Comportamiento Humano: Explorando la Dimensión Externa e Interna de la Mente
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Comportamiento Humano: Dimensiones Externa e Interna
El comportamiento es la respuesta, la reacción del individuo frente a la realidad. Tiene una doble vertiente que es necesario diferenciar. El comportamiento humano posee una dimensión externa y observable, constituida por todo aquello que decimos, hacemos o producimos como consecuencia de lo que vemos, sentimos, olemos... La otra forma de responder es interna e inobservable, la vida psíquica: sentimientos, emociones, recuerdos, deseos... son algunos de los estados y fenómenos mentales que la realidad despierta en nosotros. Estas actividades o fenómenos constituyen la vida psíquica de cada individuo, la cual puede ser más rica, compleja y gratificante que la vida pública o externa.
Naturaleza de la Mente
Muchos autores consideran la mente como el conjunto de los fenómenos mentales. Si fuese posible que en estado consciente no tuviese lugar ningún proceso mental, y no estuviésemos imaginando, ni sintiendo, ni recordando (cosa poco probable según estos autores), entonces la mente se desvanecería, desaparecería, ya que no es más que estos fenómenos. Además, considerar la mente de este modo no comporta negar la identidad y continuidad que tenemos como personas. Los recuerdos (un tipo de fenómeno mental) son lo que nos permite reconocernos como personas con continuidad e identidad en el tiempo.
Sin embargo, a muchos autores, identificar la mente con los fenómenos psíquicos (recuerdos, creencias, deseos, ideas...) los deja un poco insatisfechos. Se resisten a aceptar que sea únicamente un conjunto de fenómenos mentales, porque eso implicaría que, cuando no pensamos en nada, cuando no tenemos ninguna creencia, ningún deseo o recuerdo... entonces, la mente desaparece.
Para estos autores, la mente es algo que permanece, el soporte de los estados mentales, y que se mantiene aunque éstos desaparezcan, de manera similar a como el aparato de televisión constituye el soporte de películas, anuncios y documentales, y continúa existiendo aunque lo apaguemos y nos vayamos a dormir. La mente, por lo tanto, sería una entidad que nos daría continuidad e identidad como personas.
Pero ¿qué diferencia estos fenómenos (recordar, creer o desear) de otro como correr o jugar al tenis? Veamos cuáles son las propiedades que distinguen los fenómenos mentales de los físicos:
La Intencionalidad
Es la propiedad que tienen nuestras creencias, recuerdos, deseos… de referirse o de tender a algo que les es diferente. Así, siempre son recuerdos, sentimientos, deseos de algo. Por ejemplo, el recuerdo de un amigo, el deseo de beber agua o el sentimiento de tristeza en una despedida. No es preciso, evidentemente, que este objeto tenga una existencia real: puedo estar pensando en un centauro o imaginando un viaje que nunca haré. El caso, no obstante, es que siempre tienen contenido, siempre se refieren a algo: no es posible estar pensando en nada. Este rasgo es diferenciador. Nos permite distinguir los estados mentales de otros estados y posibilita el conocimiento de la realidad, ya que nos permite representárnosla, o sea, tener de modo intencionado y virtualmente el objeto en nuestra cabeza, sin poseerlo de forma física.
La Intimidad
Es la propiedad que tienen los fenómenos mentales de ser inobservables para las demás personas; es decir, directamente accesibles para el sujeto que los posee, pero inaccesibles para los demás. Así, yo tengo un contacto directo e inmediato con mis recuerdos, miedos, sentimientos o creencias. En cambio, para el resto de los individuos todo esto permanece escondido y oculto; sólo por medio de mis explicaciones pueden hacerse una idea de lo que me pasa por la cabeza.