El Concepto de Libertad en San Agustín: Un Análisis Teológico

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El Concepto de Libertad en San Agustín

El concepto de libertad de San Agustín es un pensamiento teológico. Desde nuestro punto de vista, libertad y libre albedrío son sinónimos, para San Agustín, no.

La Síntesis Agustiniana

La actitud agustiniana manifiesta una síntesis fruto de la reacción contra el maniqueísmo y el pelagianismo. En contra de los maniqueos, señala que el origen del mal no se halla en Dios, sino en la libertad del ser humano. En los escritos contrarios a los pelagianos, únicamente dice que el origen del bien no se halla en la libertad del ser humano.

El Ser Humano y su Relación con Dios

El punto de partida del pensamiento de San Agustín es la desviación de la humanidad y su consiguiente reconducción por parte de Cristo. Ciertamente, el ser humano es libre, pero es ser humano porque es libre. Sin libertad no sería ser humano. Porque puede decidir, porque puede hacer uso de la autodeterminación de su voluntad, es ser humano. El ser humano, creado por Dios, debe orientar su existencia hacia Él (Dios). Su fin consiste en guiarse hacia Dios, conscientemente o inconscientemente. El ser humano debe manifestar una tendencia hacia el bien, y para el ser humano ese bien es Dios. Cuando sirve a Dios, el ser humano es libre y consigue la felicidad; cuando no lo hace, se convierte en esclavo.

El Pecado Original y la Necesidad de la Gracia

El ser humano ha sido concebido en libertad, dotado de capacidad para amar a su creador, pero, debido al pecado original, ha perdido esa libertad. Por tanto, desea poder recuperar el libre albedrío. En el pensamiento agustiniano, el ser humano comete el pecado por el libre albedrío o por la voluntad, y es incapaz de volver a levantarse por sus propias fuerzas. Para ello necesitaría la ayuda divina, la gracia de Dios. En definitiva: podemos hacer el mal sin ayuda de nadie, pero para hacer el bien necesitamos la ayuda de Dios.

La Controversia con los Pelagianos

Los pelagianos afirman que el pecado de Adán afecta exclusivamente a su autor, que no puede transmitirse a la humanidad. Por lo que no existe el pecado original. Por tanto, el ser humano tiene capacidad para hacer el bien y el mal. San Agustín se revela contra ese pensamiento y señala lo siguiente: de ser eso cierto, Dios no sería libre, puesto que no puede pecar. La libertad, dicen los pelagianos, no es más que la facultad para pecar. San Agustín, desde su visión teológica, dice que el ser humano por sí solo, sin la ayuda de la gracia, solo puede hacer el mal, el pecado. Solo la gracia le permite ser libre, la gracia no actúa contra la voluntad; conduce hacia Dios. Es la gracia la que permite al ser humano recuperar la libertad perdida a consecuencia del pecado original.

La Moral Católica y la Gracia

La moral católica se caracteriza por la capacidad de elegir entre el bien y el mal; tras el pecado original, el libre albedrío del ser humano muestra una mayor propensión hacia el mal. Por ello necesita la gracia. La gracia posibilita el libre albedrío y la facultad de hacer el bien. Es la gracia quien faculta la verdadera libertad. Debido al pecado original, el ser humano casi no es libre para hacer el bien; debido a la gracia, casi no es libre para hacer el mal. Para San Agustín, la bondad y la maldad están sometidas a la voluntad.

La Gracia como Superación de las Limitaciones Humanas

El ser humano supera sus limitaciones por medio de la gracia. El ser humano no puede llegar al conocimiento de la verdad pues está debilitado por el pecado original; entonces la gracia actúa desde su interior, propiciando un conocimiento mejor que el que correspondería a la naturaleza humana.

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