Cristianismo: De la Tolerancia a Religión Estatal y su Impacto
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De Iglesia Permitida a Iglesia Oficial
En el año 380, el emperador Teodosio, mediante el Edicto de Tesalónica, convirtió el cristianismo en la religión oficial del Imperio Romano.
La Iglesia pasó a ser protegida por las leyes y el emperador, influyendo significativamente en la vida social y política.
La Nueva Situación de la Iglesia
Protegido por los emperadores con ayudas económicas y legales, el cristianismo se hizo muy presente en las estructuras de la sociedad:
- El calendario se hizo cristiano: el domingo se convirtió en el día de descanso oficial y se celebraron las fiestas importantes del cristianismo.
- Se modificaron leyes contrarias a la moral cristiana: se prohibieron las luchas de gladiadores y el infanticidio, se suprimió la pena de muerte por crucifixión, se liberalizó la condición de esclavos y se favoreció la vida familiar, etc.
La Iglesia comenzó a disponer de edificios públicos, se construyeron basílicas, se donaron palacios a los obispos y se recibió protección y dinero del Estado.
Esta situación de privilegio trajo consigo nuevos problemas para la Iglesia. El poder civil y político la protegió, elevándola a rango de religión social, lo que provocó el peligro de la contaminación por ese poder político, la falta de libertad y el posible abandono de los ideales evangélicos.
La Iglesia Fiel a la Tradición Apostólica
Las herejías son interpretaciones erróneas de la doctrina cristiana. Estas suponían un peligro mayor que las persecuciones, porque dividían y confundían a la comunidad cristiana.
Se celebraron concilios, siendo el más importante el de Constantinopla, donde se fijó la formulación del credo.
La Formación de la Fe Cristiana
La Iglesia vio la necesidad de:
- Definir los dogmas o formulaciones de la fe.
- Mantener un magisterio o autoridad.
Contra la Intromisión de los Poderes Civiles
En los primeros siglos, la Iglesia encontró creyentes que, por su santidad de vida, su prestigio intelectual y la rectitud de su doctrina, fueron considerados Padres de la Iglesia. Casi todos ellos eran obispos. A lo largo de los cinco primeros siglos, aportaron sus reflexiones sobre la fe cristiana. Esta reflexión teológica, que se desarrolló tanto en Oriente como en Occidente, se conoce como teología patrística.
En sus escritos, criticaron con fuerza la intromisión de los poderes civiles en la marcha de la Iglesia y defendieron la independencia de esta frente al emperador. En sus enseñanzas, hicieron una apuesta firme en favor de los más necesitados de la sociedad.