Camino al Superhombre de Nietzsche: Camello, León y Niño
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La Triple Metamorfosis hacia el Superhombre según Nietzsche
La transformación del hombre en superhombre, según Friedrich Nietzsche, pasa por tres metamorfosis o estadios sucesivos:
1. Camello: La Carga de la Moral Tradicional
En la primera etapa, el espíritu del hombre es como un camello, un animal de carga que obedece a su amo sin cuestionar. Representa la etapa de la historia y la cultura donde el hombre ha soportado el peso de la vida, los trabajos, el sometimiento y las imposiciones de la religión y la moral tradicional, que Nietzsche considera negadoras de la vida. Simboliza la moral de esclavos, caracterizada por la paciencia y la renuncia.
2. León: La Rebelión y la Conquista de la Libertad
El hombre-camello, exhausto por el peso de las cargas, se rebela contra su amo y lo vence. Se transforma en el hombre-león, un ser crítico y dueño de sí mismo, que proclama "yo quiero" e impone su voluntad. Este espíritu, ahora león, es libre y conquista su libertad, rechazando los viejos valores (nihilismo activo). Ya no acepta el "tú debes". Es el símbolo del acceso a la moral de los señores, de la transvaloración liberadora y de la rebeldía que surge tras la "muerte de Dios".
3. Niño: La Creación de Nuevos Valores
A medida que se libera de las cargas, el hombre se convierte en creador de sus propios valores, transformándose en el hombre-niño. Esta etapa representa la afirmación de sí mismo, la creación de nuevos valores, la inocencia y un nuevo comienzo. Este niño, que juega a crear, es la representación del superhombre.
El Eterno Retorno: Un Sí a la Vida
El concepto del eterno retorno en Nietzsche es una afirmación radical de la vida. No solo implica aceptar los valores de esta tierra, sino desear que se repitan eternamente. Con la "muerte de Dios", el tiempo lineal deja de tener sentido. Pasado y futuro son ilusiones; solo existe el instante, que debe ser amado. El universo no está en equilibrio, sino en constante devenir.
Nietzsche postula que el ciclo eterno de morir y volver a existir se repite infinitamente para todos: esta vida, con cada dolor y cada alegría, debe ser vivida una y otra vez. El eterno retorno no es la repetición de lo idéntico, sino la recurrencia de lo excelso, mientras que lo decadente desaparece. Es una afirmación constante de la vida, que renace perpetuamente.