Dinámicas de la Relación Individuo-Sociedad: Rechazo, Autoexclusión y Más

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Tensiones en la Relación Individuo-Sociedad

Rechazo

El rechazo se produce cuando el grupo social mayoritario no acepta ni reconoce a algunos individuos como miembros de pleno derecho. Esto ocurre cuando las acciones de un individuo se consideran desviadas frente a lo que la sociedad marca como normal. Esta valoración es cultural y depende de cada grupo. Existen otros factores que pueden motivar el rechazo social: factores raciales, culturales, religiosos, económicos... estos últimos suelen ser los más habituales.

Autoexclusión

La autoexclusión es el fenómeno contrario al rechazo social. Aunque también es causa de tensión entre individuo y sociedad, en este caso es el individuo quien no se identifica con los parámetros de su comunidad. Por tanto, no se siente satisfecho con lo que le rodea y vive ignorando las normas culturales de su grupo. Los factores que causan o motivan esta falta de reconocimiento entre individuo y sociedad son diversos. Esta falta de aceptación de los parámetros culturales del grupo en el que se vive suele generar, a su vez, un rechazo por parte de esa misma sociedad.

Tanto a nivel social como personal, estas tensiones tienen numerosas consecuencias, pero aquí vamos a centrarnos en las dos que nos parecen más relevantes.

Marginación

La marginación es una situación de aislamiento y segregación respecto al grupo mayoritario que se erige en representante del conjunto total de la sociedad. Quienes sufren esta situación suelen soportar, además del oprobio social, graves deficiencias afectivas, económicas y culturales.

Violencia

La violencia es tanto causa como consecuencia del rechazo social. La agresividad con la que algunos individuos se relacionan se sanciona con un rechazo expreso y, al mismo tiempo, algunos individuos reaccionan a la exclusión que padecen con violencia y enfrentamiento. Actos delictivos asociados a problemas económicos y sociales. Violencia gratuita, agresividad sin objeto ni explicación aparentes. Este último tipo es característico de ciertas subculturas.

Valoración de la Relación

Colectivismo

El colectivismo se basa en la idea de que la sociedad está formada por individuos, un hecho incuestionable. Determinadas teorías de la sociedad minimizan el valor del individuo fuera del entramado social. En estas teorías colectivistas, el individuo es tan solo una pieza más del engranaje social. Carece de valor por sí mismo, siendo perfectamente sustituible y reemplazable. Tiende a promover formas de organización y gestión social encaminadas a buscar el bien colectivo. Un colectivismo exacerbado y exagerado puede provocar que el todo social engulla y anule a sus miembros, olvidando que se trata de individuos con derechos inalienables e irreductibles a los del Estado, también conocidas como totalitarismos.

Individualismo

En el extremo opuesto al colectivismo se encuentra el individualismo. La sociedad no es más que un agregado o suma de individuos. Esta solo tiene sentido en virtud de los individuos concretos de los que surge. Se caracteriza por considerar que el individuo concreto, sus deseos y preferencias, está por encima de cualquier otra consideración, aunque esta sea promover el bien común. Fomenta virtudes individualistas, la ambición y la iniciativa personal. Defiende que el desarrollo social no depende de la regulación estatal, sino de las capacidades y los esfuerzos personales. El liberalismo radical a menudo es criticado por egoísta e injusto. Puede enmascarar un sistema social insolidario, en el que la libertad solo sea real para los privilegiados.

Humanismo

El humanismo se erige como una alternativa válida que intenta compaginar los aspectos positivos de ambas corrientes y evitar, en lo posible, los negativos. Intenta evitar la sobrevaloración de uno de los factores en claro detrimento del otro. Busca el equilibrio entre el interés colectivo y el respeto por la individualidad, y lo hace favoreciendo un marco social que garantice tanto su continuidad y estabilidad. Este humanismo, en las sociedades democráticas, persigue conciliar el bien colectivo y los intereses de la comunidad con las aspiraciones y los derechos personales.

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