Desamortizaciones en España: Causas, Proceso y la Reforma de Mendizábal (1836)
Causas de las Desamortizaciones
Los reformistas ilustrados del siglo XVIII, preocupados por optimizar el rendimiento de la tierra y los recursos naturales, ya habían planteado la necesidad de transformar el sistema señorial de propiedad de la tierra. En el Antiguo Régimen, una porción significativa de la tierra estaba en 'manos muertas', es decir, tierras vinculadas a dominios monásticos o municipales. Estas tierras, además de no tributar, no podían ser vendidas. La desamortización de estos bienes permitiría al Estado sanear su déficit y amortizar la deuda pública.
El Proceso de Desamortización
El primer paso para cambiar esta situación fue la promulgación de leyes destinadas a desvincular los bienes de la nobleza y desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales. Esto implicaba que el Estado se apropiaba de esos bienes, que dejaban de ser 'manos muertas' para convertirse en bienes nacionales. Posteriormente, estos bienes salían a la venta mediante subasta pública, y el Estado aplicaba el producto de lo obtenido a sus necesidades.
La Desamortización de Mendizábal (1836)
Tras el fallecimiento de Fernando VII, la revolución burguesa se consolidó. En 1836, Mendizábal puso en venta todos los bienes del clero regular. El siguiente documento ilustra este proceso: se ponen a subasta pública un conjunto de bienes inmuebles que han sido desvinculados y expropiados por el Estado a las órdenes religiosas y conventos disueltos el año anterior. Se justifica la desamortización desde la ideología liberal-burguesa: se afirma el interés nacional de poner a la venta la masa de bienes que han sido previamente declarados bienes nacionales con el fin de sanear la Hacienda Pública.
En segundo lugar, al convertir esos bienes inmuebles en propiedad privada plena, se iniciaría un proceso de creación de riqueza. Esta nueva situación permitiría que los bienes inmuebles salieran al mercado, fueran capitalizados, aumentaran su productividad, etc. De esta forma, tierras, casas, monasterios y conventos, junto con todos sus enseres, quedaron en manos del Estado y fueron subastados. Para lograr el establecimiento del nuevo régimen liberal en 1836, era imprescindible ganar la guerra carlista, y para ello se necesitaban los recursos económicos que proporcionaba la desamortización, así como el apoyo social de la burguesía al régimen liberal.