Arquitectura Paleocristiana: Santa Sofía y Santa Sabina
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Santa Sofía
Es la obra más significativa de la edad de oro de Justiniano, tanto por las dimensiones y la riqueza que tiene como porque fue edificada sobre los restos de un primitivo templo incendiado en una revuelta contra su poder. Su planta sigue el modelo paleocristiano:
- En primer lugar hay un atrio de 5 pórticos donde hay un gran recipiente de agua bendita para la purificación de los fieles.
- A través del nártex se puede acceder al recinto de la Iglesia, de planta basilical, con 3 naves y ábsides interiores semicirculares.
Este espacio está dividido en 2 partes:
- El naos, donde se colocaban los fieles.
- El presbiterio para los clérigos. Con 2 estancias estaban separados por la iconostasis, reja que cerraban para el momento de la consagración.
Cerca del ábside hay 2 salas:
- La prótesis, donde guardaban las especias.
- El diacónico, donde se vestía el sacerdote.
La planta es de cruz griega que sostiene una impresionante cúpula. Dos semicúpulas transmiten el peso hasta el suelo descargando las tensiones laterales de este a oeste. En el eje norte-sur la fuerza es absorbida por 4 contrafuertes dispuestos por parejas. La pobreza exterior del conjunto contrasta con el interior que tiene mucha riqueza. Genera una sensación de como si la cúpula estuviera materialmente suspendida en el espacio celestial y pierde la visión de la estructura del conjunto.
Por otra parte, esta iglesia no solo era la gran catedral de la capital bizantina sino que también era la iglesia de la corte e iba unido al palacio imperial y el matronium se utilizaba para dar un simbolismo político-religioso. Fue reconvertida para el rito musulmán.
Santa Sabina
Cuando en el año 380 fue autorizado el culto cristiano y se va a llevar a cabo la construcción de las primeras iglesias comprobaron que el templo romano era inadecuado para la nueva liturgia, ya que el templo romano respondía al culto de la divinidad y el templo cristiano responde a la reunión de fieles y se necesitaban más espacios. Era un edificio destinado a la administración de la justicia. Al extremo de la nave central había un ábside donde se situaba el tribunal de justicia.
Es una de las basílicas que menos transformaciones ha sufrido durante épocas posteriores al arte paleocristiano. Originalmente constaba de un atrio porticado. También estaba el nártex, espacio reservado para los catecúmenos. A través del nártex se podía acceder a la nave central, destinada a los fieles. Al extremo de la nave central estaba el ábside. También contaba con el presbiterio, zona para los sacerdotes.
Destaca un espacio unidireccional, así la acción humana de los edificios romanos se identifica en este templo como el camino hacia Dios. La arquitectura es adintelada, ya que la madera es más barata.