Diferencias entre Eros y Agapé en el amor

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Los antiguos griegos y el amor

Los antiguos griegos dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que no nace del pensamiento o la voluntad, sino que en cierto sentido se impone al ser humano. Digamos de antemano que el Antiguo Testamento griego usa sólo dos veces la palabra eros, mientras que el Nuevo Testamento nunca la emplea: de los tres términos griegos relativos al amor—eros, philia (amor de amistad) y agapé—, los escritos neotestamentarios prefieren este último, que en el lenguaje griego estaba dejado de lado. El amor de amistad (philia), a su vez, es aceptado y profundizado en el Evangelio de Juan para expresar la relación entre Jesús y sus discípulos.

El significado de Eros y Agapé

Sustituir la palabra “eros” por la palabra “agapé”, denota sin duda algo esencial en la novedad del cristianismo, precisamente en su modo de entender el amor. Los griegos consideraban el eros ante todo como un arrebato, una «locura divina» que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y le hace experimentar la dicha más alta.

Religión y amor

En el campo de las religiones, esta actitud se ha plasmado en los cultos de la fertilidad, entre los que se encuentra la prostitución «sagrada» que se daba en muchos templos. El eros se celebraba como comunión con la divinidad. A esta forma de religión se opuso con máxima firmeza el Antiguo Testamento. Las prostitutas que en el templo debían proporcionar el arrobamiento de lo divino, no son tratadas como seres humanos y personas, sino que sirven sólo como instrumentos para suscitar la «locura divina»: en realidad, no son diosas, sino personas humanas de las que se abusa. Por eso, el eros ebrio e indisciplinado no es elevación, «éxtasis» hacia lo divino, sino caída, degradación del hombre.

El amor verdadero

Ya no se busca a sí mismo, sino que ansía más bien el bien del amado: está dispuesto al sacrificio. Nos encontramos con las dos palabras fundamentales: eros como término para el amor «mundano» y agapé como denominación del amor fundado en la fe y plasmado por ella. Con frecuencia, ambas se contraponen, una como amor «ascendente», y como amor «descendente» la otra.

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