Aristóteles, Tomás de Aquino y Nietzsche: Convergencias y Divergencias Ético-Filosóficas
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La Relación entre Aristóteles y Tomás de Aquino
La relación entre Aristóteles y Tomás de Aquino es muy estrecha, ya que este adoptó gran parte del pensamiento Aristotélico y lo integró en su filosofía cristiana.
Aristóteles formuló una teoría de las causas (formal y eficiente) que explican el cambio y el movimiento en el mundo. Santo Tomás utilizó estas categorías para desarrollar su teoría de la causalidad, incluyendo la causa primera encausada que es Dios, el acto puro y primer motor a partir de un enfoque teológico. Estos conceptos forman parte del acervo del filósofo cristiano en su visión de la teoría del acto-potencia.
Tomás niega, en cambio, tres tesis aristotélicas: lo que le separa de Aristóteles es que, para el Estagirita, 'los individuos existen para el bien de la especie', mientras que en el pensamiento cristiano 'el ser humano individual tiene una vocación sobrenatural', no simplemente terrenal, de manera que la beatitud última no puede alcanzarse en esta vida.
El Aquinate se esforzó por integrar un sistema filosófico con las creencias cristianas al asumir en dicho sistema conceptos fundamentales del aristotelismo, dando fomento al universo. De esta manera, la *res pública* tiene una fuerte relación, por no decir que una influencia directa, con el trabajo expuesto por Aristóteles en sus escritos ético-políticos; en otras palabras, el concepto de *res pública* puede ser otro concepto que Tomás de Aquino estructura desde sus cimientos a partir del Estagirita y su *polis* a partir de su contexto y constituir su teoría ético-política.
La diferencia principal entre estos dos conceptos es que Tomás de Aquino aporta una finalidad por encima de la vida virtuosa: la consecución de Dios. Esta es la diferencia clave entre su pensamiento y el de Aristóteles, puesto que, con esta interpretación propia, articula al cuerpo político de la *res pública* a dicho fin supremo dado por Dios para ser alcanzado por el hombre y así lograr la eternidad; distanciándose del Estagirita, quien consideró la vida virtuosa como el fin último de la *polis* sin buscar una vida más allá de la muerte.
Tomás de Aquino estructura su pensamiento ético-político a partir de la visión cristiana del mundo fundamentada en la obra de Aristóteles, lo que le permite conectar con una apuesta para su época en la cual se entendían las relaciones sociales entre distintos actores del cuerpo social y político de la *res publica*.
El Vitalismo de Nietzsche
El vitalismo engloba teorías filosóficas distintas cuyo elemento común es reivindicar la vida como una realidad que no puede ser entendida en términos mecanicistas o racionalistas. Estas doctrinas se sitúan en la segunda mitad del siglo XIX. Se puede entender la filosofía de Nietzsche como el intento de hacer de la vida lo absoluto. La vida tiene valor en sí misma. Nietzsche midió el valor de la filosofía a partir de su oposición o afirmación de la vida.
El mundo y la vida son voluntad de poder. Nietzsche no define claramente esta expresión en ningún sitio. No es la voluntad psicológica ni la voluntad de vivir. La vida es voluntad de poder y de ser más, vivir más y demostrar una fuerza siempre creciente.
El problema de la verdad adquiere ahora un sentido distinto. No es importante saber si un juicio es falso, sino si sirve para fomentar y mantener la vida. Colocarse más allá del bien y del mal es el camino hacia la voluntad de poder. Es más profunda porque conoce la realidad auténtica del ser, el devenir, y sabe que la razón humana no podrá jamás abarcarla con sus conceptos.
En el mundo existen fuerzas activas y fuerzas reactivas, activas y pasivas. Hay dos tipos principales de hombres: los dominados y los dominadores, a los que corresponden la moral de esclavos y la moral de señores.
En la moral aristocrática, el hombre ejerce plenamente su voluntad, toma sus propias decisiones y se llama a sí mismo "bueno" porque se siente bien consigo mismo. Es un espíritu libre. En la moral del resentimiento, en cambio, se encuentra al hombre pasivo, que no actúa por sí mismo, sino que reacciona contra los señores. Si los señores se llaman a sí mismos "buenos", los esclavos no se llaman a sí mismos "buenos", sino que llaman a los señores "malos". Su moral se basa en el resentimiento contra la vida e intenta escapar de la dimensión trágica de la existencia.
La moral cristiana encarna esta forma de moral y fomenta valores de la moral de esclavos: humildad, pobreza, mediocridad, obediencia, sacrificio y compasión, sentimientos propios del rebaño. Con el cristianismo surge una de las ideas más enfermizas de nuestra cultura: la culpabilidad, a la que hay que contraponer la inocencia del devenir. Estamos más allá del bien y del mal.
Todas las religiones son falsas, pero el monoteísmo representa la máxima hostilidad hacia la voluntad de poder. La muerte de Dios expresa el fin de toda creencia en entidades absolutas. Todo aquello que sirve a los hombres para dar un sentido falso a la vida es semejante a Dios: el progreso, la ciencia. Todos los valores de la cultura occidental son falsos valores, la negación misma de la vida.
La cultura europea ha llegado a la decadencia total, al nihilismo. El nihilismo significa que los valores supremos han perdido validez. Este es el nihilismo pasivo. El nihilismo activo es una fuerza de destrucción. Los valores no se derrumbarán solos, sino que serán destruidos por la voluntad de poder. Esta es la condición para que la voluntad de poder cree nuevos valores.
La muerte de Dios puede engendrar al superhombre, pero también es la condición de la aparición del último hombre, el "pulgón inextinguible". Es el más duradero y el más despreciable, aquel que se contenta con un mero pragmatismo, que ha sustituido a Dios por la comodidad. Ya no es capaz de despreciarse a sí mismo y cree que ha inventado la dicha, pero su vida sin Dios carece de sentido.
El eterno retorno es la fórmula suprema de fidelidad a la tierra. Simboliza, en su eterno girar, que este mundo es el único mundo. La historia lineal conduce hacia otro mundo (como en el cristianismo), pero el eterno retorno afirma que todo es bueno y justificable, puesto que todo debe repetirse del mismo modo. Toda huida a otro mundo es una pérdida de realidad. Por tanto, hay que permanecer fieles a la tierra.
Desde el punto de vista epistemológico el vitalismo de nuestro autor sustituye concepto por metáfora la visión metafórica centrada en el arte ofrece una visión sobre la realidad dinámica que explica mejor y de forma más constructiva el devenir de lo real
Razón y Sentidos: Una Perspectiva Filosófica
Para la filosofía, el hecho de que los sentidos nos engañan acerca del mundo verdadero está claro desde Parménides y Platón. La sensibilidad nos mantiene encadenados en el fondo de la caverna. Para el cristianismo, apreciar los sentidos es propio de una conducta inmoral y pecaminosa.
Todo aquel que permanezca fiel a los sentidos pertenece a la clase social más baja. En la separación de clases que hace Platón, el filósofo, que se rige por la razón, representa la clase superior, mientras que la mayoría permanece ligada a lo sensible.
Los sentidos nos muestran cambio y pluralidad. Para eliminar el engaño de los sentidos, debemos rechazar el cambio y la historia. Los filósofos se caracterizan por su egipticismo, su falta de sentido histórico.
Para Nietzsche, la razón es la causa de que rechacemos el testimonio de los sentidos. Cuando muestran la procreación, el perecer o el cambio, los sentidos no mienten. Con la razón, asignamos unidad, identidad, causa y ser. Estos conceptos no provienen de la experiencia.
En el cristianismo se valora el mundo del espíritu y se rechaza el cuerpo. Descartes degradó al cuerpo al nivel de un objeto mecánico dentro del mundo material.
Deleuze y el Postestructuralismo
Deleuze es un exponente del movimiento postestructuralista francés, vinculado al mayo del 68 y a una sociedad marcada en lo político por la Guerra Fría, el pacifismo y el ecologismo, y en lo económico por la generalización del estado de bienestar. Deleuze promovía el regreso a una prerazón superficial, oral, inmediata, intuitiva y cargada de deseos, emociones y sentimientos que constituyen a los seres humanos.
Esto implicaba la necesidad de orientar el pensamiento y despertar las conciencias. Es una actitud de denuncia contra las falsedades que reprimen la autenticidad humana, construyendo ficciones ideales que olvidan las fuerzas preconceptuales. La creación de nuevos conceptos no debe aislar las fuerzas que impulsan la actuación humana, sino mostrar su pluralidad, multiplicidad, dinamismo, diferencia e infinitud. Esto representa una forma de resistencia ante la estupidez.