El discurso en la Antigua Grecia: Retórica y Poder

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El discurso en la Antigua Grecia

Género literario discursos según las reglas de la retórica, arte de hablar para persuadir. Siglo VI a.C., en Siracusa, creado por Córax, que la definió como el «arte de la persuasión», y escribió el primer tratado sobre este género. La democracia ateniense la desarrolló.

Los sofistas la ofrecían, Protágoras estudio de la lengua y enseñó a sus alumnos.

Aristóteles, en Retórica, dice que solo sirve si es para la verdad.

La democracia ofrecía la posibilidad de hablar en la Asamblea a cualquier ciudadano y también de defenderse ante los tribunales, recurrían a los sofistas o los oradores y escritores profesionales de discursos, llamados logógrafos.

Aristóteles enumeró tres procedimientos necesarios para persuadir a un auditorio: la credibilidad del orador ante el público; la maestría del orador para producir un efecto emocional favorable sobre la audiencia; y la elocuencia, o capacidad de argumentación.

Partes del discurso

El discurso se compone de cuatro partes:

  1. la introducción (proemio), para obtener las simpatías del tribunal;
  2. la narración, o exposición de los hechos;
  3. la carga de la prueba, con los testimonios, y
  4. la conclusión o recapitulación.

Tipos de oratoria

Según el tema, existen tres tipos de oratoria:

  1. la oratoria forense o judicial, ante un tribunal;
  2. la oratoria deliberativa o política, ante una asamblea;
  3. la oratoria epidíctica, para elogiar a algún personaje.

El primer tipo lo representa Lisias; el segundo, Demóstenes; y el tercero, Isócrates.

Lisias

(445-380 a.C.) Nació en Atenas. Aprendió retórica en la colonia ateniense de Turios. Fue Logógrafo. No tenía la ciudadanía ateniense porque era meteco; no podía pronunciar sus discursos en la Asamblea. Contra Eratóstenes acusa a uno de los Treinta Tiranos de ser responsable del asesinato político de su propio hermano y de la confiscación de sus bienes. Como logógrafo, tenía la capacidad de adaptarse a sus clientes. Su estilo era claro, moderado en las figuras retóricas y coloquial. Sus discursos son testimonios de la vida privada en la Atenas de la época. Algunas de sus obras son: En favor del inválido, Sobre el olivo sagrado, Contra Diogitón, y Contra Agorato.

Demóstenes

(384-322 a.C.) Corrigió su tartamudeo introduciéndose piedras en la boca. Era huérfano y trabajó como logógrafo, componiendo discursos. Se opuso a la expansión del reino de Macedonia y dirigió sus principales discursos contra el rey Filipo II. Fue acusado por sus enemigos de aceptar un soborno de Harpalo, ministro de Alejandro, y marchó al destierro. Regresó tras la muerte de Alejandro. El sucesor de Alejandro, Antípatro, ordenó la muerte de Demóstenes, y éste terminó por suicidarse. Algunas de sus obras más conocidas son: Filípicas, Para los megalopolitanos, Olínticas y Sobre la falsa embajada. Sus discursos se caracterizan por su civismo, la exaltación de Atenas y de la cultura helénica.

Isócrates

(436-338 a.C.) Proveniente de una familia adinerada, recibió una buena educación. Fue discípulo de Gorgias, de Sócrates y de Platón. Cultivó todas las formas de la oratoria y fue logógrafo. A pesar de su timidez, fundó una escuela de retórica muy influyente. Criticó las desavenencias de los griegos ante el inminente peligro persa en su Panegírico, y propugnó la alianza entre Atenas y Esparta. Sus discursos son armoniosos y equilibrados, complejos y con abundantes antítesis. Entre sus obras destacan: Areopagítico y Sobre la Paz.

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