Análisis del poema 'A un olmo seco' de Antonio Machado

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A un olmo seco - Antonio Machado
A un olmo seco es un poema escrito por Antonio Machado, un poeta que nació en Sevilla en
1875 y murió en 1939 en París. Estudió en la Institución de Libre Enseñanza, en Madrid. En un
viaje a París, descubre movimientos artísticos como el simbolismo y conoce a autores muy
influyentes en su camino, por lo que comienza a escribir su primer poemario, Soledades. En
1907 se traslada a Soria y su paisaje provoca tal impacto en el autor que cambia bruscamente
su trayectoria creativa, dando lugar a un Machado existencialista que se preocupa por el
destino de España. En 1912, su vida se ve marcada por dos acontecimientos importantes: la
publicación de Campos de Castilla y la muerte de su esposa, Leonor.
Machado perteneció a la Generación del 98, un grupo de autores literarios, entre los que
destacan Pío Baroja, Azorín, Valle-Inclán, Unamuno y el propio Machado, surgido a finales del
siglo XIX tras el desastre del 98 como una respuesta intelectual y una necesidad de reflexionar
sobre el problema de España. Esta generación se caracteriza por la exaltación del paisaje
español, la actitud crítica hacia su propio país, la humanidad en sus escritos, la voluntad
antirretórica y el gusto por lo tradicional y español.
La producción de Machado se divide en cuatro etapas: La primera de Intimismo simbolista,
donde se dedica a escribir “poesía del yo” con obras como Soledades o Galerías y otros
poemas. A esta le sigue una etapa de Castellanismo regeneracionista, en la que pasa a escribir
una “poesía del nosotros” plasmada en su gran obra Campos de Castilla, a la que pertenece A un olmo seco, poema que comentaremos a continuación. Tras esto, comienza su etapa de
Poesía filosófica y folclórica en la que escribe Nuevas canciones. Finalmente, su producción
finaliza con escritos de la Guerra Civil.
Para comprender mejor a Machado, debemos conocer el contexto de su época. A finales del
siglo XIX, sucedió en España lo que fue conocido como el “Desastre del 98”, la pérdida completa
de las colonias americanas que llevó al país a una era de crisis política, económica, social y
moral. Como respuesta al problema, surgió el “regeneracionismo”, una corriente ideológica
cuya intención principal era regenerar y recuperar a España. Este fenómeno del
regeneracionismo se vio plasmado en la literatura de los autores de la Generación del 98,
quienes en sus obras reflexionaban sobre el problema de España y exaltaban continuamente el
paisaje castellano.
El poema se divide en dos grandes partes. La métrica y rima de la primera parte es muy similar
a la del soneto inglés, compuesto por dos serventesios (AbAB / CDCD) y dos tercetos (EFE /
FGG), acabando el último con un pareado. La segunda parte se trata de una silva, compuesta
por versos endecasílabos y heptasílabos combinados a voluntad del poeta, quedando libres los
versos veinticuatro y treinta.
Como se mencionó anteriormente, el poema está dividido en dos partes de notable diferencia
entre sí. Principalmente, se distinguen por la actitud del autor. En la primera parte, Machado se
dirige al olmo en tercera persona y habla de este de forma desganada, describiéndolo como un
árbol ya viejo y casi podrido, aunque sin dejar atrás la esperanza de que renazca con esas
“hojas verdes que le han salido”. En cambio, en la segunda parte, Machado se dirige
personalmente al olmo, hablando en segunda persona con énfasis y una
actitud mucho más optimista hacia el futuro del árbol. Aquí opta por el uso de la silva, debido a
que esta estrofa le permite mayor libertad para reflexionar y expresarse.
El tema principal del poema es la situación de España en aquellos años. El olmo centenario
representa a Castilla, desgastada, pudriéndose y también hendida por el rayo tras el desastre
del 98 y los distintos problemas que le sucedían al país. Es notable también la presencia del
regeneracionismo, ese deseo de levantar a España de su propia miseria, en esperanzados
versos como: “Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la
primavera”. Desde otro punto de vista, el poema se puede interpretar de manera diferente y
entender que Machado no habla sobre España, sino sobre su mujer, Leonor, que estaba a
punto de fallecer. Aquí, la figura del olmo representa a la muchacha, enferma y en sus últimos
días de vida, y las hojas verdes, la esperanza de que su amada se recupere. Además, se tratan
otros temas típicos en la producción de Machado, como son la muerte, que se nombra en el
verso dos: “y en su mitad podrido”, indicando que el olmo está muriendo poco a poco. Otro tema
comúnmente nombrado en la literatura de la Generación del 98 es el paisaje castellano,
representado mediante el Duero, el camino y la ribera.
Es usual en Machado el uso de símbolos. En el caso de A un olmo seco, destacamos la muerte,
que es simbolizada por el mar en el verso 24: “antes de que el río hasta la mar te empuje”. El
olmo, además de simbolizar a Castilla, representa también el pasado y la nostalgia. El
regeneracionismo se representa mediante el color verde, que a su vez ha simbolizado siempre
la esperanza, presente en “algunas hojas verdes le han salido” y “la gracia de tu rama
verdecida”. Por otra parte, el segundo verso, de 7 sílabas, podría hacer referencia a esa mitad
del olmo que continúa viva y no está podrida, por ello contiene aproximadamente la mitad de
sílabas que el resto del poema.
Como es típico de la Generación del 98, Machado opta por la voluntad antirretórica, utiliza un
lenguaje sencillo, elegante y cuidado, por lo que no son abundantes las figuras retóricas en el
poema. Sin embargo, encontramos algunas como la anáfora en la segunda parte del poema
con “Antes que” en los versos quince, diecinueve, veintidós y veinticuatro. Se localiza también
el hipérbaton: “antes que rojo en el hogar, mañana, ardas de alguna mísera caseta, al borde de
un camino”. No obstante, el rasgo más significativo de la poesía de Machado es el denominado
“adjetivo definidor”, adjetivación singular por la que cada sustantivo se acompaña de su
adjetivo propio para fijar el contenido y dejar una clara visión de este. Algunos ejemplos son:
“hojas verdes”, “olmo centenario”, “tronco carcomido y polvoriento” o “rama verdecida”.
En conclusión, A un olmo seco de Antonio Machado refleja tanto la situación de España tras el
desastre del 98 y ese sentimiento regeneracionista extendido entre la población española a
principios del siglo XX de querer levantar al país de su miseria, como la esperanza del poeta de
que el paso del tiempo traiga un milagro a su vida: la curación de Leonor. Todo esto camuflado
tras los distintos símbolos nombrados anteriormente.

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