Análisis del Sector Industrial en España y Galicia: Desafíos y Oportunidades en la Economía Global

Clasificado en Otras lenguas extranjeras

Escrito el en español con un tamaño de 14,31 KB

Sector Secundario: Situación Actual de la Industria en España y Galicia

España es un país integrado en el conjunto de los países industriales del mundo, pero ocupa una posición semiperiférica en relación a ellos. Pueden diferenciarse tres grandes etapas en la industrialización española: desde mediados del siglo XIX hasta la crisis industrial de 1975, la etapa de crisis entre 1975 y 1985, y la etapa actual comenzada en 1985. En la primera etapa se inicia con retraso la industrialización del país, y esta no alcanza un nivel notable hasta la segunda mitad del siglo XX. La crisis industrial de 1975 se caracterizó por un encarecimiento de la energía, el agotamiento del ciclo tecnológico anterior y el comienzo de una nueva etapa denominada postindustrial, informacional o tercera revolución industrial, que dio lugar a nuevos modelos de empresas con una importancia creciente de las nuevas tecnologías, la calidad y el diseño, y la innovación y la investigación. El ingreso de España en la Unión Europea trajo consigo ventajas como la ampliación del mercado, la participación en los fondos estructurales, o el acceso a mayor innovación y capitales extranjeros, pero también supuso nuevos retos como la apertura del mercado a la competencia exterior, la adopción de la normativa comunitaria y el fin de las políticas industriales proteccionistas. Esto provocó una reconversión industrial y el cierre de muchas industrias no competitivas.

Situación Actual de la Industria Española

La entrada de España en la Unión Europea en 1986 favorece la modernización productiva de la industria española, lo que ayuda a la recuperación de la crisis de 1975, aunque entre 1990 y 1994 se produce una nueva crisis debido a la preparación de la unión monetaria y la incorporación al euro. A partir de mediados de los 90 se produce una recuperación de la industria y esta se convierte en el sector de actividad más productivo gracias a la moderación salarial y a la flexibilidad en la contratación laboral. La economía crecía por encima de la media europea y aumentaba la inversión española en los países de la Unión Europea, mientras que en Portugal, el norte de África y Latinoamérica se instalaban empresas españolas, pero este crecimiento dependía fuertemente del sector de la construcción y de la burbuja inmobiliaria (11,5% del 28,3% de contribución al PIB y 7,2% del 21,4% de empleo). La crisis financiera iniciada en 2007 en EEUU afecta a la economía mundial. En la Unión Europea se inició una tendencia general a la baja, que en España se reflejó con una recesión de la cartera de pedidos, un aumento de los stocks y una desaceleración del empleo. El balance final es desfavorable por mor del arrastre de problemas productivos, estructurales, territoriales y ambientales, que tratan de resolverse con la política industrial. Se produce una reducción de la aportación del sector industrial al PIB y a la ocupación (28,30% y 21,4% respectivamente en 2011) a favor del sector terciario (69% y 74% en 2011).

Los Desafíos de la Industria Española

La industria española presenta diversos problemas estructurales que afectan negativamente a su competitividad frente a la economía europea y a la global: el tamaño de las empresas, la escasa productividad, el escaso desarrollo de la investigación y la dependencia tecnológica:

  1. Existe un escaso número de grandes empresas, ya que dominan las pequeñas y medianas empresas (99,9% en 2008); estas tienen la ventaja de adaptarse mejor a las demandas del mercado y presentar menos conflictos laborales, pero no permite hacer economías de escala, ni grandes inversiones en nuevas tecnologías. En el marco de las políticas industriales estructurales, el Instituto de la Mediana y Pequeña Empresa Industrial fomenta la innovación de las PEMEs y la colaboración tecnológica entre ellas.
  2. La productividad industrial es inferior a la de la Unión Europea. Para mejorar la productividad es preciso una mayor cualificación laboral y una mayor aplicación de las innovaciones derivadas de las TIC, pero el gasto español tanto en educación como en aplicación de las tecnologías de la información y la comunicación está muy por debajo del gasto de la UE.
  3. Las empresas privadas no invierten en I+D porque los beneficios son en parte sociales y no revierten en la empresa a corto plazo, así, la I+D aparece concentrada desde el punto de vista sectorial (en las ramas más dinámicas: química, farmacéutica, transporte, aeroespacial), empresarial (grandes empresas) y territorial (Madrid y Cataluña). La creación de parques tecnológicos y la exigencia de competitividad facilitó el inversión en I+D por pequeñas empresas, sobre todo en las áreas de redes de cooperación empresarial. La integración entre empresas y universidad es escasa y solo 22 empresas españolas figuran en la listaxe de las mil empresas comunitarias que más invierten en innovación. El esfuerzo público en I+D es menor que el de los países europeos más avanzados, y entre 2009 y 2012 se registró una caída del 25,52% en la inversión pública en este ámbito. Es fundamental dedicarle un porcentaje más elevado del PIB a la I+D.
  4. El nivel de intensidad tecnológica es bajo (sólo el 1,4% de industrias manufactureras españolas presentan un nivel alto de intensidad tecnológica). Esto provoca una balanza tecnológica deficitaria: las principales empresas de automóviles, maquinaria eléctrica, aparatos electrodomésticos y productos farmacéuticos fabrican con patentes extranjeras, que son una buena fuente de ingresos para los países que las crean, pero un enorme gasto para países como España que deben pagar para su aplicación.

Consecuencias de la Incorporación de Nuevos Estados a la UE

La incorporación de nuevos países a la UE afecta a la industria española por diversas causas: estos países gozan de una mayor proximidad al grande eje industrial europeo que constituyen los países nórdicos, Alemania y el Norte de Italia; además, su estructura productiva es similar a la española, la mano de obra, más barata, y su productividad y cualificación en alta tecnología, mayor. Asimismo, la inversión del capital extranjero les ha permitido la implantación de empresas de alta tecnología con lo que aumentó su potencial industrial dentro de la UE.

Uno de los sectores de la industria española más afectados es el de los automóviles, en el que España mantuvo un buen ritmo de exportaciones; el sector está dominado por empresas de capital extranjero que pueden deslocalizar las industrias en la procura de menores costes, lo que tendría consecuencias negativas no sólo para la industria del automóvil en sí misma sino también para otras industrias auxiliares, como las de componentes. España debería orientar su tejido industrial a una mayor calidad y productividad para hacerle frente a la competencia de los nuevos países de la UE que tienden a desplazar a España de su segmento del mercado exportador.

Los Espacios Industriales Españoles en un Mundo Global

El actual tejido industrial español se sitúa dentro de una economía global caracterizada por la concentración de capital y decisiones en unas pocas empresas multinacionales muy poderosas que no son españolas, lo que explica que España, a pesar de ser una potencia industrial, tenga un papel poco relevante en la economía mundial.

Globalización y Deslocalización

En una economía capitalista y neoliberal globalizada las empresas buscan aumentar sus beneficios. Este aumento de beneficios no siempre se procura por medio de la mejor formación y cualificación de los trabajadores y mediante el desarrollo tecnológico, sino que a veces se basa en los menores costes laborales y mejores condiciones fiscales y técnicas. Por esta razón muchos procesos productivos se deslocalizan al Este de Europa, Sudeste asiático, China, o países subdesarrollados donde la legislación medioambiental y laboral es más permisiva (desde el mercado primario regulado y estable al secundario sin regulación y precario); mientras que la toma de decisiones, y los procesos anteriores y posteriores a la fabricación del producto, de mayor valor añadido, se mantienen en los países desarrollados. Los medios de transporte y comunicación actual facilitan la deslocalización.

España ocupa una posición intermedia en la deslocalización de la producción. Hay empresas multinacionales extranjeras que deslocalizaron su producción a España y que en la actualidad están valorando deslocalizarlas a países que ofrezcan más ventajas (p.e.: la industria automovilística). Hay empresas españolas que deslocalizan su producción a países que ofrezcan más ventajas (p.e.: algunas fábricas del sector textil desplazan al Norte de África los procesos que exigen abundante mano de obra poco cualificada, mientras que los procesos de mayor valor añadido, se hacen en España).

La deslocalización o amenaza de ella trae consigo un aumento de las tasas de paro, un empeoramiento de las condiciones de los trabajadores y la pérdida de empleo del sector secundario que cada vez tiende más a terciarizarse. Las políticas industriales, por parte de los gobiernos, les proporcionan ayudas a las empresas para frenar el proceso de deslocalización y el aumento del paro, pero a veces estas políticas se basan en la concesión de exenciones fiscales a las empresas y reducción del salario de los trabajadores, contribuyendo de este modo a la pérdida de derechos sociales y laborales adquiridos.

El Proceso de Industrialización de Galicia

En 1955, cuando otras comunidades españolas comenzaban su despegue industrial, cerca del 70% de la población gallega aún se dedicaba a las actividades agrícolas. Así pues, el proceso industrializador en Galicia estuvo marcado por un evidente atraso por mor del excesivo peso de la aristocracia, el escaso desarrollo de la burguesía y la falta de iniciativas locales, la posición periférica y mala comunicación de Galicia con respecto a los centros de decisión y a la deficiente organización del sector primario. Hasta las décadas centrales del siglo XX, las únicas actividades fabriles, limitadas casi exclusivamente al sector naval y a las conserveras, fueron desarrolladas gracias a inversiones exteriores como los llevados a cabo por la burguesía catalana en ciertos núcleos costeros.

Posteriormente, las actuaciones del gobierno central en materia de desarrollo -los Polos de Desarrollo Industrial- apoyaron un incipiente, aunque tardío, desarrollo industrial en el llamado corredor atlántico (entre Vigo y Santiago). La instalación de Citroën Hispania en Vigo (1957), gracias a un cierto aperturismo económico a partir de la década de los años cincuenta, supuso el inicio del proceso de internacionalización y diversificación de la economía gallega. Desde 1960, paralelamente a la modernización del sector agrario, llegaron a Galicia varias multinacionales alimentarias (como Nestlé), que favorecieron el desarrollo de las actividades primarias al garantizar y estabilizar la demanda industrial de nuestros productos agrícolas. En definitiva, las grandes empresas localizadas en Galicia cuentan con capital eminentemente foráneo y están más vinculadas a la industria española o europea en su conjunto que a la del resto de la comunidad autónoma.

Estructura y Principales Áreas Industriales Gallegas

En la actualidad, el sector secundario ocupa en torno al 29% de la población activa gallega, similar al porcentaje español (30%), lo que indica un importante desarrollo del sector en las últimas décadas. No obstante, algunos de los subsectores empresariales localizados en Galicia suponen un gran coste ambiental (tal es el caso de la celulosa de Pontevedra, la refinería de A Coruña, o las industrias de base localizadas en el concello lucense de Cervo -Alúmina-Aluminio- y en el coruñés de Cee -Carburos Metálicos-).

Las empresas industriales gallegas, salvo excepciones, se caracterizan por su pequeño tamaño, lo que las hace poco competitivas, al tener dificultades para incorporar innovaciones tecnológicas. Los principales subsectores industriales se localizan a lo largo del Corredor Atlántico, sobre todo en el área metropolitana de Vigo y en el Golfo Ártabro, que cuenta con mejores infraestructuras de comunicación y con una red empresarial consolidada:

  1. La construcción naval es un sector que sufrió una fuerte reconversión, de la que logró salir gracias a las subvenciones estatales y a las ayudas del Fondo Social Europeo. Se localiza fundamentalmente en las ciudades de Ferrol (Navantia) y Vigo (Barreras), aunque existen alrededor de cien empresas por lo general de pequeño tamaño relacionadas con el ramo a lo largo de la costa gallega que emplean más de 10.000 trabajadores.
  2. La industria automovilística se concentra fundamentalmente en Vigo y su comarca alrededor de Citroën Hispania. Así y todo, algunas empresas dedicadas a la fabricación de carrocerías y vehículos especiales se asientan en otras localidades gallegas como Santiago (Castrosúa y URO, vehículos especiales).
  3. El sector alimentario cuenta con una amplia representación en Galicia, dada la vocación agropecuaria y marinera del territorio. Destacan las industrias de conserva de peixe, las de más larga tradición de nuestra comunidad, situadas preferentemente en las Rías Baixas y, sobre todo, en la de Arousa (Ribeira, Pobra do Caramiñal, Vilagarcía, Vilanova...); los congelados de productos del mar (coa multinacional galega Pescanova); el sector lácteo y el de las aguas minerales, localizados en las provincias de Ourense y Pontevedra, y el grupo Coren, que, empezando como cooperativa en el año 1961, se convirtió en la primera empresa agroalimentaria de España, especializada en productos avícolas.
  4. El sector maderero está compuesto por industrias de primera transformación, representadas por empresas de gran tamaño presentes en los mercados internacionales (como la Financieira Madereira FINSA, con sede en Santiago) así como por un buen número de pequeñas y medianas empresas (serradoiros, carpinterías, fabricación de mobiliario...) con carácter familiar y espalladas por todo el territorio, tanto en las provincias del interior como en la costa.

Entradas relacionadas: