Análisis Comparativo de Obras Maestras del Barroco: Martirio de San Felipe y Las Meninas
Clasificado en Plástica y Educación Artística
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Martirio de San Felipe
Martirio de San Felipe: Me encuentro ante una obra pictórica, perteneciente al Barroco. El tema de la obra es el martirio de San Felipe, un tema religioso católico donde se nos muestra a San Felipe en el momento de su ejecución. La composición gira en torno a dos diagonales claras; una de ellas está formada por el brazo y el cuerpo del santo que presenta escorzo; la otra está trazada por las figuras que se ven a la derecha y la espalda del sayón que sujeta al santo por los pies. La sucesión de triángulos formados por las varas de elevación, los brazos del santo y los dos sayones que tiran, dan a la escena el dinamismo y la carga escénica propia de la teatralidad barroca. Estas formas contrastan con la verticalidad del palo de la cruz. El cuadro se completa con unas figuras, a la derecha, que asisten al espectáculo comentando lo que está ocurriendo. Los escorzos de algunas figuras son violentos. El fondo con un cielo luminoso azul. El tenebrismo continúa pero menos marcado, como se ve por ejemplo en el rostro del santo. El modelado del cuerpo es de un gran realismo; está perfectamente hecho; el rostro es realista. En cuanto al color se observa un gran contraste entre el rojo del ropaje del verdugo y el azul del cielo, aunque predominan colores como el marrón, el verde, el gris y el amarillo en tonalidades oscuras. Por otra parte, podemos observar que el autor consiguió dar realismo a diversas calidades táctiles como la madera de la cruz, el pelo y la piel de los personajes, las ropas, las cuerdas, y el pañuelo de la mujer que aparece en la esquina inferior izquierda. En cuanto a la luz podemos decir que proviene del exterior, es natural, e influye sobre todo en el pecho de San Felipe. Autor del cuadro: José Ribera, una de las figuras capitales de la pintura española.
Las Meninas
Las Meninas: Me encuentro ante una obra pictórica perteneciente al Barroco. S. XVII. 1656, España (Corte de Madrid). Óleo sobre lienzo. En este enorme lienzo de 310 x 276 cm podemos apreciar, dentro de una gran sala decorada por grandes cuadros, en primer plano a un enano que apoya el pie sobre un perro tumbado, una bufona, una dama que mira fijamente a una niña que es atendida por otra dama y, cerrando este plano, Velázquez, delante de un gran lienzo que mira hacia el exterior del cuadro. En un segundo plano dos personajes de los que uno, una monja, habla con el otro, mientras éste fija su mirada en la tela que se está pintando, y en un tercer plano, en el fondo de la escena, otro personaje observa el interior de la estancia a través de una puerta abierta. Todas las figuras están hechas casi a tamaño natural. La composición de esta obra es enormemente compleja. Utiliza Velázquez una serie de recursos para conseguir la perspectiva y profundidad de esta escena. Así, las figuras se suceden en tres planos distintos. Velázquez ha sabido pintar la atmósfera, el aire, la luz que circula por el interior. Esa circulación atmosférica es lo que ha venido en llamarse Perspectiva aérea, en la que Velázquez es un maestro único. Los colores son cálidos.