El Arte de la Persuasión: Orígenes y Desarrollo de la Retórica Griega

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El término retórica, documentado en castellano hacia el año 1250 según Corominas, procede del latín retorica, que a su vez proviene del griego rhetoriké. Este término se deriva de rhetor (orador o maestro en retórica) y de rheo (decir). La retórica tiene su origen en el siglo XV a. C. en el sur de Italia. Allí, por razones históricas, el uso de la palabra adquirió gran relevancia debido a la necesidad de probar ante un jurado la propiedad de determinados bienes expropiados previamente por los tiranos, gobernantes que representaron una fase intermedia entre la aristocracia y la democracia.

De Siracusa a Atenas: La Expansión de la Retórica

Desde Siracusa, la retórica pasó a Atenas, la capital intelectual de Grecia, una ciudad abierta a la innovación en el pensamiento y la cultura. En Atenas, la democratización del poder judicial, a través de la Reforma de Efialtes, impulsó el desarrollo de la retórica. Esta reforma restringió los poderes de los magistrados y del Tribunal del Areópago (institución aristocrática y conservadora). Los magistrados solo podían intervenir en los preliminares de las causas, mientras que el Areópago se encargaba de casos de homicidio y delitos asociados a la mentalidad religiosa de la época.

El Auge de los Tribunales Populares y la Importancia de la Retórica

En la mayoría de los casos, juzgaban tribunales populares de 201 miembros o más, elegidos por sorteo entre los ciudadanos. Estos jueces, no profesionales e incultos, se convirtieron en el objetivo de las argucias retóricas, que apelaban al sentimiento más que a la razón. Se utilizaban técnicas estilísticas con la intención de hacer creer que la belleza del discurso reflejaba la verdad. La retórica se convirtió en una técnica enseñada, consolidándose como un pilar fundamental de la cultura antigua.

La Retórica en la Filosofía: Sofistas, Platón y Aristóteles

La sofística impulsó el desarrollo de la retórica. Platón, en sus diálogos Fedro y Gorgias, abordó la retórica, polemizando con los sofistas sobre la necesidad de no confundirla con la filosofía. Platón criticó los artificios retóricos de los sofistas, que los utilizaban para manipular las conciencias basándose en la seducción de la palabra y en argumentos verosímiles, no verdaderos.

Otros griegos destacados en el desarrollo de la retórica fueron Anaxímenes de Lampsaco e Isócrates. Isócrates inculcaba normas para la organización de los temas y el cuidado del estilo en la composición y expresión de los discursos. A diferencia de Platón, que veía la retórica como propedéutica a la filosofía, Isócrates le atribuía un papel preponderante en la formación de la juventud.

Aristóteles, en su obra Retórica (tres libros dedicados al orador, al receptor y al mensaje), definió las cualidades del buen discurso retórico: ser como extranjero (sin que se note), dulce y claro. Esta obra se considera un tratado de comunicación.

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