Análisis de la obra "El matrimonio Arnolfini" de Jan van Eyck
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El matrimonio Arnolfini: Una obra maestra de Jan van Eyck
Introducción
De entre todos los pintores flamencos, destacó principalmente Jan van Eyck, un artista con un estilo aristocrático y personal, que llegó a ser el pintor oficial del duque de Borgoña y autor de la famosa obra que es objeto de este comentario.
El contexto de la obra
La tabla del Matrimonio Arnolfini es un retrato encargado por el esposo, Giovanni Arnolfini, un rico comerciante burgués de origen italiano. No se trata de un retrato vulgar y corriente, sino de un auténtico documento o certificado matrimonial. Según algunas teorías, se pintó en vida de la pareja, y para otros expertos, fue encargado por el comerciante tras el fallecimiento de su mujer a modo de recuerdo.
Descripción de la escena
Los personajes, dispuestos de pie, aparecen en el interior de una habitación, el dormitorio de su vivienda, representada con un detallismo que recoge y representa todos los objetos típicos de una casa del s. XV (los adornos del espejo; el reflejo en el mismo espejo de los esposos y de las dos testemunas; el mobiliario; las ropas de los esposos, etc.).
Perspectiva y técnica pictórica
La perspectiva espacial está marcada por las líneas del suelo, de las vigas, de la ventana y del dosel de la cama que confluyen hacia el interior. Las líneas convergen hacia el fondo, aplicándose el esquema de la perspectiva lineal, que se amplía gracias al efecto del espejo cóncavo del fondo, aumentando la sensación de profundidad de la habitación.
En cuanto a la técnica pictórica, destaca el protagonismo de la línea, conformando un dibujo claro, preciso y delicado. La utilización del óleo, por otra parte, permite conseguir unas calidades casi palpables en los objetos, recogiendo hasta el mínimo detalle (es lo que se llama realismo sensorial).
El juego de luces y sombras
En primer término aparecen el perro y las vestiduras recogidas del vestido de la mujer en el suelo. De seguido, se sitúan los protagonistas. Detrás de estos, hay un espacio marcado por la luz que entra por la ventana de la izquierda y, al fondo, la pared de la habitación cierra la representación. La luz actúa dinamizando la escena para aminorar el estatismo de los retratados, acariciando las figuras y los objetos, creando una atmósfera muy real. En el cuadro se emplea una luz brillante, propia del óleo, y que parece representar el aire, refulgiendo los objetos como si fuesen esmaltes.
El espejo: una ventana a otra realidad
Pero el espacio no termina aquí, sino que se prolonga a través del espejo colgado en la pared. Mediante este espejo, el espectador tiene dos visiones distintas de un mismo espacio y tiempo. De este modo, el propio pintor, acompañado de otra persona, se autorretrató en el espejo cóncavo, introduciendo la figura del autor en su propia obra, lo que significaba ya una mayor valoración del artista y de la misma arte. El reflejo en el espejo será un motivo empleado posteriormente en otros cuadros también famosos, como “Las Meninas” o en la “Venus del espejo”, de Velázquez.
El detallismo y la precisión
El dominio y el virtuosismo técnico se hacen patentes al observar pequeños detalles, como las escenas de la Pasión de Cristo que adornan el marco del espejo, o el pelaje del perrito, ya que los pelos están pintados uno a uno.
Simbolismo en la obra
A pesar de la imitación de la realidad, el retrato está cargado de simbolismos, como:
- La vela encendida en la lámpara (la Luz de Cristo, la luz de la fe y principal testigo del acto, bendiciendo el mismo).
- Los zapatos.
- El perro (fidelidad).
- El espejo representa la pureza y virginidad de la esposa (que no está embarazada, a pesar del abultado de su vientre).
- Los adornos del espejo recogen escenas de la Pasión de Cristo.
- Sobre la cabecera de la cama aparece representada Santa Margarita (patrona de los partos).
- El hecho de que los esposos estén descalzos quiere recordarnos el carácter sagrado del ritual llevado a cabo.
- Las frutas del alféizar de la ventana son símbolos de la inocencia frente al pecado y de los futuros hijos.
- Los colores azul y verde de la mujer simbolizan el amor y la esperanza.
- Finalmente, los propios esposos están posando en un gesto de bendición y entrelazando las manos.
Todos estos detalles están relacionados con el contrato matrimonial y con el sacramento del matrimonio. El propio Van Eyck firmó y dató la obra en la pared del fondo, sobre el espejo, a modo de testigo de la alianza matrimonial (“J. Eyck estuvo aquí”, escrito en latín).
Conclusión
Todo lo comentado anteriormente convierte a esta pintura en una de las pinturas maestras del arte universal y en una obra enormemente intelectual, que hay que leer y comprender, convirtiéndose en algo complejo y profundo.