Descartes y el Problema del Ser Humano: Dualismo y Sustancia

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El Problema del Ser Humano en Descartes: Dualismo y Sustancia

René Descartes, filósofo francés del siglo XVII, buscó crear una filosofía basada únicamente en la razón. Para abordar el problema del ser humano, se apoya en un dualismo radical de la realidad, similar al de Platón, y en el concepto de sustancia: aquello que existe por sí mismo y no necesita nada para existir.

Descartes argumenta que tanto la realidad como el ser humano están compuestos por dos sustancias con diferentes características: la res cogitans y la res extensa. Además, existe otra sustancia independiente y necesaria, la res infinita, que se corresponde con Dios, infinito, perfecto y creador del universo. La res cogitans, o sustancia pensante, es inmaterial y su atributo esencial es el pensamiento. Representa el alma o mente humana y sus actividades, como la duda, la imaginación o las ideas a partir de objetos externos. La res extensa, o sustancia extensa, es material y su atributo esencial es la extensión, es decir, que ocupa espacio y está sujeta a las leyes físicas, como los humanos o los objetos del mundo. Ambas sustancias se consideran como tales, ya que tanto el pensamiento en sí como la extensión no requieren nada más que a sí mismas para serlo, mientras que un razonamiento o cuerpo necesita de pensamiento y extensión, respectivamente, para existir.

Por otra parte, Descartes desarrolla el mecanicismo, fundamental en el pensamiento cartesiano, que defiende que todo lo material está sujeto a leyes mecánicas inmutables, semejantes al funcionamiento de una máquina. De este modo, el universo es como un reloj, creado por Dios, quien impuso sus leyes y lo puso en marcha el día de su creación. Por tanto, desde ese momento todo el mundo opera de forma autónoma, lo que, además, representa una visión determinista de la realidad, en la que todo está predeterminado. En consecuencia, Descartes rechaza la causalidad final aristotélica, ya que los seres, tanto animados como inanimados, no tienden a ningún fin, sino que se mueven de forma mecánica.

Los seres humanos, aunque tienen alma (res cogitans) y cuerpo (res extensa), obedecen a tales leyes mecánicas. Este dualismo antropológico, como ya hiciera Platón, explica la naturaleza del hombre como un ser material, extenso, por su cuerpo, e inmaterial, inextenso, por el alma. Por ello, existe un problema respecto a la relación mente-cuerpo, acerca de la relación entre procesos mentales y procesos corporales, que se ven separados por las diferencias insalvables entre las sustancias que los componen. Para resolver la cuestión, Descartes argumenta que la mente interactúa con el cuerpo a través de la glándula pineal, situada en la base del cerebro. Este es el punto de unión por el que la mente, a través de ella, provoca movimientos corporales, y por el que las experiencias físicas del cuerpo influyen en la mente.

No obstante, esta solución fue criticada por los filósofos, ya que no soluciona el problema, pues la glándula pineal es parte del cuerpo, por lo que es física en sí. Descartes, en el fondo, no explica cómo una sustancia inmaterial influye en lo material, por lo que otros autores como Spinoza o Leibniz trataron de resolver la relación mente-cuerpo.

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