Comprendiendo la Doctrina de la Trinidad: Origen, Desarrollo y Reflexiones

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Origen y Desarrollo de la Doctrina Trinitaria

La doctrina trinitaria no nació de una especulación filosófica sobre Dios, sino que fue el resultado de una laboriosa elaboración de determinadas experiencias históricas, desarrollada en cuatro fases:

1. La Trinidad “Narrada”

Los primeros cristianos “narraron” con sencillez lo que habían experimentado: que Dios, aun siendo uno, era Padre, era Hijo y era Espíritu Santo. El Dios de Israel empezó a ser reconocido como el Padre del Señor Jesús. Pero, a su vez, ese Jesús fue considerado como el Hijo eterno de Dios, y Dios él mismo. Padre e Hijo aparecían íntimamente unidos: El Padre no dejaba de decir: “Tú eres mi Hijo amado, en quien me he complacido”. Y Jesús no dejaba de decir: “Tú eres mi Padre, he venido para hacer tu voluntad”.

Y a esas dos experiencias de Dios siguió todavía una tercera: la del Espíritu, la de la presencia de Dios en nosotros, en nuestro ser íntimo. Reuniendo esas tres experiencias, surgieron fórmulas trinitarias que podemos encontrar ya en el Nuevo Testamento: al principio parece que se bautizaba únicamente en el “nombre de Cristo Jesús”, pero, después de una larga maduración, comenzó a emplearse la fórmula tripartita: “En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Hablamos de Trinidad, no de Triunidad.

2. La Trinidad “Contestada”

Con el tiempo, esa fe sencilla en la Trinidad empezó a ser cuestionada. Dado que parecía absurdo sostener a la vez que Dios es uno y tres, se separaron ambas afirmaciones. Unos renunciaron al monoteísmo, y otros a la tríada.

  • a) El Triteísmo (Error que afirma la existencia de tres Dioses): La solución más simple consistió en proclamar el triteísmo: en Dios existirían tres realidades independientes y autónomas.
  • b) El Modalismo: En el siglo III, algunos teólogos eliminaron la distinción entre las tres Personas, afirmando que eran tan solo modos diversos que tenía Dios de manifestarse a la percepción subjetiva de las criaturas, sin un real fundamento en Su naturaleza.
  • c) El Subordinacionismo: Los gnósticos apuntaron hacia una solución emanatista, según la cual cada Persona, a partir de la primera, iba alejándose progresivamente de la pura divinidad: esta línea de pensamiento condujo históricamente al arrianismo.

3. La Trinidad “Profesada”

Concilio de Nicea (325 d.C.): Proclamó que el Hijo es “de la misma naturaleza” (homoousios) que el Padre. Este es el texto clave: Creemos “en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho”.

El Concilio de Nicea, tras afirmar que el Hijo es de la misma sustancia que el Padre, se contentó con añadir: “y creemos en el Espíritu Santo”.

Primer Concilio de Constantinopla (381 d.C.): Completó el Credo de Nicea, afirmando la divinidad del Espíritu Santo: “Y creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”.

4. La Trinidad “Razonada” (Reflexión Teológica)

Después vino el deseo de entender; pero después. Notemos la importancia que tiene el hecho de que la Trinidad, antes que una doctrina elaborada por la inteligencia, fuera una experiencia de fe. Esto es una garantía a favor de la doctrina trinitaria: esta doctrina no viene impuesta a priori, a partir de especulaciones filosóficas o religiosas, sino que es algo a lo que se llega finalmente y con dificultad cuando se necesita dar razón de la fe que se profesa.

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