San anselmo ontologico
Clasificado en Filosofía y ética
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La demostración expuesta en la obra Proslogium, se basa en los siguientes supuestos:
oen la idea de Dios suministrada por la revelación (por las Sagradas Escrituras),
oen la identidad del orden lógico con el real: existir en el pensamiento ya es existir verdaderamente (ser = pensar), y
oen la consideración de la existencia divina como atributo o perfección de su esencia.
El argumento ontológico tiene la siguiente estructura:
a) Enunciado del problema: El argumento en cuestión parte del simple concepto de Dios para llegar a demostrar su existencia. Incluso el que niega a Dios, como el necio del Salmo XIII, que dijo en su corazón: Dios no existe, tiene una idea o concepto de Dios, pues no se puede negar una cosa de la que no se tiene alguna idea.
b) Punto de partida de la argumentación: el insensato entiende la idea de algo por encima de lo cual no se puede pensar nada mayor
c)Primer paso: el insensato debe aceptar que lo que entiende existe en el entendimiento.
d) segundo paso: pero el máximo pensable no puede ser que exista sólo en el entendimiento, sino que ha de existir también en la realidad. En efecto, si sólo existiera en la mente entonces lo máximo pensable sería un concepto contradictorio, porque lo máximo pensable quedaría superado por otro máximo pensable que además de existir en la mente existiera en la realidad.
e) Conclusión: luego existe en el entendimiento y en la realidad algo mayor que lo cual nada puede ser pensado.
Así pues,
oEl concepto de Dios es el de un Ser mayor o más perfecto que el cual no se puede pensar.
oUn ser de tal naturaleza, no sólo existe en el pensamiento, ya que si fuera así, aún se podrá pensar en otro ser más perfecto o mayor que además de existir en el pensamiento, existiera también en la realidad, lo cual es contradictorio.
oLuego Dios existe.
HUME
Impresiones e ideas.
Las impresiones responden a las sensaciones actuales que afectan a nuestros sentidos externos y son percepciones intensas, fuertes y vivaces (sensaciones, pasiones,emociones); un ejemplo de impresión sería la visión actual de un paisaje.
Las ideas, por el contrario, son representaciones internas,débiles, pálidas, que afectan a los sentidos internos y al entendimiento. Son solamente copias o imágenes desvaídas de las impresiones tal como las posee el espíritu en los procesos del pensamiento y del razonamiento; un ejemplo de idea sería el recuerdo del paisaje en la memoria. Resultan de una operación de la mente sobre los datos previamente obtenidos a través de las impresiones. Las ideas son imágenes de las impresiones que tenemos en la mente al recordarlas o pensar sobre<ellas
Entre sentir y pensar, o entre impresiones e ideas, no existe más diferencia que el "grado de fuerza y vivacidad con que impresionan el espíritu y penetran en nuestro pensamiento o conciencia". Así pues no hay ideas innatas, ya que el material primario de nuestro conocimiento son las impresiones o sensaciones. Todas nuestras ideas provienen de las impresiones, responden a alguna impresión recibida de nuestros sentidos, de la cual son imágenes débiles y desvanecidas.
Ideas simples y complejas: las leyes de asociación de Ideas.
Tanto las impresiones como las ideas pueden ser simples o compuestas (complejas).
a.Las ideas simples surgen al descomponer la percepción sensible, por ejemplo de una manzana, en un conjunto de impresiones indivisibles como el color, olor, sabor, etc. Las ideas simples no admiten distinción ni separación.
b.Las ideas complejas se constituyen por combinación, agregación o agrupación de las simples, no de una manera fortuita o arbitraria, sino en virtud de la "asociación", que es una tendencia que rige la combinación de las ideas simples.
c.
Laasociación de ideas. Para que se puedan formas ideas complejas en la mente, es preciso que las ideas simples se unan, se asocien. Tan asociación psíquica se rige por tres reglas o principios: Semejanza y desemejanza, Contigüidad espacio-temporal y Relación de causa a efecto. Según Hume, la fuerza de la atracción entre las ideas combinadas es proporcional a la distancia o proximidad que haya entre los términos asociados (esto nos recuerda cómo esta ley de la psicología del conocimiento se inspira en las leyes físicas de Newton).
Al clasificar los elementos del conocimiento en impresiones e ideas, Hume estaba sentando las bases del empirismo más radical. Con este planteamiento, en efecto, se introduce un criterio tajante para decidir acerca de la verdad de nuestras ideas: ¿Queremos saber si una idea cualquiera es verdadera? Muy sencillo: comprobemos si tal idea procede de alguna impresión. Si podemos señalar la impresión correspondiente, estaremos ante una idea verdadera; en caso contrario, estaremos ante una ficción. El límite de nuestros conocimientos es, pues, el de nuestras impresiones.
a.
Tipos de conocimiento y clasificación de las ciencias.
Relaciones de ideas Este tipo de relaciones se formulan en proposiciones tautológicas (analíticas y necesarias). Su verdad puede ser conocida a priori. Pueden descubrirse por la mera operación del entendimiento. Es el ámbito propio de las ciencias formales deductivas (aritmética, álgebra y geometría). Y se rigen por el principio de no contradicción.
Cuestiones de hecho. La verdad de estas proposiciones sólo es conocida a posteriori y no pueden tener otra justificación que las impresiones. Representan el mundo de los hechos; a él pertenecen las ciencias empíricas o ciencias naturales inductivas: las ciencias naturales, la filosofía moral y la ciencia del hombre. No existe demostración sino prueba y probabilidad. Las ciencias físicas o naturales se ocupan de cuestiones de hecho y sólo tienen valor en la medida en que se limitan a las experiencias pasadas. Nada garantiza (ni siquiera el principio de causalidad, como veremos) que el porvenir deba ser idéntico al pasado. Por otro lado, lo contrario a cualquier cuestión de hecho es siempre posible, y por ello no pueden conducirnos a la certeza sino tan sólo a la probabilidad, eso es, partimos de evidencias de hechos sobre los que aventuramos interpretaciones.
Lametafísica cartesiana emprende así dos trabajos: en primer lugar, deberá establecer una primera verdad
absolutamente evidente, de la que se pueda deducir todo lo demás; a partir de ella, y en segundo lugar,
construirá un sistema deductivo de explicación de la realidad basado en la idea de substancia.
A. Búsqueda de la primera evidencia. La duda metódica. El yo pensante.
Hemos dicho antes que para construir la filosofía sólo podemos fundarnos en evidencias, es decir, en ideas
claras y distintas, ideas ciertas, sin sombra de duda, porque la ciencia solo debe contener evidencias. ¿Cómo
proceder? Descartes elige el camino de la duda: dudar de todo para ver si queda algo que resista a toda duda,
algo que permanezca indubitable y cierto.
Ahora bien, ¿cómo debe entenderse y aplicarse la duda?:
1) La duda como método. Descartes utiliza la duda tan sólo para buscar la verdad. Dudar de todo es tan sólo
un procedimiento para encontrar una verdad indubitable. Descartes, pues, no es un escéptico en ningún
momento. La duda no es para él la postura mental definitiva; ni siquiera la postura inicial: parte de la
confianza en la posibilidad de alcanzar la verdad. De ahí que, su duda sea tan sólo una duda metódica. La
duda es escepticismo metódico (aplicada sistemáticamente) y metodológico (procedimiento para obtener
verdades seguras).
2) ¿A qué aplicar la duda? A todo. (Duda universal)A todas las creencias, especialmente a las que parecen
más sólidas y evidentes. Si es posible dudar de ellas, es necesario dejarlas, de momento, a un lado (aunque
se recuperen más tarde, una vez confirmadas) por que no valen para fundamentar la metafísica. ¿Ha de
aplicarse también a las creencias de la vida práctica, por ejemplo a la moral y a la política? Deducimos que
sí, puesto que Descartes quiere rehacer todos los conocimientos, los prácticos y los teóricos. Sin embargo,
considera oportuno continuar provisionalmente con nuestras costumbres hasta hallar su fundamento, su
justificación racional (Duda provisional).
3) Aplicación de la duda a los conocimientos adquiridos:
i) En primer lugar, por los conocimientos sensibles:
(1) Todo conocimiento que proceda de los sentidos es dudoso dada su escasa fiabilidad: los
sentidos con frecuencia nos y si nos han engañado aunque tan sólo sea una vez cabe suponer que nos engañen siempre. La sola duda de que nos puedan engañar elimina la
certeza absoluta y la garantía de la evidencia.
(2) Además, podría muy bien suceder lo que sucede en los sueños, en los que tomamos como
reales cosas y sucesos inexistentes excepto en nuestra imaginación; y tan reales las tomamos
que incluso nos asustamos por ellas. Pudiera ocurrir que nuestra vida de vigilia no fuera sino un
sueño.
ii) En segundo lugar, buscamos si cabe dudar también de los conocimientos puramente racionales.
Aunque así fuera, aún en sueños, las verdades matemáticas no dejarían de serlo. Dos más dos son
cuatro, lo pensemos despiertos o lo imaginemos dormidos. Y es aquí donde Descartes llega más
lejos en la aplicación de la duda: cabe pensar, aunque con probabilidad remota, en la existencia de
un espíritu maligno de extremado poder e inteligencia que pone todo su empeño en inducirme a
error. Estahipótesis del genio maligno equivale a suponer: tal vez mi entendimiento es de tal
naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre cuando piensa captar la verdad. Si cabe la
hipótesis, cabe la duda.
Pero entonces si todos los conocimientos tanto de origen sensible como racional: ¿No queda ya ningún
conocimiento libre de duda? ¿de ninguno podemos obtener evidencia? La duda, pues, parece haber eliminado
todas las creencias, ¡y los escépticos tendrían razón! Pero aquí mismo se hace la luz: puedo creer que no existe
el mundo, ni Dios, ni la verdad matemática... no obstante, algo se resiste a toda duda: estoy dudando, y para
dudar hace falta pensar, y para pensar, existir: pienso, luego existo. Esta verdad puede con todas las dudas. Y
es la sola verdad que tengo.
Ahora bien el pienso, luego existo (cogito, ergo sum): ¿qué tipo de conocimiento es?
1) No se trata de una deducción del tipo: Todo el que piensa, existe; yo pienso, luego yo existo, es decir de
un razonamiento. No se trata de eso. Es una intuición mental: intuyo la conexión necesaria entre mi pensar
y mi existir. Intuyo, sin ninguna deducción, la imposibilidad de mi pensar sin mi existir.
2) Se trata de una idea clara y distinta: Es una idea que se impone como evidencia inmediata.
3) Y es la sola verdad que tengo, por ahora, pero una verdad inmutable: me sirve de punto de apoyo sobre ella, levantar todo el edificio del saber.
4) La evidencia que he alcanzado de mi propio yo como idea clara y distinta, me revela que la idea clara y
distinta es posible alcanzarla, y debe convertirse en criterio de nuevos conocimientos.
Y ¿qué podría decir sobre lo que es el yo? Por ahora, nada más que es una cosa o realidad que piensa, y
por pensar Descartes entiende todo ejercicio consciente: dudar, sentir, creer, imaginar... Pero de ningún modo
puedo decir que el yo tenga o sea un cuerpo, porque tal cosa para mí aún es dudosa, no evidente. Sólo
puedo afirmar que soy y existo como pensamiento. Soy una cosa que piensa, un ser (sustancia) pensante (res
cogitans). La naturaleza o esencia del yo es el pensamiento. Y los modos del pensamiento pueden ser:
afirmar, negar, imaginar, sentir.
Filosofía moderna: El racionalismo cartesiano. 8
Pero si es evidente que puede afirmar, negar, imaginar o sentir, no lo es que lo que afirme, imagine o sienta,
sea cierto, a no ser una sola cosa por el momento: que existo y que pienso.
Por lo mismo, tampoco puedo afirmar ni la existencia del Mundo ni de Dios.
B. La afirmación de la existencia de Dios; su naturaleza.
Antes de seguir adelante con la deducción es necesario detenernos con Descartes a hacer balance e
inventario de los elementos con que contamos para llevarla a cabo. Este balance nos nuestra que contamos con
dos elementos:
a) el pensamiento como actividad (yo pienso) y
b) las ideas que piensa el yo.
Cuando yo afirmo: yo pienso que el mundo existe, se pone de manifiesto la presencia de tres factores: el yo
que piensa, cuya existencia es indudable; el mundo como realidad exterior al pensamiento, cuya existencia es
dudosa y problemática, y las ideas de mundo y de existencia.
De este análisis concluye Descartes que el pensamiento piensa siempre ideas y que tales ideas se hallan tan
sólo en mi pensamiento, por lo que no puedo pasar inmediatamente del mundo como idea en mi pensamiento al
mundo como realidad fuera de pensamiento. Pero ¿cómo garantizar que a la idea de mundo corresponde una
realidad: el mundo?
Partamos, pues, de las ideas. Hay que someterlas a un análisis cuidadoso para tratar de descubrir si alguna
de ellas nos sirve para romper el cerco del pensamiento (hasta hora solo tengo como seguro que pienso y que mi
existencia es evidente) y salir a la realidad extramental. Al realizar este análisis, Descartes distingue tres tipos de
ideas o de contenidos de mi pensamiento:
Ideas adventicias, es decir, aquellas que parecen provenir de nuestra experiencia externa (las ideas de
hombre, de árbol, los colores, etc.).
Ideas facticias o ficticias, es decir, aquellas ideas que construye nuestra imaginación a partir de otras ideas (la
idea de un caballo con alas, por ejemplo).
Está claro que ninguna de estas ideas puede servirnos como punto de partida la para demostrar la existencia
de la realidad extramental: las adventicias, porque parecen provenir del exterior por el conocimiento sensorial, y,
por tanto, su validez parece estar en entredicho ya que aún es dudosa la existencia de la realidad externa a
nuestro pensamiento; las facticias, porque al ser construidas por la imaginación a partir del conocimiento
sensible, su validez es cuestionable.
Existen, sin embargo, algunas ideas (pocas, pero, desde luego, las más importantes) que no son ni adventicias
ni facticias. Ahora bien, si no pueden provenir de la experiencia externa ni tampoco son construidas a partir de
otras, ¿cuál es su origen? La única contestación posible es que el pensamiento las posee en sí mismo, es decir,
son innatas. (Henos aquí ante la afirmación fundamental del racionalismo de que las ideas primitivas a partir de
las cuales se ha de construir el edificio de nuestros conocimientos son innatas). Ideas innatas son, por ejemplo,
las ideas de pensamiento y la de existencia, que ni son construidas por mí ni proceden de la experiencia
externa alguna, sino que me las encuentro en mi yo pensante.
Entre las ideas innatas, Descartes descubre las ideas de infinitud y de perfección, que se apresura a identificar
con la idea de Dios (Dios = infinito y perfecto). La idea de Dios no puede ser ni adventicia ni ficticia.
Solo me queda por examinar de qué modo he adquirido esa idea. Pues no la he recibido de los sentidos, y
nunca se me ha presentado inesperadamente, como las ideas de las cosas sensibles, cuando tales cosas se
presentan, o parecen hacerlo, a los órganos de mis sentidos. Tampoco es puro efecto o ficción de mi espíritu,
pues no está en mí poder aumentarla o disminuirla en cosa alguna. Y, por consiguiente, no queda sino decir que,
al igual que la idea de mí mismo, ha nacido conmigo, a partir del momento mismo en que yo he sido creado.
Meditaciones metafísicas. Meditación tercera.
Pero queda por demostrar que a tal idea (Dios), que es un contenido de mi pensamiento, le corresponde la
realidad extramental (Dios). Es decir, que además de poder pensar la idea de Dios (en mí), también puedo
afirmar la realidad objetiva de Dios (fuera de mí).
Entre los argumentos utilizados por Descartes merecen destacarse dos:
En primer lugar, el ARGUMENTO ONTOLÓGICO, tomado de San Anselmo.
En segundo lugar, Descartes razona que si tengo en mi pensamiento las ideas de infinitud y de perfección,
de una realidad infinita y perfecta me han de venir, porque yo finito e imperfecto no podría concebirlas por mí
mismo; y esto es así dado que todo requiere para existir una causa proporcionada: a una idea de infinitud debe
corresponderle una causa infinita, a una idea de perfección, una causa perfecta.
Luego Dios existe. ¿Y qué es? Descartes afirma que la esencia o naturaleza de Dios es la infinitud.
La existencia de Dios como garantía de la verdad de mis ideas claras y distintas.
C. La afirmación de la existencia del Mundo; su naturaleza.
a) El concepto de Mundo y la afirmación de su existencia.
Por mundo se entiende el conjunto de los seres materiales, exteriores a mi pensamiento, entre ellos mi
propio cuerpo.
A la afirmación de la existencia del Yo llegamos por la intuición; a la afirmación de la existencia de Dios, por
una deducción; a la afirmación de la existencia del Mundo (materia) llegamos también por deducción a partir de
las ideas del Yo y de la definición de Dios como ser bueno.
Mi pensamiento contiene ideas relativas a los cuerpos: sensaciones de frío y calor, sensaciones de color, de
tamaño, etc. Pero estas ideas son adventicias, de origen sensorial, confusas. Es cierto que yo siento el frío quizá
de algo, pero no es evidente que ese algo, ese cuerpo del cual creo que me proviene dicho frío, exista. A esas
cualidades subjetivas y no cuantificables, Descartes como Galileo las denomina cualidades secundarias. Ahora
bien, Tengo en mí una percepción que acompaña a todas mis percepciones o ideas de cosas que considero
materiales: la extensión. Nada puedo percibir como cuerpo frío, blanco, ancho si no es como algo extenso. La
extensión no puede percibirla como una sensación, como un dato de los sentidos; ninguno de ellos me lo puede
transmitir porque solo puedo representarme la extensión racionalmente, por el pensamiento: la extensión se
piensa, no se ve. Esta idea de extensión como es puramente racional es innata, y para mí es evidente que nada
material puede existir sin ser extenso.
Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe al creer que el
mundo como realidad extensa existe; luego el mundo existe. Es decir, Dios como ser bueno y perfecto, no
puede permitir que yo tenga la idea en mi pensamiento de la existencia de algo extenso (que es una idea racional)
y que a esa idea no le corresponda ninguna realidad extramental, que no exista realmente algo que sea extenso.
Dios aparece así como garantía de que a alguna de mis ideas corresponde un mundo, una realidad
extramental. Conviene, sin embargo, señalar que Dios no garantiza que a todas mis ideas corresponda una
realidad extramental (por ejemplo, puede que a la sensación de frío, no le corresponda ninguna realidad
extramental).
KANT
LA ESTÉTICA TRANSCENDENTAL.
A. Se analiza la facultad de la sensibilidad y se fundamentan (se estudia cómo son posibles los juicios
sintéticos a priori en las Matemáticas y la Geometría.
B. Kant entiende por sensibilidad la facultad de conocimiento que hace posible la primera ordenación o
síntesis de las impresiones o de los datos sensoriales. No se puede ver algo sin verlo en un lugar del
espacio y en un momento del tiempo. Espacio y tiempo son las condiciones generales, necesarias y
transcendentales (que están en el sujeto y las pone el sujeto) que hacen posible el conocimiento
sensible.
Esta síntesis por lo tanto se hace entre dos componentes del conocimiento:
a) Lo que recibe el sujeto: Las sensaciones o datos sensoriales que proceden del objeto que afecta al
sujeto cognoscente, y se caracterizan por ser diversos y estar desprovistos de necesidad y
universalidad. Son datos contingentes, particulares y vienen de fuera del sujeto.
b) Lo que pone el sujeto: las intuiciones o formas puras que son el espacio y el tiempo mediante las
cuales la diversidad fenoménica es ordenada y dispuesta en cierta forma y estructura.
Espacio y tiempo son para Kant formas a priori de la sensibilidad, o intuiciones puras, o
condiciones transcendentales de la sensibilidad. El espacio es la forma a priori de la sensibilidad
externa. El tiempo es la forma a priori de la sensibilidad interna. Formas: que no son contenidos,
impresiones sensibles (colores, sonidos, etc.) sino la forma o el modo como percibimos todas las
impresiones particulares (colores, sonidos... los recibimos en el espacio y en el tiempo. A priori: que no
proceden de la experiencia. Intuiciones: que no son conceptos del entendimiento sino datos de la
sensibilidad. Puras: vacías de contenido empírico; espacio y tiempo son como dos coordenadas vacías
en las cuales se ordenan las impresiones sensibles. Transcendentales: que están en el sujeto que
conoce, más allá de los datos sensoriales. De la sensibilidad: es decir, del conocimiento sensible. Kant
distingue entre sensibilidad externa y sensibilidad interna. Por la sensibilidad externa nuestras
impresiones provenientes del exterior de nosotros mismos (colores, sonidos, etc.) quedan ordenadas
mediante el espacio y el tiempo. Por la sensibilidad interna se ordenan solamente en el tiempo
nuestras impresiones internas (vivencias, imaginaciones, recuerdos, etc.).
La sensibilidad al ordenar mediante el espacio y el tiempo los datos sensoriales produce fenómenos o
lo que es lo mismo: la experiencia.
C. Los juicios sintéticos a priori en aritmética y geometría.
Además de exponer las condiciones sensibles del conocimiento, Kant se ocupa en la estética
trascendental del conocimiento matemático. A primera vista puede parecer extraño que Kant se ocupe
de las matemáticas al tratar de las condiciones sensibles del conocimiento: las matemáticas, desde
luego, no se hacen con los sentidos sino con el entendimiento. Si Kant se ocupa de las Matemáticas en
este momento es porque piensa que la posibilidad de los juicios sintéticos a priori en esta ciencia
depende precisamente de que el espacio y el tiempo son intuiciones puras.
El razonamiento de Kant al respecto puede resumirse del siguiente modo:
1. La Geometría y la Aritmética se ocupan, respectivamente, del espacio y del tiempo. Que la
Geometría se ocupa de determinar las propiedades del espacio no parece, en principio, difícil
de admitir. Que la Aritmética tenga que ver con el tiempo resulta, sin embargo, una
afirmación extraña. Y así es, según Kant: la aritmética se ocupa de la serie numérica (1, 2,3...
n) y ésta, a su vez, se basa en la sucesión temporal (el 2 antes que el 3, y después del 1, etc.) El
tiempo es, según Kant, el fundamento último de la Aritmética.
2. Las Matemáticas pueden formular juicios sintéticos a priori porque el espacio y el tiempo son
intuiciones puras, a priori:
a. Las Matemáticas formulan juicios acerca del espacio y el tiempo: ahora bien el espacio y
el tiempo son condiciones previas, independientes de toda experiencia particular; luego,
los juicios de las matemáticas son a priori.
b. Las Matemáticas formulan juicios acerca del espacio y el tiempo; ahora bien, todos los
objetos de nuestra experiencia se dan en el espacio y el tiempo; luego, en todos los objetos
de nuestra experiencia se cumplirán necesariamente los juicios de las matemáticas, es decir
que son universales y necesarios, sin excepción posible.
LA ANALÍTICA TRASCENDENTAL.
A. ¿Qué es el conocimiento intelectual?
La sensibilidad nos sitúa frente a una multiplicidad de fenómenos, frente a una multiplicidad de
impresiones en el espacio y el tiempo. Ahora bien, percibir tal multiplicidad de fenómenos (colores,
formas, sonidos, etc.) no es, sin más comprenderlos. Si el percibir es la función propia de la sensibilidad,
el comprender lo percibido es la función propia del entendimiento. De ella se ocupa Kant en la Analítica
transcendental.
1. La función de comprender o entender se realiza mediante conceptos. Supongamos que
estamos viendo cualquier objeto que nos es familiar, una casa, por ejemplo. Nuestros sentidos
nos ofrecen ciertas impresiones sensibles (colores, formas, etc.) aquí y ahora. Si alguien nos
pregunta qué estamos viendo, diremos que vemos una casa. El concepto de casa constituye,
pues, la clave que nos permite comprender e interpretar esas percepciones sensibles.
Comprender los fenómenos es poder referirlos a un concepto. Cuando no podemos referir las
impresiones sensibles a un concepto, nuestra comprensión de aquéllas queda bloqueada,
resulta imposible. Asimismo, esta actividad de referir los fenómenos a los conceptos se realiza
siempre a través de un juicio: esto es una casa. Por lo tanto el entendimiento o pensamiento
puede ser considerado como la facultad de los conceptos o bien como la facultad de los juicios, la facultad
de juzgar.
2. Conceptos puros o categorías y conceptos empíricos. Los conceptos empíricos son aquellos
que proceden de la experiencia (son a posteriori). Conceptos como casa, perro, mamífero son
empíricos, extraídos de la experiencia a partir de la observación de las semejanzas y rasgos
comunes a ciertos individuos. Aparte de los conceptos empíricos, el entendimiento posee,
según Kant, ciertos conceptos que no proceden de la experiencia y son, por tanto, a priori: a
éstos los denomina espontáneos, en cuanto que el entendimiento los produce sin derivarlos de
la experiencia.
La función del entendimiento es formular juicios, unificar y coordinar los datos de la
experiencia sensible por medio de juicios. Pues bien, pensaba Kant, habrá tantas maneras de
unificar los datos de la experiencia, tantos conceptos puros como formas posibles de juicio.
Analizando las posibilidades de unificar la experiencia mediante juicios, Kant afirmó que
podían deducirse 12 categorías o conceptos puros. Algunos de ellos son: unidad, sustancia,
causa, existencia, necesidad.
3. Los conceptos puros son condiciones trascendentales necesarias de nuestro conocimiento de
los fenómenos. Esto significa que el entendimiento no puede pensar los fenómenos si no es
aplicándoles estas categorías, y, por tanto, los fenómenos no pueden ser pensados o
entendidos sin ellas. Si prescindimos de ellas no quedará sino un conjunto de impresiones
sensibles inconexas, desarticuladas.
4. Las categorías sólo producen conocimientos aplicadas a fenómenos. Así como el espacio y el
tiempo han de llenarse con las impresiones sensibles, los conceptos puros han de llenarse con
los catos procedentes del conocimiento sensible. Su aplicación a algo que no nos venga de la
experiencia es ilegítima desde el punto de vista del conocimiento, es decir, no nos aportan conocimiento
válido.
B. Los juicios sintéticos a priori en la Física.
Ya dijimos que Kant se ocupa en la analítica transcendental de dos cuestiones: del estudio del
entendimiento (facultad de los conceptos y de los juicios) y de la posibilidad de producir juicios sintéticos a
priori en la Física. La primera cuestión ya ha quedado expuesta anteriormente, y puede resumirse así: a) el
entendimiento conoce aplicando los conceptos puros a los fenómenos, a lo dado en la experiencia; b) las categorías o conceptos puros solamente tienen validez cuando son aplicados a los fenómenos, a lo dado en la
experiencia.
Ahora nos preguntamos: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la Física? Los juicios que
expresan lo esencial del conocimiento físico de la Naturaleza son los que contienen la categoría de causalidad
(por ejemplo, en cualquier ley de la Física). Estos juicios han de ser sintéticos a priori.
1. El principio de causalidad está basado en la categoría de causa. Ahora bien, la categoría de causa
(como todas las categorías) es un concepto puro que no procede de la experiencia, sino que es
previo a la experiencia a la cual se aplica; luego, la validez del principio de causalidad no depende
de la experiencia sino que precede a ésta. Es, por tanto, a priori.
2. Como hemos señalado anteriormente, los fenómenos solamente pueden ser conocidos por el
entendimiento si éste les aplica las categorías. En cuanto el principio de causalidad lo aplicamos a
la comprensión de los fenómenos, dicho conocimiento es, por tanto, estrictamente, universal y
necesario.
LA DIALÉCTICA TRANSCENDENTAL.
En la dialéctica transcendental se ocupa Kant de la posibilidad de la Metafísica, así como de la
naturaleza y funcionamiento de la razón.
A. Imposibilidad de la Metafísica como ciencia.
La pregunta fundamental que -como señalábamos al principio- preocupaba profundamente a Kant:
¿es posible la Metafísica como ciencia?, es contestada negativamente en la dialéctica trascendental. La Metafísica
-entendida como un conjunto de proposiciones o juicios acerca de las realidades que están más allá de la
experiencia- es imposible, ya que las categorías sólo pueden usarse legítimamente en su aplicación a los
fenómenos, a lo dado en la experiencia.
La aplicación de las categorías más allá de la experiencia es lógicamente ilegítima y da lugar a
errores e ilusiones. La Metafísica pasa por alto la distinción entre fenómeno y noúmeno. La misión de la
dialéctica transcendental es, pues, hacer una crítica de la razón en su pretensión de alcanzar el conocimiento
de las cosas en sí, de lo que está más allá de la experiencia.
Pero si la aplicación de las categorías más allá de la experiencia es lógicamente ilegítima, es
también una tendencia inevitable, de acuerdo con la naturaleza misma de la razón que busca el saber de lo
incondicionado, es decir de aquello que no está condicionado por la experiencia. De ahí que la razón tienda
inevitablemente a extender su conocimiento más allá de lo sensible, a hacerse preguntas y formular respuestas
acerca de Dios, del alma y del mundo como totalidad.
B. El funcionamiento y objetivos de la razón.
El conocimiento intelectual no se limita a formular juicios, sino que también conecta unos juicios
con otros, formando raciocinios o razonamientos. Tomemos un ejemplo sencillo utilizado por el mismo
Kant:
Todos los hombres son mortales,
todos los investigadores son hombres,
luego todos los investigadores son mortales.
Este sencillo silogismo nos muestra cómo la conclusión, el juicio Atodos los investigadores so
morales@, tiene su fundamento en un juicio más general, la premisa Atodos los hombres son mortales@.
(Los investigadores son una parte de los hombres; por tanto, si éstos son mortales, aquéllos lo son).
Nuestro razonamiento puede ir, sin embargo, más lejos: cabría preguntarse por el fundamento de la
premisa mayor y así cabría el siguiente silogismo:
Todos los animales son mortales,
todos los hombres son animales,
luego, todos los hombres son mortales.
El juicio que en el primer silogismo aparecía como fundamento de la conclusión aparece en
este silogismo como fundado en un juicio más general aún: Atodos los animales son mortales@.
Nuevamente podemos ir en busca de un juicio más general aún que sirva de fundamento a la premisa
mayor, y puesto que los animales son una parte de los vivientes, podemos establecer el siguiente
silogismo:
Todos los vivientes son mortales,
todos los animales son vivientes,
luego, todos los animales son mortales.
¿Qué es lo que hemos hecho en este ejemplo que venimos considerando? La respuesta es
sencilla: la razón busca encontrar juicios cada vez más generales, capaces de abarcar una multiplicidad
de juicios particulares sirviendo a éstos de fundamento. Este es el funcionamiento de la razón como
consecuencia de su tendencia natural a buscar condiciones o conceptos cada vez más generales y, en
último término, conceptos últimos aunque no tengan contenido fenoménico.
C. La razón y las ideas. Yo, Mundo, Dios.
Nuestra razón busca unificar todos nuestros conocimientos en conceptos últimos. Estos conceptos
son denominados ideas. Así por ejemplo:
1. todos los fenómenos físicos se pretenden unificar y explicar refiriéndolos a una idea que
denominamos Mundo, como totalidad de todo lo existente fuera de nosotros;
2. todos los fenómenos psíquicos se pretenden unificar y explicar refiriéndolos a una idea
denominada Yo.
3. Dios, es el concepto último, concebido como causa del Yo y del Mundo.
Ahora bien,
a) Dios, Yo y Mundo son tan sólo ideas en nuestra razón y no realidades que podamos conocer.
b) Las teorías metafísicas pretenden explicar las cosas en sí que integran lo que denominamos Yo,
Dios y Mundo, lo cual, según el análisis kantiano que hemos desarrollado, queda desautorizado o
deslegitimado- por seguir el vocabulario jurídico empleado por Kant cuando suponía que la razón debía
constituirse en juez de sí misma, de sus posibilidades-. Queda pues claro que la Metafísica, según este
autor, no puede considerarse como ciencia.