Doctrina Social de la Iglesia: Principios, Evolución y Figuras Clave

Clasificado en Filosofía y ética

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¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)?

La Doctrina Social de la Iglesia (DSI) es el conjunto de reflexiones que la Iglesia ha emitido en la época contemporánea sobre las cuestiones sociales. Se trata de una parte de la teología moral que ofrece una visión del hombre y de la sociedad.

Ámbito Histórico

  1. Antes del siglo XIX: Santos Padres (autores de los primeros siglos de la Iglesia) y teólogos (en monasterios y universidades) durante la Edad Media y hasta el siglo XIX.
  2. Después del siglo XIX: Surge como materia autónoma con León XIII.

Figuras Clave y sus Contribuciones

León XIII (1878-1903)

Gioacchino Pecci, Conde de Pecci, perteneciente a la aristocracia, estudió con los jesuitas y en la Escuela Diplomática Vaticana. Fue legado en Bruselas. Vivió en una época marcada por el liberalismo y el socialismo revolucionario (III República Francesa, Bismarck).

Encíclica Rerum Novarum (15 de mayo de 1891): Marca el inicio de la enseñanza social de la Iglesia. Aborda las relaciones entre patronos y obreros tras la Revolución Industrial, ofreciendo respuestas a la cuestión social. Rechaza la vía revolucionaria, defiende el derecho a la propiedad privada y promueve la participación del Estado en la economía para proteger a los débiles. También reconoce el derecho de libre asociación de obreros (futuros sindicatos), empresarios, y asociaciones mixtas. Se le conoce como el "Papa de los obreros".

San Pío X (1903-1914)

Sucesor de León XIII.

Pío XI (1922-1939)

Achille Ratti. Fue secretario de la Biblioteca Ambrosiana en Milán y de la Gregoriana en Roma. Firmó los Acuerdos de Letrán (1929) con el Estado italiano, constituyendo el Estado Vaticano. Vivió la crisis de 1929 y una época de totalitarismos, con la consiguiente concentración del poder político y económico. Pío XI alzó su voz contra estos regímenes.

Magisterio:

  • Encíclica contra el fascismo: Non abbiamo bisogno (1931).
  • Encíclica contra el nazismo: Mit brennender Sorge (1937).
  • Encíclica contra el comunismo: Divini Redemptoris (1937).

Pío XI enfrentó el odio hacia lo divino por parte del comunismo tras el triunfo bolchevique de 1917, la concentración del poder económico en pequeños grupos tras la Revolución Industrial, la crisis de 1929 y la propagación de ideas marxistas de lucha de clases.

Otras encíclicas importantes: Casti Connubii (sobre el matrimonio y la familia) y Quadragesimo Anno (en el 40 aniversario de la Rerum Novarum). En esta última, se define por primera vez el principio de subsidiariedad y se destaca el principio de justicia social.

San Juan XXIII (1958-1963)

Angelo Giuseppe Roncalli, proveniente de una familia de campesinos. Comenzó su pontificado a los 73 años. Nombró cardenales de todo el mundo. Fue nuncio en París y Turquía durante la Segunda Guerra Mundial, donde desempeñó un papel crucial ayudando a la evasión de judíos perseguidos por los nazis. Vivió una época de recuperación económica.

Aunque se pensó que sería un Papa de transición, convocó el Concilio Vaticano II, generando una gran innovación dentro de la Iglesia. Se le conoce como el "Papa bueno". Cambió el estilo de los papas, haciéndolos más accesibles al público.

Magisterio:

  • Encíclica Mater et Magistra (1961): En el 70 aniversario de la Rerum Novarum, desarrolla las enseñanzas sociales de sus predecesores. Enfatiza que el hombre es el centro de la sociedad, no el Estado, y subraya el principio de subsidiariedad. Aborda la socialización y las nuevas relaciones sociales, apelando a la colaboración mundial y al bien común internacional. Su enfoque principal es económico y social.
  • Encíclica Pacem in Terris (1963): De contenido político. Ante la amenaza de guerra nuclear, reflexiona sobre la paz, la dignidad de las personas y los derechos humanos. Es considerada la Declaración de los Derechos Humanos del Vaticano. Tuvo gran repercusión mundial. Habla de la dignidad humana trascendental, basada en la creación del hombre a imagen y semejanza de Dios. Apela a una autoridad mundial y al bien común internacional.

San Pablo VI (1963-1978)

  • Encíclica Populorum Progressio (1967): De materia económica. Trata sobre la solidaridad universal, el desarrollo y la justicia. Afirma que "el desarrollo es el nuevo nombre de la paz".
  • Carta Apostólica Octogesima Adveniens (1971): En el 80 aniversario de la Rerum Novarum, retoma y actualiza la enseñanza social. Advierte a los cristianos contra la asunción acrítica del liberalismo y el socialismo.
  • Encíclica Humanae Vitae (1968): Sobre la transmisión de la vida según la DSI.
  • Encíclica Ecclesiam Suam (1964): Sobre la renovación de la Iglesia, el diálogo y el acercamiento al mundo, manteniendo íntegra la doctrina.

Concilio Vaticano II (1962-1965)

Convocado por Juan XXIII y desarrollado durante los pontificados de Juan XXIII y Pablo VI. Trató sobre la Iglesia, la Sagrada Liturgia, la Iglesia Católica Oriental, los medios de comunicación, la educación, la vida religiosa, la libertad religiosa, la revelación, el ecumenismo y las relaciones con las religiones no cristianas.

Para la DSI, es clave la Constitución Pastoral Gaudium et Spes (alegría y esperanza) sobre la Iglesia en el mundo actual. Aborda la dignidad de la persona humana, la comunidad humana, la política, la economía, el matrimonio y la familia, la cultura, la paz y la comunidad internacional.

Cambios externos: El sacerdote, que antes oficiaba de espaldas al pueblo, se volvió hacia él. Se introdujeron las misas en lenguas vernáculas y se convocó un sínodo de obispos cada cuatro años.

Objetivos: Abordar los problemas sociales desde la perspectiva del mensaje cristiano y promover una mayor apertura de la Iglesia hacia el mundo.

Aclaraciones terminológicas:

  • Ecumenismo: Diálogo entre la Iglesia Católica y otras confesiones cristianas (evangelistas, luteranos, calvinistas, testigos de Jehová, etc.).
  • Diálogo interreligioso: Diálogo con otras religiones no cristianas y con otras culturas, reconociendo lo que hay de verdadero y santo en ellas.

La Iglesia Católica sostiene que, aunque solo ella posee la plenitud de los medios de salvación (sacramentos), la salvación es posible fuera de ella, ya que Cristo vino al mundo para salvar a todos los hombres.

Interpretación de la libertad religiosa: Los hombres están obligados a buscar la verdad y solo pueden hacerlo en un clima de libertad religiosa.

San Juan Pablo II (1978-2005)

Continuó abordando el subdesarrollo y la injusticia, la crisis económica y la crisis de los sistemas políticos marxistas. Vivió la caída del Muro de Berlín en 1989. Su magisterio es extenso.

Encíclicas clave para la DSI:

  • Laborem Exercens (1981): Sobre el trabajo como bien fundamental de la persona, factor primario de la actividad económica y clave de la cuestión social. Destaca la importancia del trabajo por ser realizado por una persona. Introduce el concepto de espiritualidad del trabajo.
  • Sollicitudo Rei Socialis (1987): En el 20 aniversario de la Populorum Progressio, analiza la situación mundial desde la perspectiva del desarrollo económico. Expone las exigencias de un desarrollo digno del hombre y distingue entre progreso y desarrollo. El verdadero desarrollo no se limita al aumento de bienes y servicios, sino que debe contribuir al ser del hombre.
  • Centesimus Annus (1991): En el centenario de la Rerum Novarum, retoma el principio de solidaridad y destaca la relación entre Dios y el hombre. Analiza los sistemas socialista y capitalista, la democracia y la caída del comunismo.

Otros documentos importantes:

  • Exhortación Familiaris Consortio: Sobre la familia.
  • Fides et Ratio (1998): Sobre la relación entre fe y razón.
  • Veritatis Splendor (1993): Sobre las cuestiones fundamentales de la enseñanza moral de la Iglesia.

Benedicto XVI (2005-2013)

Enfrentó la crisis económica internacional y el desafío antropológico.

  • Encíclica Caritas in Veritate (2009): De contenido económico, sobre el desarrollo humano integral. Aborda el compromiso de la caridad con la verdad, reivindica la Populorum Progressio, analiza las causas morales del subdesarrollo y promueve un nuevo humanismo trascendente.

Francisco (2013-)

Jorge Mario Bergoglio, jesuita argentino, arzobispo de Buenos Aires. Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses. Se diplomó como técnico químico. Ingresó al seminario diocesano de Villa Devoto y luego al noviciado de la Compañía de Jesús. Estudió Humanidades, Filosofía y Teología.

Magisterio:

  • Lumen Fidei (2013): Sobre la fe, su conexión con la razón, su unidad e integridad, y su luz para la vida social.
  • Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (2013): Directrices de su pontificado.
  • Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (2016): Sobre el amor en el matrimonio y la familia.
  • Encíclica Laudato Si' (2015): Sobre el cuidado de la casa común (ecología).
  • Encíclica Fratelli Tutti (2020): Sobre la fraternidad y la amistad social.

Definición y Características de la DSI

Definición

Conjunto de pronunciamientos emitidos por la Iglesia en vía ordinaria (no dogmática) desde 1891, referentes a las cuestiones sociales. Abarca todos los campos de la convivencia humana. No es la ideología de la Iglesia Católica, sino una parte de la Teología Moral que ofrece una visión del hombre y de la sociedad.

Características

  • Elaboración sucesiva: Se va emitiendo a partir de la cambiante realidad social.
  • Propositiva: Ofrece propuestas y soluciones.
  • Continuidad y cambio: Es la misma en su inspiración, pero se adapta al cambio histórico.
  • Inductiva y deductiva: Nace de la experiencia y del razonamiento.
  • Vida, no mera teoría: Se orienta a la acción.
  • Método: ver, juzgar y actuar (S. Juan XXIII, Mater et Magistra, 236; Concilio Vaticano II, Apostolicam Actuositatem, 29).

Fuentes de la DSI

  • Revelación Divina:
    • Sagrada Escritura: Testimonio escrito e inspirado de la Revelación.
    • Tradición: Lo que los Apóstoles predicaron oralmente y que se transmite hasta hoy en los escritos de los Santos Padres, Concilios, Liturgia, vivencia de la fe por los fieles, contemplación de los místicos y santos. La Tradición es permanente.
    • Magisterio de la Iglesia: Intérprete autorizado de la Sagrada Escritura y la Tradición.
  • Razón Natural: La razón humana, iluminada por la fe, es capaz de descubrir verdades sobre el hombre y la sociedad.
  • Ciencias Auxiliares: Humanidades, Ciencias Sociales, tecnologías, etc., que ayudan a analizar la sociedad. "La ciencia y la razón son como las dos alas con las que el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad" (S. Juan Pablo II).

Principios de la DSI

Principios Originarios

Son aquellos de carácter universal y permanente en toda la realidad social.

Principio Teológico

Dios existe y es creador del universo y del hombre. Es trascendente, Bien, Verdad y Belleza. Es un principio de razón y de fe.

Conocimiento de Dios:

  • Espontáneo.
  • Metafísico (conocimiento filosófico que se pregunta por las causas).
  • Sobrenatural (excede la razón; a la luz de la fe o de la gloria).

Autores que demuestran la existencia de Dios con la razón: Santo Tomás (5 vías tomistas: movimiento, causalidad, contingencia, perfección y finalidad), San Anselmo ("Aquel del que nada más grande puede ser pensado"), San Agustín (Confesiones), Descartes, Kant, Zubiri, Antony Flew, entre otros.

Principio Cristológico

Cristo es Dios, el Hijo de Dios Padre, la Segunda Persona de la Trinidad, que entra en la historia de la humanidad para salvar al hombre. Su existencia histórica está probada (Flavio Josefo, Tácito, Plinio el Joven, Suetonio). Su figura aparece anunciada en la Escritura desde el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento. Creer que Cristo es Dios es un principio de fe (Benedicto XVI, Deus Caritas Est).

Principio Antropológico o de la Dignidad Humana

El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1, 27). Dios creó todo para el hombre, que es el centro de la creación. Existe una igual dignidad ontológica de todos los seres humanos por el hecho de ser hijos de Dios.

La DSI sostiene que el hombre es un misterio para sí mismo (Gaudium et Spes). El misterio del hombre se esclarece en Cristo. De todas las criaturas visibles, solo el hombre es "capaz de conocer y amar a su Creador" (GS 12, 3); es la "única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma" (GS 24, 3); solo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios. Para este fin ha sido creado y esta es la razón fundamental de su dignidad.

(Ver artículo sobre la antropología de Peter Singer).

Principio Iusnaturalista o de Ley Natural

Existe una ley natural: un conjunto de principios universales y permanentes, captables por la razón y fundados en la naturaleza del hombre. Hay, por tanto, un orden en la creación y un orden en la conciencia del hombre.

Desarrollo del Principio Antropológico: La Dignidad de la Persona Humana

La Antropología es la ciencia que estudia al hombre. El concepto de persona es central en la DSI, pero no es igual en todas las antropologías. El concepto cristiano de persona tiene su origen en las disputas teológicas de los primeros siglos sobre la naturaleza de Cristo.

El hombre es el ser supremo de la creación, "imagen y semejanza de Dios" (posee inteligencia, voluntad y libertad, como Dios). La vida es un regalo de Dios. Reconocer la vida como don del Creador implica que su origen y su fin es el Amor. Implica responder con la vida, vivirla como respuesta a Dios.

Si la vida no se entiende como proveniente de Dios y con una finalidad en Él, puede ser considerada como propiedad del hombre, susceptible de ser dominada y manipulada (aborto, eutanasia, etc.). Pero si la vida tiene un fin en Dios, está llamada a una relación interpersonal con Él, que comienza en la creación y culmina en la comunión eterna. La vida, entonces, es fuente de sentido para la propia existencia.

Este concepto de la vida puede ser aceptado incluso por quienes no son creyentes, pero buscan un sentido y ven que la vida solo se realiza plenamente en la entrega a los demás en el amor.

La Tradición y la Sagrada Escritura muestran el concepto de Dios y del hombre propio del pensamiento cristiano. Cristo se encarnó y se hizo hombre, frágil. La Revelación nos dice que Cristo se hace presente y vive en la Iglesia por la acción del Espíritu Santo.

En Cristo podemos ver cómo es el hombre, porque Cristo es perfecto Dios y perfecto hombre. Solo en Cristo nos descubrimos a nosotros mismos (Gaudium et Spes, 22).

Facultades Humanas

  • Inteligencia: El hombre conoce por los sentidos, pero su conocimiento no se agota en ellos. Su modo peculiar de conocer es el entendimiento, que le permite pasar de lo singular y concreto a lo universal y abstracto. El conocimiento abstracto le permite juzgar, razonar, elaborar ciencia y progresar. El animal tiene siempre la misma melodía vital, mientras que la melodía del hombre cada uno es quien la va formando. Las funciones del entendimiento son juzgar y razonar.
  • Voluntad: Facultad que apetece el bien. El bien es representado por el entendimiento. El objeto de la voluntad es el ser en tanto que bueno, mientras que el objeto del entendimiento es el ser en tanto que verdadero. El acto de la voluntad implica cuatro pasos: concepción del fin, deliberación, decisión y ejecución.
  • Libertad: Atributo de la voluntad. Es la ausencia de determinación, la posibilidad de escoger sin estar determinado por nada exterior (coacción) ni interior (temor). La libertad entraña responsabilidad.

Clases de Libertad

  • Libertad de arbitrio o de opción: Poder elegir entre dos opciones.
  • Libertad moral: Libre elección del bien, presupone la libertad de arbitrio. Favorece el bien común, se orienta a Dios y lleva al fin último del hombre. Implica la entrega de uno mismo a los demás. Puede ser costosa, pero es la libre elección de la propia dignidad humana. Elegir el bien por amor a los demás y a uno mismo.

El mal uso de la libertad da lugar al libertinaje: cuando cada persona decide lo que está bien y lo que está mal, sin referencia a un orden moral objetivo.

El hombre está condicionado, pero no determinado.

Grandeza de la libertad: La orientación del hombre hacia el bien solo se logra con el uso de la libertad. La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión para que busque espontáneamente a su Creador y alcance la perfección. La dignidad humana requiere que el hombre actúe según su conciencia y libre elección. El hombre logra esta dignidad cuando, liberado de las pasiones, tiende a su fin con la libre elección del bien y se procura los medios adecuados. La libertad humana, herida por el pecado, necesita la gracia de Dios (Gaudium et Spes, 17).

Atributos de la Persona

  • Alma: Principio espiritual del hombre, por el cual es imagen de Dios. La Iglesia enseña que cada alma espiritual es creada directamente por Dios, no es producida por los padres, y es inmortal.
  • Cuerpo: Principio material del hombre, animado por el alma, destinado a ser, junto con el alma, templo del Espíritu Santo.

En el concepto cristiano, la persona es cuerpo y alma, constitutivamente ligados. Cuando el hombre muere, el cadáver no es persona; lo que continúa es el alma inmortal en un nuevo estado. Por eso, los cristianos esperan la resurrección final.

Benedicto XVI, en Jesús de Nazaret, señala que es un reto para la ciencia investigar el estado del hombre después de la muerte.

La unidad del alma y del cuerpo es tan profunda que se debe considerar al alma como la "forma" del cuerpo (Concilio de Vienne, año 1312, DS 902). En el hombre, el espíritu y la materia no son dos naturalezas unidas, sino que su unión constituye una única naturaleza (Catecismo de la Iglesia Católica, 365).

Principios Derivados

Se dan en toda la realidad social, pero su eficacia y perspectiva varían según el aspecto que se trate.

El Principio de Solidaridad

Introducción

Antes de definirlo, es necesario considerar diversas teorías sobre la naturaleza humana:

  • Teorías pactistas (Rousseau, Hobbes): El hombre es un ser individual y aislado que necesita un pacto para sobrevivir en sociedad.
  • Teorías universalistas: El hombre es un elemento poco importante de la sociedad (organicistas, nazismo, comunismo).
  • Teoría del pensamiento cristiano: El hombre es sociable por naturaleza.

Estas teorías influyen en la concepción del Estado. En Rousseau, el Estado es un enemigo necesario para articular las libertades individuales. En Hobbes, es necesario para evitar que los hombres se devoren entre sí. En el marxismo, el Estado es un absoluto. En el pensamiento cristiano, el Estado articula los derechos individuales, protege el bien común y está al servicio de la sociedad civil.

Concepto

La solidaridad es la expresión social de la fraternidad. Deriva del concepto cristiano de persona. Todos los seres humanos son hijos de Dios, creados a su imagen y semejanza. Los hombres constituyen una unidad, lo que obliga a la cohesión y al servicio mutuo.

El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia considera la solidaridad en dos aspectos:

  • Virtud moral: Voluntad decidida y constante de empeñarse en el bien común, para que todos seamos responsables de todos.
  • Principio social: Cambio de las estructuras de pecado por estructuras de solidaridad (San Juan Pablo II, Sollicitudo Rei Socialis, 36-). Ejemplos de estructuras a cambiar: organizaciones empresariales que buscan la presión en el mercado, sindicatos con intereses políticos, cárteles, monopolios, etc.

La solidaridad implica la comunicación de bienes espirituales (soportar los defectos del prójimo, dar consejo, perdonar, consolar) y materiales (visitar a los enfermos, dar limosna) (Catecismo de la Iglesia Católica).

La solidaridad contradice los fundamentos del mundo moderno, que desde la Ilustración exalta el individualismo sin restricciones. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 (Revolución Francesa) describe la libertad como soberanía absoluta del individuo. La DSI, en cambio, considera al individuo siempre en relación con los demás.

Documentos del Magisterio

El concepto de solidaridad se amplía con la globalización. Los papas, especialmente desde San Juan XXIII, enfatizan que las relaciones entre las naciones deben ser de solidaridad.

San Pablo VI, en Populorum Progressio (PP), afirma que la cuestión social ha adquirido una dimensión mundial, que la solidaridad universal es un deber de los países ricos hacia los pobres, que lo superfluo de los países ricos debe servir a los pobres (PP, 49), y que la regla del libre cambio no puede regular las relaciones entre países con demasiada desigualdad (PP, 58).

San Juan Pablo II, en su Carta a Europa, 9, señala que, aunque las ONG realizan un trabajo benemérito, se observa una falta del sentido de la solidaridad, con carencias de apoyo afectivo. Ejemplos: ayudar a ancianos pero no visitar a los propios abuelos, querer que los gitanos vivan dignamente pero no en el propio barrio, atender a los países pobres pero no regir la actividad económica por principios que los consideren interlocutores.

El Principio de Concepción Orgánica de la Vida Social

Implica que entre la base y la cima del cuerpo social debe haber un tejido intermedio. Ejemplos: en la comunidad política, la base son los ciudadanos, la cima es el gobierno, y el tejido intermedio son las universidades, colegios profesionales, organizaciones empresariales, sindicatos, etc. Dentro de cada uno de estos, hay también un tejido intermedio.

En los textos del Magisterio, se utilizan diferentes términos para referirse a este tejido intermedio: León XIII habla de "asociaciones", Pío XI de "entidades intermedias", y San Juan XXIII de "organismos intermedios".

El Principio de Subsidiariedad

Define la acción específica del gobernante de cualquier cuerpo social. Es la ayuda constante y permanente del órgano rector de la comunidad sin absorber al gobernado.

Su definición surge históricamente tras la Primera Guerra Mundial, con la crisis económica y social, la centralización administrativa, el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania y la crisis de 1929, que propiciaron tendencias totalitarias. Después de la Segunda Guerra Mundial, la presencia del Estado se consolidó con las teorías de Keynes.

La definición del principio de subsidiariedad en el Magisterio de la Iglesia aparece en la Quadragesimo Anno de Pío XI, 79 y 80:

Quadragesimo Anno, 79: "Como no se puede quitar a los individuos y dar a la comunidad lo que ellos pueden realizar con su propio esfuerzo e industria, así tampoco es justo, constituyendo un grave perjuicio y perturbación del recto orden, quitar a las comunidades menores e inferiores lo que ellas pueden hacer y proporcionar y dárselo a una sociedad mayor y más elevada, ya que toda acción de la sociedad, por su propia fuerza y naturaleza, debe prestar ayuda a los miembros del cuerpo social, pero no destruirlos y absorberlos".

Quadragesimo Anno, 80: "Conviene, por tanto, que la suprema autoridad del Estado permita resolver a las asociaciones inferiores aquellos asuntos y cuidados de menor importancia [...], con lo cual logrará realizar más libre, más firme y más eficazmente todo aquello que es de su exclusiva competencia [...], dirigiendo, vigilando, urgiendo y castigando, según el caso requiera y la necesidad exija. [...] mientras más vigorosamente reine [...] el orden jerárquico entre las diversas asociaciones, tanto más firme será no sólo la autoridad, sino también la eficiencia social, y tanto más feliz y próspero el estado de la nación".

El Concilio Vaticano II se refiere a la subsidiariedad al hablar de la educación, afirmando que no debe existir un monopolio estatal y que debe haber libertad para crear centros de enseñanza (ejemplos históricos: Rusia de Lenin y Stalin, intromisión del Estado español en la asignatura de Educación para la Ciudadanía en 2007).

El Principio del Bien Común

Rige la acción del gobernante y del gobernado en el cuerpo social.

Su definición se encuentra en el Concilio Vaticano II: "El bien común abarca el conjunto de aquellas condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia perfección" (Gaudium et Spes, 74).

  • Estas condiciones de la vida social son tanto materiales como espirituales.
  • La doctrina cristiana considera que el Bien, la Verdad y la Belleza son elementos objetivos que podemos conocer, aunque sea imperfectamente. A esto se oponen el subjetivismo y el relativismo.
  • El bien común no debe confundirse con la suma de utilidades individuales ni con la utilidad general (como hace el liberalismo extremo).
  • "La persona no puede encontrar realización sólo en sí misma, prescindir de su ser 'con' y 'para' los demás" (Compendio DSI, 165). Es común porque solo juntos podemos alcanzarlo y acrecentarlo.
  • Las exigencias del bien común derivan de las condiciones sociales de cada época y están vinculadas a la promoción de la persona humana y sus derechos fundamentales.
  • Una implicación importante del bien común es una economía inspirada en valores morales, que tenga en cuenta el destino universal de los bienes, los límites para un uso justo y ordenado, la compatibilidad con la propiedad privada y la opción preferencial por los pobres como responsabilidad social.

San Juan XXIII se refiere al bien común nacional e internacional. El primero incluye facilitar el trabajo, evitar categorías sociales privilegiadas y suprimir desigualdades entre sectores económicos. El segundo implica evitar la competencia desleal entre naciones, favorecer la colaboración económica y cooperar al desarrollo de las comunidades políticas más pobres.

El Principio de Participación

. Este principio rige la acción del gobernado.Está en la naturaleza de las cosas que a todos los seres humanos se les reconozca el derecho a participar en la vida social según las circunstancias y momentos de cada sociedad.Propio de todo ser humano. Se debe favorecer la participación de los más débiles, así como la alternancia de los dirigentes políticos para evitar privilegios (Compendio DSI).la participación requiere por parte del dirigente de una obra informativa y educativa. La participación, en la actualidad, se canaliza por las Declaraciones de derechos. Es decir, la participación se canaliza en la defensa de los Derechos Humanos. Por lo tanto, se habla de una participación en todo lo que hace referencia a los Derechos Humanos (habrá una participación en la riqueza, una participación en el trabajo, un derecho a participar en la cultura y un derecho a participar en la vida pública...). La democracia es el sistema político actual (el cual ha sido elogiado por el magisterio de la Iglesia), y es el sistema más característico de participación de la sociedad en la vida pública.Los derechos recogidos en la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 (Revolución francesa) no se tratan como derechos naturales sino como derechos fruto de un pacto social (pacto de Rousseau - contrato social). En esta declaración, los derechos se entienden en un sentido individualista.En la declaración de Derechos de la ONU de 1948 (después II GM, su origen es el pensamiento cristiano) no hay una referencia clara al Derecho Natural como fundamento.En cambio, en la Declaración de Derechos de la Pacem in Terris de San Juan XXIII (

es como la declaración de derechos de la Iglesia Católica) los derechos recogidos son los mismos que los de la Declaración de 1948. Lo que cambia en esta última con respecto a las anteriores es su fundamentación: los derechos están fundados de forma trascendente; se fundan en la dignidad de la persona humana. La dignidad del hombre para el Magisterio de la Iglesia es constitutiva. Es decir, por el mero hecho de ser hombre ya se tiene esa dignidad. Por tanto, todos los derechos que se recogen son iguales para todos los hombres y no se pueden contravenir. •Además, en el concepto cristiano, a todo derecho corresponde un deber. No se pueden reivindicar derechos sin los correspondientes deberes.•¿Qué derechos recoge la Pacem in Terris? El derecho a la vida, el derecho a la buena fama, a la verdad y a la cultura y el derecho al culto. Además, incluye derechos familiares, económicos, el derecho a intervenir en la vida pública, derecho a la seguridad jurídica… Y en todos estos derechos hay deberes. ”Por tanto, quienes, al reivindicar sus derechos, olvidan por completo sus deberes o no les dan la importancia debida, se asemejan a los que derriban con una mano lo que con la otra construyen” (Pacem in Terris, 30)EL PRINCIPIO DE JUSTICIA SOCIAL El principio de justicia social es el principio rector del conjunto de todas las formas de convivencia para garantizar el bien común en los planos nacional e internacional.Abarca toda todos los aspectos sociales, políticos y económicos y, sobre todo, a la dimensión estructural de los problemas y las soluciones correspondientes (Compendio 201).La justicia se puede entender en un sentido subjetivo: esta sería la virtud moral, que es “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo suyo”; y en un sentido objetivo: la cualidad por la cual la norma jurídica positiva se ajusta al orden moral. Entrarían en ella las formas clásicas de la justicia: conmutativa, distributiva y legal.Es una exigencia de la cuestión social vinculada actualmente al valor de la persona, de su dignidad y de sus derechos que se ve amenazada por la tendencia a recurrir exclusivamente a los criterios de la utilidad y del tener. (Tratar bien al otro, becas de estudio, Ley del Parlamento europeo que regula la Inteligencia Artificial, )Se llama Justicia social porque se refiere a toda la realidad social. Solemos entenderla en el sentido económico de compartir los bienes porque implica la protección de los más necesitados.En la Encíclica Laborem Exercens, 2 se hace un estudio histórico. San Juan Pablo II dice, mirando hacia atrás, que antes al hablar de justicia social, todo giraba en torno a la justa solución de la llamada cuestión obrera, es decir, hacía referencia a las diferencias entre clases sociales. En cambio, en el magisterio posterior, la cuestión social se centrará más en la distribución desproporcionada de riqueza y miseria entre los países y continentes desarrollados y no desarrollados, que exigen una justa distribución.Esta es la posición que se puede ver en el Magisterio posterior. La cuestión, por tanto, se ha desplazado a nivel mundial. Se ha pasado de contemplar diferencias entre clases sociales a ver las diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados.La Constitución Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II denuncia que “las   excesivas desigualdades económicas y sociales que se dan entre los miembros y los pueblos de una misma familia humana. Son contrarias a la justicia social, a la   equidad, a la dignidad de la persona y a la paz social en internacional” (GS 29).


•Benedicto XVI señala (Caritas in veritate,25) que “es difícil lograr la justicia social dentro de un cuadro de fuerzas profundamente transformado. El mercado, al hacerse global, ha estimulado, sobre todo en países ricos, la búsqueda de áreas en las que emplazar la producción a bajo coste con el fin de reducir los precios de muchos bienes, aumentar el poder de adquisición y acelerar por tanto el índice de crecimiento, centrado en un mayor consumo en el propio mercado interior. Consiguientemente, el mercado ha estimulado nuevas formas de competencia entre los estados”.Francisco en Fratelli Tutti, 163: La categoría de pueblo, que incorpora una valoración positiva de los lazos comunitarios y culturales, suele ser rechazada por las visiones liberales individualistas, donde la sociedad es considerada una mera suma de intereses que coexisten. Hablan de respeto a las libertades, pero sin la raíz de una narrativa común. (Sin esa idea de comunidad no habrá cambio)…ya que ni la idea de pueblo ni la de prójimo son categorías puramente míticas o románticas que excluyan o desprecien la organización social, la ciencia y las instituciones de la sociedad civil. 164: La caridad reúne ambas dimensiones  la mítica y la institucional  puesto que implica una marcha eficaz de transformación de la historia que exige incorporarlo principalmente todo: las instituciones, el derecho, la técnica, la experiencia, los aportes profesionales, el análisis científico, los procedimientos administrativos.165: Esto hace ver que es necesario fomentar no únicamente una mística de la fraternidad sino al mismo tiempo una organización mundial más eficiente para ayudar a resolver los problemas acuciantes de los abandonados que sufren y mueren en los países pobres. Esto a su vez implica que no hay una sola salida posible, una única metodología aceptable, una receta económica que pueda ser aplicada igualmente por todos, y supone que aun la ciencia más rigurosa pueda proponer caminos diferentes.166: Todo esto podría estar colgado de alfileres, si perdemos la capacidad de advertir la necesidad de un cambio en los corazones humanos, en los hábitos y en los estilos de vida. Es lo que ocurre cuando la propaganda política, los medios y los constructores de opinión pública persisten en fomentar una cultura individualista.Por eso, mi crítica al paradigma tecnocrático no significa que sólo intentando controlar sus excesos podremos estar asegurados, porque el mayor peligro no reside en las cosas, en las realidades materiales, en las organizaciones, sino en el modo como las personas las utilizan. El asunto es la fragilidad humana, la tendencia constante al egoísmo humano que forma parte de aquello que la tradición cristiana llama “concupiscencia”: la inclinación del ser humano a encerrarse en la inmanencia de su propio yo, de su grupo, de sus intereses mezquinos. Esa concupiscencia no es un defecto de esta época. Existió desde que el hombre es hombre y simplemente se transforma, adquiere diversas modalidades en cada siglo, y finalmente utiliza los instrumentos que el momento histórico pone a su disposición. Pero es posible dominarla con la ayuda de Dios. El poder internacional170. Me permito repetir que «la crisis financiera de 2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos que siguen rigiendo al mundo». Es más, parece que las verdaderas estrategias que se desarrollaron posteriormente en el mundo se orientaron a más individualismo, a más desintegración, a más libertad para los verdaderos poderosos que siempre encuentran la manera de salir indemnes.171. Quisiera insistir en que «dar a cada uno lo suyo, siguiendo la definición clásica de justicia, significa que ningún individuo o grupo humano se puede considerar omnipotente, autorizado a pasar por encima de la dignidad y de los derechos de las otras personas singulares o de sus agrupaciones sociales. La distribución fáctica del poder  sea, sobre todo, político, económico, de defensa, tecnológico El panorama mundial hoy nos presenta, sin embargo, muchos falsos derechos, y a la vez grandes sectores indefensos, víctimas más bien de un mal ejercicio


del poder”.En el plano internacional, la Iglesia dirime y media muchas cuestiones entre países (mediación de S. Juan Pablo II.

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