el amor cortés

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En Siglo XII en las cortes de Leonor de Aquitania (La Provenza), surge un nuevo concepto de amor denominado amor cortés. Se trata de un amor con mesura, espiritual, para diferenciarse del amor carnal y erótico de la villanía, es decir, los juglares. De esta manera ya no serán los juglares los que difundan cantando este amor propio de la cortesía por eso nace la figura del trovador, un hombre sabio que ha cursado sus estudios en las primeras universidades.

Para recoger todas estas ideas del amor cortés Leonor de Aquitania solicita a su mano derecha, Andrea Capellanus, componer Tratado de amore.

En este libro se recogen los cuatro preceptos que deben cumplirse en la conquista amorosa; humildad, cortesía, “religio amoris” y adulterio.

Respecto a la humildad, el trovador se presenta como un vasallo ante su amada, que se comporta como un señor feudal. Ella es una “dama sans merci”, es cruel y despótica con el vasallo, al que siempre desprecia. Como podemos ver, el sistema económico y social conocido como feudo-vasallaje se traslada al amor.


En cuanto a la cortesía, vemos que los protagonistas no pertenecen al último estamento social pues se trata de un noble y una dama. En la escala de amor, entendida como un dulce sufrir, el trovador/vasallo/noble debe superar una serie de obstáculos para alcanzar a la dama que se considera un trofeo o galardón. Lo que nos recuerda a una especie de caza, la actividad preferida de la nobleza. En el primer escalón el enamorado será un “fenhedor” (sufridor) que está sumido en un “agritudo amoris”. En el segundo escalón el trovador se convertirá en un entendedor pues comprenderá que ese “ignis amoris” que lo consume le ayudará a perfeccionarse. Por último llegará a convertirse en un “druntz”(amante), concepto que no llegará a España por la influencia del cristianismo.

La “religio amoris” entendida como la religión del amor, explica esa visión de la mujer como un objeto al que hay que rendir culto, una diosa (inalcanzable).

Por último hay que entender el adulterio como el amor en estado puro pues recordemos que los matrimonios eran de conveniencia, y por lo tanto, vínculos legales y no sentimentales. El trovador se enfrentaría a una serie de enemigos: el marido, el padre, los hermanos, los sirvientes y el alba.

Con el amor cortés nace la primera manifestación lírica culta: lírica provenzal o lírica cortesana.


En Siglo XII en las cortes de Leonor de Aquitania (La Provenza), surge un nuevo concepto de amor denominado amor cortés. Se trata de un amor con mesura, espiritual, para diferenciarse del amor carnal y erótico de la villanía, es decir, los juglares. De esta manera ya no serán los juglares los que difundan cantando este amor propio de la cortesía por eso nace la figura del trovador, un hombre sabio que ha cursado sus estudios en las primeras universidades.

Para recoger todas estas ideas del amor cortés Leonor de Aquitania solicita a su mano derecha, Andrea Capellanus, componer Tratado de amore.

En este libro se recogen los cuatro preceptos que deben cumplirse en la conquista amorosa; humildad, cortesía, “religio amoris” y adulterio.

Respecto a la humildad, el trovador se presenta como un vasallo ante su amada, que se comporta como un señor feudal. Ella es una “dama sans merci”, es cruel y despótica con el vasallo, al que siempre desprecia. Como podemos ver, el sistema económico y social conocido como feudo-vasallaje se traslada al amor.


En cuanto a la cortesía, vemos que los protagonistas no pertenecen al último estamento social pues se trata de un noble y una dama. En la escala de amor, entendida como un dulce sufrir, el trovador/vasallo/noble debe superar una serie de obstáculos para alcanzar a la dama que se considera un trofeo o galardón. Lo que nos recuerda a una especie de caza, la actividad preferida de la nobleza. En el primer escalón el enamorado será un “fenhedor” (sufridor) que está sumido en un “agritudo amoris”. En el segundo escalón el trovador se convertirá en un entendedor pues comprenderá que ese “ignis amoris” que lo consume le ayudará a perfeccionarse. Por último llegará a convertirse en un “druntz”(amante), concepto que no llegará a España por la influencia del cristianismo.

La “religio amoris” entendida como la religión del amor, explica esa visión de la mujer como un objeto al que hay que rendir culto, una diosa (inalcanzable).

Por último hay que entender el adulterio como el amor en estado puro pues recordemos que los matrimonios eran de conveniencia, y por lo tanto, vínculos legales y no sentimentales. El trovador se enfrentaría a una serie de enemigos: el marido, el padre, los hermanos, los sirvientes y el alba.

Con el amor cortés nace la primera manifestación lírica culta: lírica provenzal o lírica cortesana.

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