémona. Pero Venus, incapaz de soportar el dolor por la pérdida de su amado, suplicó a Júpiter, rey de los dioses, que Adonis volviese a la vida. La ley del destino se opuso a ello y sólo le fue concedido que cada año viviese seis meses en la tierra y el resto en los infiernos. Para honrar su memoria se construyeron templos, se lo elevó a la categoría de los dioses y en su honor se instituyeron las adonías, fiestas que se celebraban durante ocho días: los cuatro primeros dedicados a ceremonias fúnebres y los otros cuatro a desbordantes alegrías, para conmemorar así la muerte y la apoteosis del favorito de Venus. Garcilaso refleja aquí el mito centrándose en el dolor de Venus y sin aludir a la posterior metamorfosis de la sangre de Adonis.

LA ELEGÍA I

Escrita entre 1534- 1536, antes de la Égloga III. Es la obra más ambiciosa después de las Églogas. Garcilaso quiere ofrecer un nuevo testimonio de afecto al duque de Alba. Va dirigida al duque como consuelo por la muerte de su hermano.

En la Elegía, Garcilaso hace consideraciones sobre la fortaleza de ánimo, la fama y la inmortalidad.

Partiendo de la descripción de dolor, la Elegía I invita a superarlo elevándose hasta la grandeza del alma imperturbable.

Tuvo gran éxito en la época, pues no sólo exaltaba el sentimiento de la fama, típicamente renacentista, sino que fundía la idea cristiana de la bienaventuranza con la idea platónica de la serena beatitud.

ALGUNOS SONETOS CLÁSICOS: X, XI, XIII, XXIII, y XXIX

Domina en ellos la inspiración grecolatina, el sentido pagano de la vida y una ejecución primorosa y rica en sugerencias sensoriales.

SONETO X:“¡Oh dulces prendas por mí mal halladas…! Se refiere a la muerte de doña Isabel.

SONETO XI: “Hermosas ninfas que en el río metidas…” Nos ofrece el maravilloso espectáculo de unas ninfas bajo el río.

SONETO XIII: “A Dafne ya los brazos le crecían”. Su origen está en Ovidio. (Dafne, perseguida por Apolo, solicitó la ayuda de los dioses, que la convirtieron en laurel.)

SONETO XXIII: “En tanto que de rosa y azucena”

La alegría vital del Renacimiento se manifiesta en él. Por primera vez, los versos del poeta carecen de melancolía. Resucita el tema del “carpe diem”, con influencias clásicas de Tasso y de Horacio.

Tres rasgos imprecisos dejan esfumada la juvenil imagen femenina: color de azucena y rosa, cuello blanco y elevado; en torno a él, la cabellera suelta. Invita a gozar de la juventud.

SONETO XXIX: “Pasando el mar Leandro el animoso” El que se refiere al mito de Hero y Leandro.

6.- EL ESTILO E IDEAL ARTÍSTICO DE GARCILASO

Si pudiéramos expresar el estilo de Garcilaso con una serie de notas características, destacarían, entre otras, las siguientes: musicalidad, elegancia, nitidez, luminosidad, mesura, naturalidad, selección, precisión, propiedad en el idioma y armonía.

Todas estas notas se comprueban si comparamos las obras del poeta español con aquellas a las que imita. Podemos decir que Garcilaso no copia, sino que selecciona, reelabora, busca lo esencial y busca nuevas creaciones de tópicos ya muy usados.

Otra de las notas más destacables en Garcilaso es la adjetivación en el lenguaje. En él predomina la calidad sobre la cantidad, la exactitud del adjetivo para la expresión de las sensaciones justas; la nitidez y luminosidad en la adjetivación: abundan los adjetivos expresivos de color y sonido, que dan sensaciones como el rumor del viento, el agua, el canto de las aves, etc. Destacan tres adjetivos en cuanto al color (blanco, verde y dorado). Otros adjetivos muy utilizados son: suave y dulce; blando y delicado. Ninguno de ellos es estridente, sino que constituyen un auténtico equilibrio. Predomina el tópico del “locus amoenus” o lugar ameno, idealizado, símbolo del descanso, de la paz y de la huida de la vida agitada de la ciudad.

El genial poeta toledano encarna los ideales de refinamiento y elegancia que caracterizan el Renacimiento. En una carta a su amigo Boscán le declara que huye de la afectación en el lenguaje, que su ideal es la naturalidad expresiva y el buen gusto. Y para ello utilizará el lenguaje normal que emplean los cortesanos educados, pero sin afectación. Se puede decir que Garcilaso, con su genial instinto, supo elegir lo esencial y permanente del idioma, lo que no cambia.

El lenguaje poético de Garcilaso sirvió de modelo a toda la poesía española del Siglo de Oro. Precisamente la claridad de su poesía hizo que los enemigos del culteranismo exaltaran al poeta toledano como modelo frente a la oscuridad de los poetas cultos.

Por los años en que él escribe, el idioma español está experimentando profundos cambios, no sólo fonéticos, sino también en su morfología y en su vocabulario. En el uso, pugnan formas que provienen de la Edad Media con otras consideradas preferibles por los jóvenes y los doctos, que son las que han prevalecido. Garcilaso, con seguro instinto idiomático, adoptó éstas últimas, de tal modo que apenas un cinco por ciento de su vocabulario no podría emplearse hoy. Ello hace que podamos considerarlo como nuestro primer clásico y nuestro primer poeta moderno, tanto por la fuerza del lirismo que imprimió a la poesía española, como por su lenguaje. Los lectores de los siglos siguientes hemos podido leerlo siempre como actual. La suave musicalidad de sus versos armoniza maravillosamente con la ternura de sus sentimientos y con la plácida belleza de sus paisajes.

SONETO X: “¡Oh dulces prendas por mí mal halladas…!

¡Oh dulces prendas por mí mal halladas,

dulces y alegres cuando Dios quería!

Juntas estáis en la memoria mía,

y con ella en mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas

horas en tanto bien por vos me vía,

que me habíades de ser en algún día

con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes

todo el bien que por términos me distes,

llevadme junto el mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes

en tantos bienes, porque deseastes

verme morir entre memorias tristes.

SONETO XI: “Hermosas ninfas que en el río metidas…”

Hermosas ninfas que en el río metidas,

contentas habitáis en las moradas

de relucientes piedras fabricadas

y en colunas de vidrio sostenidas;

agora estéis labrando embebecidas,

o tejiendo las telas delicadas;

agora unas con otras apartadas,

contándoos los amores y las vidas;

dejad un rato la labor, alzando

vuestras rubias cabezas a mirarme,

y no os detendréis mucho según ando;

que o no podréis de lástima escucharme,

o convertido en agua aquí llorando,

podréis allá de espacio consolarme.

Las ninfas son personajes mitológicos que personifican la vitalidad y la fecundidad de la naturaleza. Desnudas o semidesnudas, frecuentan los parajes naturales, grutas, ríos, bosques y praderas, donde cantan, bailan o hilan. Los hombres les dirigen plegarias para que les sean propicias. Poseen facultades proféticas y estimulan el valor y la grandeza de espíritu. Se las encuentra en el cortejo de las diosas, en las orillas de los ríos. Los dioses se suelen enamorar de ellas. Ellas, a veces, se enamoran de simples mortales. Hay varios tipos de ninfas en la mitología: las del mar (nereidas), las de los ríos y arroyos (náyades), las de los árboles (hamadríades), las de las montañas (oréades), etc.

SONETO XIII: “A Dafne ya los brazos le crecían”

A Dafne ya los brazos le crecían,

y en luengos ramos vueltos se mostraban;

en verdes hojas vi que se tornaban

los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían

los tiernos miembros, que aún bullendo estaban;

los blancos pies en tierra se hincaban,

y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,

a fuerza de llorar, crecer hacía

el árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado, o mal tamaño!

¡Que con lloralla cresca cada día

la causa y la razón porque lloraba!


Este soneto está basado en el mito del dios Apolo y la ninfa Dafne, hija del río Peneo: El dios Amor, hijo de Venus, se sintió desafiado por Apolo y sacó de su carcaj dos flechas, una de las cuales terminaba en una punta de oro e infundía el amor, y la otra tenía la punta de plomo e inspiraba el odio. Cupido dirigió la primera contra Apolo y disparó la segunda a Dafne. Inmediatamente, el dios sintió una violenta pasión por la hermosa ninfa, y ella, sintiendo odio por él, lejos de corresponder a sus ternuras, huyó rápidamente y se ocultó a su mirada. Apolo corre tras ella, a través de la pradera por donde pasa el río, y está a punto de alcanzar a Dafne. Ésta, rendida por el cansancio, implora ayuda a su padre Peneo, que la transforma en laurel. Apolo sólo pudo estrechar entre sus brazos un tronco inanimado.

A partir de entonces, este árbol hizo las delicias de Apolo: no podía separarse de él, lo adoptó como símbolo, arrancó de su tronco algunas ramas y con ellas se hizo una corona, queriendo así, que en los siglos venideros el laurel fuese la recompensa por la que suspirasen los poetas, los artistas y los guerreros.

SONETO XXIX: “Pasando el mar Leandro el animoso”

Pasando el mar Leandro el animoso,

en amoroso fuego todo ardiendo,

esforzó el viento, y fuese embraveciendo

el agua con un ímpetu furioso.

Vencido del trabajo presuroso,

contrastar a las ondas no pudiendo,

y más del bien que allí perdía muriendo,

que de su propia vida congojoso,

como pudo esforzó su voz cansada,

y a las ondas habló desta manera,

mas nunca fue la voz dellas oída:

-Ondas, pues no os escusa que yo muera,

dejadme allá llegar, y a la tornada

vuestro furor esecutá en mi vida.-

Este soneto está basado en el mito de Hero y Leandro: Leandro amaba apasionadamente a la hermosa Hero, joven sacerdotisa. Ambos vivían en dos poblaciones levantadas en el estrecho del Helesponto, en la costa del mar y frente la una a la otra. Todas las tardes Leandro atravesaba a nado el estrecho para correr al lado de Hero, que, por su parte, y para guiar la ruta del valeroso joven, encendía una lámpara en lo más alto de la torre en que moraba. Estos viajes duraron todo un verano sin tener que lamentar ningún accidente, pero al llegar el otoño la mar se embraveció y el trayecto se hizo peligroso. Leandro, retenido por las amenazadoras olas, fue retrasando el viaje durante siete días, pero al octavo no pudo resistir el deseo de ver a su amada Hero y partió. Se agitaba el vendaval y el cielo se había oscurecido. Leandro luchó contra las impetuosas olas, pero sus fuerzas se agotaron y no pudiendo sostenerse más a flote, desapareció en el abismo.

Pocos días después las olas arrastraban su cadáver hasta el pie de la misma torre en la que estaba Hero, esperando atormentada por negros presentimientos. Al ver el cuerpo inanimado de su amado, no pudo contener su inmensa desesperación y se dio muerte. (Esta aventura ha sido tema de inspiración de muchos artistas y poetas, como nuestro Garcilaso).

2ª PARTE: SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XVI

(SEGUNDO RENACIMIENTO)

1)- CONTEXTO HISTÓRICO, SOCIAL Y CULTURAL DEL SEGUNDO RENACIMIENTO ( 2ª MITAD DEL SIGLO XVI)

El Segundo Renacimiento se sitúa en la segunda mitad del siglo XVI, en el reinado de Felipe II, en el momento de la Contrarreforma, donde se mira con recelo el contacto con otras culturas europeas.

La segunda mitad del siglo XVI supone, en el plano espiritual, un radical cambio de actitud respecto a la primera. La Iglesia Católica, temerosa ante la amenaza protestante, contraataca con el Concilio de Trento.

La Contrarreforma es un intento de revivificar la cultura tradicional de la cristiandad a través de la enseñanza dirigida y coordinada por las órdenes religiosas. La educación pronto se convierte en monopolio exclusivo de la Iglesia.

Frente a la época de Carlos V (1ª mitad de siglo) con las corrientes humanistas europeas, la influencia del renacimiento italiano y el erasmismo como corrientes extranjeras de mayor influencia en España, en la 2ª mitad de siglo, durante el reinado de Felipe II, España “se cierra” a Europa. Triunfa la corriente tradicionalista. Se rompen estas influencias europeas y tanto la política como la Iglesia se unen para salvaguardar los principios religiosos del cristianismo, en contra del avance luterano.

La producción literaria se ve restringida por medidas severas: prohibición de estudiar en universidades europeas a los jóvenes españoles. Para publicar un libro era necesaria la aprobación del censor. La aprobación de libros extranjeros sin licencia real se llegó a castigar con la pena de muerte.

En 1583 y 1584, la Inquisición publicó dos “Índices expurgatorios”, y las obras que no se consideraban oportunas por tener connotaciones erasmistas o por otros motivos, o bien se publicaron mutiladas, o bien se prohibieron totalmente.

Las corrientes renacentistas primeras no se perdieron totalmente, sino que se conjugaron con otras corrientes propias de la Península.

La novela pastoril (con la base erasmista y pagana) interrumpe su producción.

Renace la filosofía escolástica frente al humanismo. Se introduce en la poesía la temática patriótica y mística.

Después de Trento, hubo un resurgir de la literatura religiosa. La presión de la Iglesia estuvo en pro del libro moralizador didáctico-religioso.

Ésta es una época de fecunda literatura religiosa, época de ascética y mística, época que comienza con la retirada de Carlos V a Yuste.

Gran parte de las mejores obras de esta segunda mitad de siglo están escritas por ascetas y místicos. Entre los ascéticos destacan FRAY LUIS DE LEÓN y FRAY LUIS DE GRANADA y entre los místicos, SAN JUAN DE LA CRUZ y SANTA TERESA DE JESÚS.

2)- LA ASCÉTICA Y LA MÍSTICA

El término MÍSTICA designa el movimiento espiritual que, a través del intimismo, busca llegar a la máxima experiencia de la espiritualidad: el contacto con Dios.

El contacto místico es una gracia o regalo divino, pero el hombre ha de colaborar purificando su alma con el ejercicio ascético.

La ASCÉTICA es un camino de sacrificio, mortificación y de oración. Para llegar hasta la unión con Dios, el alma tiene que seguir tres etapas. Las dos primeras corresponden a la ascética, y la última, a la mística:

La vía purgativa: El alma se libera de pasiones y pecados mediante la ascética y la oración. Comienza esta vía con la conversión. La conversión es un proyecto de perfeccionamiento espiritual encaminado a la unión con Dios. Con la conversión, el alma experimenta un deseo de unión con Dios y una firme determinación de eliminar los obstáculos que le impiden la unión con él. Mediante la meditación el asceta descubre sus defectos y el modo de liberarse de ellos. Mediante la mortificación, el espíritu se libera de los apetitos, del goce de las cosas, para que, libre de ataduras, pueda caminar hacia Dios.

La vía iluminativa: El alma se ilumina con la comprensión de los misterios sagrados (vida, pasión y redención de Cristo). En esta vía hay una concentración y una contemplación del alma. Es el final del período purgativo y aún quedan ciertas imperfecciones en el alma. Pero lo característico es que el alma se siente invadida por una “luz” que tiene por objeto la contemplación. Este momento iluminativo tiene grados: recogimiento, quietud, gustos espirituales y corporales por la presencia de Dios, sueños de las potencias (según Santa Teresa, “coge Dios la voluntad y aun el entendimiento porque no discurre, sino está ocupado gazando a Dios”). En este momento puede haber éxtasis, visiones, etc.

La vía unitiva: El alma entra en contacto con Dios en momentos de éxtasis. Es la culminación de la vida espiritual del místico. Es el matrimonio espiritual, la transformación total en el amado. El místico queda en un total nihilismo de los sentidos: abandono en Dios, paz en el alma, desaparición de los éxtasis, fortalecimiento corporal o espiritual. El místico se ve revestido de una energía sobrehumana y poseedor de una vida divina que lo inunda. Se produce la unión con Dios.


A la hora de describir el período unitivo, coincide la mística cristiana con la no cristiana; ambas tienen las mismas vivencias. Lo específico de la mística cristiana es que concibe los elementos de la unión con la doctrina teológica de la Santísima Trinidad.

El misticismo español es activo. Como dice Santa Teresa, “sirve este matrimonio espiritual, de que nazcan siempre obras, obras en servicio de Dios y del prójimo, aunque cueste la vida” (Moradas).

3)- RELACIONES ENTRE MISTICISMO Y POESÍA

Dicen los críticos que el místico y el poeta tienen experiencias similares. En primer lugar, uno y otro buscan en la oscuridad, a tientas, lo que no podrían produceir por sí mismos. Después, como de golpe, reciben una iluminación que les hace aprehender intuitivamente (de forma no razonada) una realidad oculta para el hombre corriente. Hasta este punto llegan las semejanzas. A partir de ahí, ya no hay semejanzas.

--La aprehensión del místico es significativa en sí misma. Esta experiencia que supone para él el primer contacto con el estado contemplativo la puede verter en buena o mala prosa o poesía.

--La aprehensión del poeta es significativa solamente en la posibilidad de verter por palabras esa realidad captada de una forma intuitiva. La obra artística es la única razón de ser de las vivencias del poeta.

--¿Qué le ocurre al poeta místico? Tiene una doble misión:

a) La aprehensión de Dios.

b) La posibilidad de transmitir lo aprehendido de una manera artística.

El misticismo español, aunque tardío, va a ser el más completo de Europa. Va a tener repercusiones enormes en el resto de Europa. El siglo XVII es un siglo aún místico.

En Francia se va a ver esta influencia en Mª de la Encarnación. En Inglaterra, en los llamados poetas metafísicos ingleses. En España, será importantísimo el influjo en Juan Valera, Galdós o en la poesía de Jorge Guillén en literatura, en el Greco en pintura, etc.

Lo curioso del misticismo español es que apareciera en el Renacimiento. Nos encontramos en un momento donde se da la tendencia italianizante junto con la vigencia de lo popular. ). El lenguaje de los místicos utiliza elementos propios de la poesía profana. La mística hace suyos, en numerosísimas ocasiones, temas, símbolos, expresiones y obras provenientes de la lírica amorosa del cancionero y de la literatura popular.Esta literatura va preparando símbolos y metáforas que los ascéticos y los místicos poetas van a utilizar a lo divino, así que pasan a la obra mística después de sufrir un proceso de espiritualización y divinización.

El crítico literario tiene que analizar un tipo de poesía que aparentemente es simple, pero que no se dirige a que sea entendida por el intelecto, sino que se dirige al “ánima” más que al “animus”, es decir, el lector tiene que volcar toda su sensibilidad.

Los místicos crearon una serie de expresiones poéticas conceptuales que van a pasar posteriormente a la literatura moderna, influyendo en poetas simbolistas franceses y movimientos de vanguardia (ej.: en Paul Valery).

Los místicos combinan también lo poético con imágenes de la Biblia. En este sentido, vemos por ejemple, en San Juan de la Cruz cómo expresa lo real por medio de símbolos espirituales y lo espiritual con símbolos reales.

--¿Por qué es difícil transmitir poéticamente la experiencia mística? Porque es inefable. ¿En qué consiste la inefabilidad? El místico siente que su experiencia encuentra dificultades en la propia lengua para ser expresada. Es la dificultad de querer comunicar lo incomunicable. “Así como el vidente no puede comunicar la naturaleza del color a un ciego de nacimiento, tampoco el místico puede comunicar sus experiencias al no místico”. Además de esto, el propio místico posee también ceguera e incomprensión acerca de las propias experiencias que está viviendo, por eso es muy difícil comunicar a los demás lo que está sintiendo o ha sentido. El lenguaje místico no puede ser descriptivo, porque la experiencia mística es totalmente indescriptible. Tiene que ser un lenguaje simbólico, de evocación. Por lo tanto, el símbolo es el único medio que el escritor tiene para hacer comprender su vivencia. El símbolo místico intenta dar una visión de la actividad mística, que es espiritual, en la pantalla de lo sensible. El símbolo se muestra muchas veces insuficiente para expresar la experiencia del místico. Así, se reproduce a veces, en significados intraducibles, ilógicos, que dislocan la estructura semántica de la palabra, con significados subjetivos y arbitrarios. Encontramos símbolos arquetípicos como la sombra (= la muerte, el pecado), el demonio (= las fuerzas del mal), el ánima (considerada como principio femenino de recepción), el ánimus (principio masculino de creación), el fuego es el amor de Dios, el agua (como gota, río, fuente, océano) es también el amor de Dios, que todo lo inunda, el vino, la miel, simbolizan la suavidad, la dulzura, la entrega, etc.La noche, paradójicamente, se convierte en San Juan de la Cruz en “luz”, “llama”, “lámparas de fuego”. Este valor poético del símbolo surge por la necesidad de producir un lenguaje ante lo misterioso, ante lo divino, ante lo que escapa a toda definición y esclarecimiento lógico. El signo, pues, no sólo existe para imitar algo, sino como una creación original del místico poeta.

4)- FRAY LUIS DE LEÓN (1527-1591)

4.1.- Vida y carácter:

Es la más excelsa y representativa figura del Segundo Renacimiento hispano. Nació en Belmonte (Cuenca). A los 14 años se trasladó a Salamanca, donde estudió con el humanista Melchor Cano. Ya pasó la mayor parte de su vida ligado a la Universidad de Salamanca. A los 17 años profesó en la Orden de San Agustín. A los 32 años obtiene la cátedra de Teología en la Universidad; posteriormente desempeñará otras dos cátedras. Todo esto y sus puntos de vista personales en Teología lo conducen a un proceso inquisitorial en 1572. Los celos hipócritas y los intereses personales hacen que sus enemigos utilicen a la Inquisición en su contra. El proceso de la Inquisición se alargó durante cuatro años y nueve meses. En ese tiempo Fray Luis permaneció preso en la cárcel de Valladolid. Al final se dictó sentencia y se le absolvió, volviendo a Salamanca nuevamente.

Fue un hombre de amplísima cultura. Gozó ya en su vida de un renombre extraordinario. Fue muy querido entre los alumnos por su liberalidad, su llaneza, por su trabajo y por su rigor intelectual.

Cuando fue devuelto a su cátedra, ésta estaba regentada por otro catedrático y él se negó a ocuparla. Cuando le fue concedida otra, comenzó su clase ante una gran expectación, con las palabras de la fórmula escolar. “Decíamos ayer...”

Su personalidad: Tenía un carácter vivo, polémico, apasionado, poco dado al silencio y a la transigencia cuando tenía razón. Combatió con agresividad en busca siempre de la verdad. Su vehemencia le granjeó enemistades que no cejaron hasta verlo encarcelado. Los dominicos se volcaron contra él.

Sus ideas, basadas en comprobaciones muy renovadoras para su época hicieron que algunas mentes reaccionarias se opusieran a sus ideas.

Siempre luchó por la justicia y la honradez. Su persona estaba honrada por todas las cualidades nobles que pueda poseer el ser humano. Su alma amaba la verdad, la justicia y odiaba la hipocresía, la falsedad.

Su temperamento se traduce en una insatisfacción vital a la que el poeta llega por la nostalgia que su alma siente por un ideal de paz espiritual que intentará alcanzar a través de la poesía.

4.2.- Formación de Fray Luis:

Es importante en Fray Luis de León su formación cristiana, humanística y filosófica.

Su formación humanística es importantísima para él; es su ideal estético, ideológico y lingüístico. Fray Luis llama a sus amigos del grupo poético salmantino a la actividad intelectual a través de sus odas. Este es el ocio santo de los humanistas, que constituye el segundo peldaño en el camino del hombre hacia Dios.

La formación cristiana de Fray Luis se enriquece con el pensamiento pitagórico y neoplatónico. Es el sustrato filosófico de la poesía de Fray Luis.

La formación filosófica pitagórica: Del pensamiento pitagórico saca en consecuencia que el hombre ha de ser moderado y que debe desarrollar una vida ascética, practicando el estudio de la filosofía, las ciencias, la música y las matemáticas como proceso de purificación y modo de ascensión del alma hacia la contemplación de Dios.

(El pitagorismo considera el cuerpo como cárcel del alma y que la esclaviza; por eso, el alma ha de purificarse para alcanzar la liberación, que es el retorno a la gran alma del universo, de la que había emanado).

De la concepción filosófica platónica Fray Luis reconoce el proceso de aprendizaje del hombre como el retorno del alma a sus orígenes, es el ascenso gradual de la mente desde las sombras del mundo hasta la realidad pura de las ideas. Por el conocimiento se asciende hasta la suprema Idea, que es la idea de Bien.

El valor supremo del hombre, a su paso por la tierra, será el de mantener su virtud, especialmente la sabiduría, la fortaleza y la templanza.

Su pensamiento también tiene influencia de los estoicos y de San Agustín.

De la concepción estoica Fray Luis saca que el único bien es la virtud, que el ideal del sabio es la serenidad y que el hombre debe permanecer sereno frente al dolor e indiferente ante el placer.

(Estoicismo: Es una filosofía para la que el saber ordenado es la forma de vivir rectamente. El alma es una partícula desprendida del soplo divino que anhela volver a su origen, volver al seno de Dios. El hombre es un peregrino de este mundo.)

De la concepción agustiniana Fray Luis saca en conclusión que el hombre debe practicar una vida ascética como paso previo para ascender a Dios. Todas las criaturas quieren ir a la perfección, y la máxima perfección es Dios. El hombre es un microcosmos y su armonía es virtuoso sea éste.

(San Agustín: propone una huída radical de las cosas sensibles. La verdad es Dios y los hombres no atienden a esta verdad porque se dispersan en las cosas sensibles. Sólo huyendo de las cosas sensibles los hombres darán respuesta a la llamada interior que es la llamada de Dios.)

4.3.- Fray Luis y el castellano:

El latín era el idioma exclusivo en la enseñanza de las materias de las universidades, hasta que se opusieron algunos humanistas, alegando que todos los pueblos tuvieron su lengua hasta para dar la ciencia más elevada. Otros escritores humanistas secundaron su actitud, como Fray Luis, Santa Teresa o San Juan de la Cruz.

Fray Luis, aunque no sea el primer autor que emplea el castellano para el tratamiento de temas teológicos, deja definitivamente sentada la valía de esta lengua. En su libro De los nombres de Cristo, Fray Luis defiende el haberlo escrito en castellano y niega la superioridad del latín.

Él afirmaba que la lengua no tiene nada que ver con lo que se dice. Todas las lenguas tienen cabida para lo bueno y lo malo, lo bajo y lo elevado. No importa el instrumento, sino el fin para el que es utilizado.

Dice que los escritos son para todos, luego el pueblo también los ha de leer. “Si se les escribe en forma elevada, no los comprenderán; luego es preciso escribírselo en lengua que entiendan.”

Es consciente de que la lengua se halla descuidada y, por ello intenta estudiarla y exhorta a todos a que no desprecien el idioma y lo cultiven como algo portador de lo divino.

4.4.- Fray Luis, ¿ascético o místico?

Se ha discutido mucho el dar a Fray Luis el atributo de místico o no. Ambas posturas cuentan con defensores.

Los que piensan que no es un místico, sino ascético se basan en que es, ante todo, un intelectual, no ansía llegar a Dios con tanta vehemencia como Santa Teresa, por ejemplo. En él hay una pasión por el saber tan grande que le impide sentir la experiencia mística. Y aunque su anhelo era la unión con la causa armónica del mundo, no la poseyó nunca en la vida.

Nos dice Dámaso Alonso que en sólo unas estrofas llega Fray Luis a la plenitud y el delirio de la mística, y dura sólo un instante. Todo el resto de la poesía de Fray Luis es un anhelo ferviente de esa unión. Esa unión sólo se produce en unas estrofas de la “Oda a Salinas”.

4.5.- Valor de su poesía

Menéndez Pelayo dice que fuera ya de los poemas de San Juan de la Cruz, que no parecen ya de hombre sino de ángel, no hay lírico castellano que se compare con Fray Luis de León.

El Padre Custodio Vega, uno de los críticos más fervorosos de Fray Luis lo proclama, con su habitual entusiasmo, nada menos que el primer lírico del mundo.

El hecho de tan rotunda afirmación da por sí mismo idea del alto valor de Fray Luis como poeta lírico.

Con una existencia tan tempestuosa como la de Fray Luis, y con una sensibilidad tan exquisita como la suya, su poesía le permite olvidar sus desgracias y calmar sus tormentos interiores. De ahí los temas predilectos de sus poemas: la naturaleza, la añoranza del campo y de la vida de aldea, su predilección por la noche y por la música... El deseo de tranquilidad lo lleva a añorar la soledad, la “vida retirada” que cantaban los poetas clásicos como Horacio (“Dichoso el humilde estado/ del sabio que se retira”). Se suele hablar de la poesía de Fray Luis como la expresión de la nostalgia del desterrado en la tierra. Se busca la elevación del alma hacia la divinidad mediante la contemplación de la belleza creada por Dios o por el ser humano. De ahí su ansia de perfección, su anhelo de unión con la divinidad, un anhelo que lo acerca a las experiencias de los místicos, pero su éxtasis no es vital, sino intelectual, intuyendo la armonía universal, pero volviendo a caer en la tierra, vista por él como dolorosa prisión del alma.

Su estilo como poeta le debe mucho a las tradiciones literarias de la Antigüedad Clásica Grecolatina, a los textos de la Biblia, a la poesía renacentista de Garcilaso, de quien adopta la estrofa de la lira, que es una de las preferidas del autor, por su combinación de versos endecasílabos con heptasílabos, que le permite una gran variedad rítmica. Su formación lingüística, su actividad como traductor, su pasión por el lenguaje, se reflejan en su trabajada construcción poética dentro de la norma renacentista del equilibrio, de la elegancia y de la sencillez. Usa no obstante muchas figuras retóricas como asíndeton, polisíndeton, hipérboles, aliteraciones, hipérbatos, encabalgamientos, metáforas, personificaciones, exclamaciones e interrogaciones retóricas, enumeraciones, etc.

4.6.- Valor de su obra en prosa

Cien veces se ha insistido en el valor poético de las obras en prosa de Fray Luis de León, y sobre todo De los nombres de Cristo, y es bien cierto que, hecha abstracción del metro y de la rima, no existe diferencia esencial entre los versos y la prosa del agustino.

Fray Luis escribió cuatro importantes obras en castellano: dos traducciones de la Biblia, con gran fidelidad al texto original, a las que añadió interesantes comentarios (traducción literal del Cantar de los Cantares, que le costó la persecución de la Inquisición, y la Exposición del Libro de Job) y dos obras originales ( De los nombres de Cristo, donde tres personajes conversan sobre los tres nombres que la Biblia da a Cristo, y La perfecta casada, tratado donde expone su concepto de la esposa ideal cristiana y donde incluye retratos costumbristas de tipos femeninos como “la mujer hacendosa”, “la gastadora”, “la perezosa”, “la charlatana”...

4.7.- Motivos líricos o tópicos que utiliza en su poesía

La mayor parte de estos motivos tiene su origen en la tradición clásica, en la neoplatónica o en la estoica:

-Beatus ille: “dichoso aquél” que huye del mundanal ruido, búsqueda de una descansada vida lejos de lo mundano.

-Vanitas vanitatum: “vanidadde vanidades”, llamamiento al desprecio de lo mundano, de las riquezas de este mundo.

-Locus amoenus: “lugar ameno”, lugar idílico donde es posible desarrollar la comunicación con la naturaleza (símbolo del ascenso místico).

-La cárcel oscura: o prisión del alma en el cuerpo y del hombre en el mundo (influencia del pitagorismo y el platonismo).

-Aurea mediocritas: “dorada medianía”, vivir contento con poco, lo suficiente para ser un hombre moderado.

-Carpe diem: “agarra el día”, aprovecha el día, vive el presente.

-La contemplación de la noche estrellada, relacionada con la comunicación con la naturaleza y el ascender hacia Dios.

-La armonía universal sentida al escuchar las notas musicales (influencia del pitagorismo)

5)- SAN JUAN DE LA CRUZ (1542-1591).- ESTUDIO DEL CÁNTICO ESPIRITUAL

5.1.- Su vida y su personalidad

Es el más alto de los grandes poetas místicos españoles. Es el más abstracto, más metafísico, el de más entrega a un mundo interior más intenso y más puro en cuanto a su expresión poética.

Juan de Yepes y Álvarez nació en Fontiveros (Ávila) en un medio social muy humilde. Desde muy joven ingresó en un convento carmelita de Medina del Campo. Estudió Filosofía y Teología en la Universidad de Salamanca y allí debió de conocer a Fray Luis de León.

Su personalidad es peculiar. Desde muy joven elegirá voluntariamente vivir alejado de las riquezas y de la comodidad. Siente gusto por la soledad y el silencio. No es extraño que al conocer a Santa Teresa de Jesús colaborara con ella en la reforma de la Orden del Carmelo. Él se sentía en su medio en el Carmelo descalzo teresiano, donde se potenciaba la dimensión interior de la persona y la pobreza como un camino ascético. Tenía además desapego hacia la teología escolástica oficial, pese a sus grandes dotes intelectuales.

En su vida y obra une el ardor humano de Santa Teresa con el ardor intelectual de Fray Luis de León. (Este ardor humano es una nota importante del misticismo español, que sabe perfectamente unir el éxtasis místico sin olvidar su activismo característico).

A diferencia de Santa Teresa, en San Juan vida y obra están completamente disociadas. En él nunca vemos una alusión a su vida exterior. Su característica como poeta es el desligamiento total del mundo exterior.

5.2.- Obra de San Juan de la Cruz

La producción poética de San Juan de la Cruz es muy breve; sin embargo, alcanza la cumbre más alta de la poesía de todos los tiempos en la literatura universal (según el juicio dominante entre los críticos, creyentes o no). Su experiencia mística y su creación poética son inseparables. La intensidad de sus vivencias da origen a una lengua poética marcada por la vehemencia afectiva, por una inexplicable belleza, por una lengua poética marcada por una expresión enigmática, alucinada, con imágenes audaces y con unos hallazgos verbales increíbles.

San Juan de la Cruz compuso tres grandes poemas, llamados “Poemas Mayores”: Cántico espiritual, Noche oscura del almay Llama de amor viva. Escribió además otra veintena de poemas más breves ( los “Poemas Menores”: romances, canciones, etc, que desarrollan temas muy similares. Su valor es inferior al de los grandes poemas, aunque hay muchos de notable calidad, como “Un pastorcico solo está penado”, “Tras un amoroso lance”, etc.

Su obra en prosa consiste en tres comentarios que llevan el mismo título que los Poemas Mayores y que explican el sentido de estos textos poéticos verso a verso y palabra a palabra.


  • Noche oscura del alma: Escrito en 1584 (después del “Cántico”). Consta de ocho liras.

1.- El argumento es bastante fácil: una mujer (la amada) narra cómo sale de su casa de noche y en secreto para encontrarse con su Amado. Una vez que se encuentran, ambos se unen plenamente en una escena de evidente contexto erótico.

2.- Pero el texto, en verdad, es un poema místico, que narra de manera simbólica la experiencia de la unión del alma con Dios: la dama que sale de su casa representa el alma, que alejándose de lo material que la rodea, camina hacia el interior de sí misma, al encuentro del Amado-Dios. Hay que reinterpretar el texto en sentido religioso. La luz que guía el alma hasta el Amado es la luz de la gracia. Se expresa el gozo de la amada con referencias de carácter erótico y, por último, hay imágenes que sugieren sosiego absoluto y plenitud.


  • Llama de amor viva: Escrito también en 1584.

Expone en cuatro estrofas aliradas de seis versos no ya la búsqueda y la unión con el Amado, sino las sensaciones amorosas que expresa la Amada en la unión misma. Decía San Juan que “el amor es llama que arde con apetito de arder más” (acaso no haya definición más bella del amor). La composición es breve, pero considerada uno de los tres “Poemas Mayores” del autor. Se recoge en él el momento de la amorosa unión mística y se centra directamente en ella. La unión es esencialmente un acto de amor, lo que justifica el contenido amoroso de la poesía mística. Se acumulan los símbolos de contenido erótico para evocar la sensación de plenitud que siente el alma en su unión con Dios. La intensidad afectiva se plasma con exclamaciones, metáforas sugestivas y con paradojas (las paradojas nos recuerdan que la razón no sirve para expresar la experiencia). Las estrofas son liras, como en los otros poemas, pero distintas a las garcilasianas y a las de Fray Luis: son liras de seis versos.

Aparecen los símbolos del fuego, el cauterio y la herida.

Cauterio= Acción de curar una herida quemándola: el alma ya está purificada.

El fuego o la llama= La presencia de Dios en la más hondo del alma.

La herida= el alma está herida porque está transformada en fuego de amor.

5.3.- Estudio del Cántico Espiritual

El Cántico Espiritual fue el primero de los grandes poemas que San Juan escribió; probablemente compuesto hacia 1577 y reelaborado después de forma constante. El poema consta de cuarenta liras que sigue el modelo del Cantar de los Cantares bíblico. Es un diálogo entre la Amada y el Amado, al que aquélla ha buscado por valles y montañas hasta encontrarlo.

1.- El Cánticopresenta a una mujer que sale en busca de su Amado. Algunos de los motivos coinciden también en la Noche oscura.

2.- Comienza el inicio del viaje de la Amada-alma: La ausencia del Amado causa dolor en ella. El ambiente pastoril está presente a lo largo de todo el poema, que conecta con la poesía bucólica de la época.

Se inicia la búsqueda y se pone de manifiesto la idea de los peligros del viaje. La naturaleza funciona como confidente.

3.- El sufrimiento amoroso de la amada remite simbólicamente a las ansias del alma por unirse con Dios. (La necesidad de una relación directa, íntima e individual con Dios es uno de los rasgos básicos de la mística).

4.- Termina el largo viaje de la Amada- alma y ésta entra en el ameno “huerto deseado” y descansa por fin “sobre los dulces brazos del Amado”. Hay un uso simbólico de las aves: la paloma, la tortolica; en eso se ve la influencia de la lírica tradicional.

5.- En las últimas estrofas se anticipa la unión del Amado y la amada con una exhortación de ésta.

6.- En estas últimas estrofas se acumulan símbolos para expresar la plenitud alcanzada por el alma al unirse al Amado: la unión completa de ambos implica la transformación de uno en el otro. Explica San Juan de la Cruz los versos “Gocémonos, Amado/ y vámonos a ver en tu hermosura” en su obra en prosa con palabras como “…y así te veré yo a ti en tu hermosura, y yo me veré en ti en tu hermosura…”

--- La poesía del Cántico, así como toda la de San Juan de la Cruz tiene un gran valor fónico y musical, un gran poder sugerente, una gran sonoridad. Todo esto la hacen apropiada para ser cantada. Esta poesía se transmite y se conserva durante mucho tiempo en los conventos carmelitas oralmente (como el pueblo cantaba los romances tradicionales). Se sabe que, especialmente las religiosas la recitaban y cantaban.

Aún hoy, es corriente en conventos carmelitas que, en momentos de recreación, las monjas reciten o canten los poemas, más por el sentido de oración que por el poético.

5.4.- Fuentes utilizadas y estilo característico de la poesía de San Juan de la Cruz.- Los símbolos

FUENTES: La poesía de San Juan tiene su origen en una gran tradición literaria:

  1. La filosofía neoplatónica (al igual que Fray Luis de León).

  2. La poesía bíblica del Cantar de los Cantares (muy presente en él, como en Fray Luis).

  3. La poesía tradicional (de ella toma temas, vocabulario, estribillos, algunos símbolos…).

  4. La poesía culta italianizante (al igual que esta poesía, utiliza el endecasílabo, la lira…).

  5. La poesía renacentista de dos autores: Garcilaso y Sebastián de Córdoba, que fue versificador de “Garcilaso a lo divino”. (Se llamaba “poesía a lo divino” a un género frecuente en esta época del siglo XVI, que consistía en partir de una poesía o una historia amorosa pagana y darle un sentido religioso.

Pero Juan de la Cruz, al igual que le sucedió antes a Garcilaso, recrea genialmente todos estos modelos gracias a su prodigiosas facultades para su labor de creación poética.

CARACTERÍSTICAS DE SU POESÍA: En sentido estricto, y sin salir de los textos poéticos, pueden entenderse perfectamente como poemas amorosos, pero tal como el propio autor intentó explicar, es indudable que esos textos van más allá del obvio contenido erótico e intentan expresar un contenido espiritual trascendente. Ello es lógico, pues para expresar la inefable unión mística usa la comparación con el amor humano.

La obra de San Juan fue vista con suspicacia desde el principio, pues quedaba en los límites de lo que se consideraba ortodoxo. Todo consiste en una distinta concepción de la fe: Frente a la Teología Escolástica que concibe la fe como algo racional, como una serie de contenidos sobre la analogía entre Dios y el mundo y entre Dios y el hombre. San Juan concibe la fe influido por la tradición de la Teología negativa: como tiniebla, como oscuridad que genera luz (ello nos daría la clave del símbolo de la “noche oscura” central de su poesía); es una fe en la que no se puede decir nada de Dios racionalmente, porque Dios es lo incognoscible. El modo de conocimiento no es de tipo racional, sino intuitivo.

Sin embargo, no en todas las poesías de San Juan existe una pérdida de conciencia o de lucidez ni está ausente el conocimiento racional. Éste es evidente por ejemplo en el Cántico y también en la Noche, pero no en la Llama o en otros poemas menores, donde parecen más claros los momentos de absoluta irracionalidad en los que el conocimiento es puramente intuitivo, con la aniquilación total de la voluntad y el desasimiento de la razón.

SU ESTILO: Lo mismo en los temas tratados que en la forma, la poesía de San Juan es un garcilasiana para sus grandes poemas y los romances y canciones tradicionales para sus poemas menores.

El “yo lírico” de Garcilaso, el yo amante laico se transforma en San Juan en la figura y voz de una mujer que busca y encuentra a su amado.

Estilísticamente se caracteriza por el predominio del sustantivo y la escasez del verbo y del adjetivo. El adjetivo lo utiliza en contraste a como lo hace Garcilaso: si en el toledano el adjetivo está ante todo antepuesto, en Juan de la Cruz está pospuesto cuando lo utiliza.

En su vocabulario se mezclan las palabras de origen popular con las latinizantes o las de origen bíblico.

LOS SÍMBOLOS: La poesía de San Juan de la Cruz toda ella es símbolo. Los símbolos surgen de la experiencia del poeta, no representaban ningún concepto, porque en su poesía no predomina lo intelectual, sino lo afectivo, lo emocional, es decir, viene a comunicarnos una realidad sentida, no una realidad pensada o imaginada.

  • La noche oscura = la fe

  • Estar en amores inflamada = estar llena del deseo de Dios.

  • La noche” = Es un símbolo múltiple en todos los poemas. A veces significa la privación de todos los apetitos sensuales (lo material) y de la privación de la libertad (lo espiritual). Otras veces es luz, paradójicamente, en la vía iluminativa.

  • El ventalle de cedros” y “el aire de la almena” (son símbolos bíblicos) simbolizan la gracia, que suspende el sentido en éxtasis.


El poeta comunica una tras otra todas las sensaciones experimentadas en el proceso místico, siempre por medio de imágenes intuitivas y poéticas, como única forma de comunicar lo incomunicable.

En las metáforas y comparaciones que San Juan hace, el elemento real y el imaginario no están relacionados por la semejanza física, real, objetiva, sino porque ambos producen la misma emoción en el poeta. es lo que algunos críticos llaman “imágenes visionarias”. Así, los “valles solitarios”, las “ínsulas extrañas” son el Amado, y no por una relación de semejanza, sino porque estos elementos producen en él la misma sensación que el Amado (novedad, admiración, misterio, extrañeza, grandeza, interés ante lo inexplicable…). También es el Amado “el río sonoroso” por la sensación que le provoca de plenitud, vida y agua torrencial, fuerza que lo anega todo. El alma del místico se siente anegada por el torrente Divino.

“El silbo de los aires amorosos” es la emoción, el misterio, la llamada del Creador, que se comunica con el Alma mediante la gracia y la espiritualidad.

“La noche sosegada” es la sensación de reposo pacífico y gozoso en el alma, que descansa alegre sabiéndose protegida. El Amado, además, viene representado por todos los elementos de la naturaleza.

6)- SANTA TERESA DE JESÚS

6.1.- Datos sobre su vida

Nace en Ávila en 1515. Su padre se había casado en segundas nupcias con su madre. Ésta, doña Beatriz, murió a los 33 años y dejó diez hijos más los dos del primer matrimonio de su padre Alonso Cepeda. Teresa se crió entre doce hermanos, siendo ella entre todos, según sus propias palabras, “la más querida”.

A los siete años muestra entereza en su decisión de querer ir a tierra de moros para morir por Cristo con su hermano Rodrigo, intento fallido, pues fueron sorprendidos por un tío.

Alrededor de los doce años se aficionó a la lectura de libros de caballerías.

A los dieciséis años fue confiada a las monjas agustinas, de donde sale un año después, con una salud muy débil.

Un tío suyo le dejó algunos libros de lectura de San Jerónimo. En 1535 ( con 20 años) huye de su casa una madrugada con otro hermano suyo para tomar ambos el hábito religioso. A su padre no le quedó más remedio que resignarse. Un año después se hizo carmelita.

Sus grandes penitencias y la oración quebrantan seriamente su salud y es desahuciada por todos los médicos. Le entra una extraña enfermedad que no puede combatir la medicina. Leyendo a otros místicos ella misma descubrió que su mal era la “enfermedad mística”.

Sucesivos ataques al corazón la llevaron a una muerte ficticia con 24 años (entró en un coma profundo). La tuvieron por muerta después de algunas pruebas, la vistieron de luto, la amortajaron y rezaron sus funerales. Pero su padre, con un certero instinto, se opuso a que la enterraran y permaneció tres días con ella. A los tres días, despertó delirando y este suceso le supuso tres años de lentísima recuperación.

Estas enfermedades coincidieron con una profunda crisis espiritual que acabó en un misticismo alumbrado con Las confesiones de San Agustín.

A partir de ahora surge una mujer nueva, la mujer polémica, la de las experiencias místicas y la fundadora del Carmelo (Carmelitas Descalzas).

En sus estados y experiencias místicas, que le duraron hasta los cuarenta y un años, sufrió la incomprensión y rechazo de todos. Sólo un hombre la comprendió: Fray Pedro de Alcántara, a quien le expuso su deseo de llevar a cabo un nuevo estilo de convento. Fue el comienzo. A partir de entonces, consigue licencias para más conventos. Se movió como un torbellino y fundó dieciocho conventos más. Consiguió la ayuda de San Juan de la Cruz.

Se le dice “andariega”, “dinámica”. Fueron infinitas las trabas que le pusieron por parte de eclesiásticos y civiles, pero sólo con su personalidad arrolladora pudo con todo.

Murió en Alba de Tormes en 1582. En 1614 Pablo V la nombró beata. En 1622 fue canonizada por Gregorio XV. Pablo VI la declaró en 1965 “Patrona de los Escritores Católicos de España” y en 1970, nuevamente Pablo VI, le dio el título de “Doctora de la Iglesia Católica”, título otorgado por primera vez en la historia a una mujer.

6.2.- Las obras autobiogáficas

La primera es el Libro de su vida: Fue compuesto a instancias de su director espiritual. Lo constituyen unas memorias en su camino de ascensión en el misticismo. Muchas de las frecuentes visiones, éxtasis y favores extraordinarios de que gozó la Santa son descritos con gran plasticidad que parece dar realidad corpórea a lo sobrenatural.

(Así, donde describe que veía un ángel con un dardo de oro largo en las manos y que acababa en fuego, que le metía el dedo por el corazón hasta llegarle a las entrañas, dejándola abrasada de amor, con un dolor que no es dolor corporal, sino espiritual.)

El rasgo más notable de este libro, a la vez de la plasticidad, es la extrema sencillez y naturalidad con que describe las más difíciles experiencias de su vida interior.

Santa Teresa y San Juan de la Cruz han sido los primeros que han logrado discernir lo más claramente posible los estados místicos, interpretarlos y clasificarlos.

6.3.- Obras ascéticas y místicas

Destaca Las Moradas o Castillo interior. Es la obra cumbre de Santa Teresa y una de las más importantes de la literatura religiosa universal.

Concibe Santa Teresa la vida espiritual del hombre como “un castillo todo de diamante y muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos, asín como en el cielo hay muchas moradas.” El alma tiene que recorrer los siete aposentos del castillo en su camino de perfección y antes de alcanzar la unión con Dios.

Las tres primeras moradas corresponden a la vía purgativa. El alma aún no está libre de pecado, pero se va desligando de los lazos terrenales. La doctrina de estas tres primeras moradas es puramente ascética.

Las tres siguientes moradas (4, 5 y 6) pertenecen a la vía iluminativa y en ellas comienza la verdadera vida espiritual y los favores del Señor. En la 6ª, el alma ya queda herida del amor del Esposo y los sufrimientos se tornan placer (“dolor sabroso”).

En la 7ª morada se realiza la verdadera y perfecta unión mística con Dios.

6.4.- Estilo literario

La Santa tiene un estilo llano, espontáneo y natural. Utiliza el habla común de las gentes de Castilla la Vieja, pura y castiza, con arcaísmos que seguían vivos entre el pueblo. El principio renacentista “escribo como hablo” sigue imperando en Santa Teresa.

Con frecuencia, su misma despreocupación hace incurrir a la escritora en descuidos gramaticales, pero a esto hay que añadirle una graciosa desenvoltura, la riqueza del léxico y un lenguaje que emociona.

Utiliza abundantes diminutivos lo que da a su prosa expresividad, gracia y delicadeza. Son excepcionales las expresiones cultas. En su esfuerzo por declarar el arrobamiento, la unión del alma con Dios, sus palabras, embriagadas de amor, se desbordan y derraman el molde habitual queriendo expresar lo inefable de la erótica mística. Esto lo consigue con expresiones paradójicas y antítesis. Son suyas expresiones como “desasosiego sabroso” del alma, “gozosa pena”, “borrachez divina”, “celestial locura”, etc.

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