La Concepción Orgánica de la Sociedad según la Doctrina Social de la Iglesia
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La Concepción Orgánica de la Sociedad según la DSI
¿Qué significa la concepción orgánica sobre la sociedad?
Según la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), una sociedad es un conjunto de personas ligadas orgánicamente por un principio de unidad que las trasciende. Como asamblea visible y espiritual, perdura en el tiempo, recogiendo el pasado y preparando el futuro. Esta teoría se contrapone a dos modelos reductivos:
- Individualismo: Prioriza al individuo sobre la sociedad, negando la dimensión social y la responsabilidad por el bien común. Un ejemplo es la evasión de impuestos para beneficio propio, a pesar de depender de las infraestructuras financiadas con ellos.
- Colectivismo: Considera a la persona como un mero elemento del sistema, un medio para un fin. Prioriza el sistema, sin reconocer el valor intrínseco de cada persona.
¿Qué significa para la persona ser un ser social?
La persona es constitutivamente social, con una subjetividad relacional. Como ser libre y responsable, reconoce la necesidad de integrarse y colaborar con sus semejantes para alcanzar su pleno desarrollo, en comunión de conocimiento y amor.
¿Cómo se muestra la sociabilidad del hombre?
La sociabilidad humana se manifiesta en dos ideas principales:
- Tendencia natural a relacionarse: Las asociaciones, creadas libremente, enriquecen a la persona material y espiritualmente. El Estado no debe obstaculizar la formación de asociaciones que contribuyen al bien común.
- Cuerpos intermedios: Surgen de la tendencia asociativa, como entidades entre el Estado y el individuo (colegios, hospitales, empresas). Sus características son:
- Origen natural, no estatal.
- Fines propios, distintos a los del Estado.
- Normativa propia.
- Indispensables para la independencia de la sociedad.
¿Qué papel debe ocupar el ser humano dentro de la Sociedad?
El ser humano debe ocupar un papel protagonista (principio antropológico). La DSI rechaza tanto el individualismo, que considera a la persona como una individualidad absoluta, como el colectivismo, que instrumentaliza a la persona. Ambas concepciones niegan la dimensión social y la responsabilidad del individuo hacia el bien común.