El hombre como ser histórico de ortega

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.2. El hombre como ser histórico.

3.2.1. Dimensión histórica de la razón y del hombre.

La vida del ser humano es un continuo hacerse, es la realización permanente de un proyecto que se está  haciendo en la historia, en el devenir de la vida. La vida del ser humano no es algo acabado e inmutable, sino que es historia. El hombre vive en un determinado momento, en un tiempo, en una época histórica. Y ese tiempo es el que hay que abordar, no sólo con la razón, sino también con la vida y desde la vida, pues el tiempo no es lo que miden los relojes, sino tarea, vivencias, innovación,...

"El hombre no tiene naturaleza, sino historia". Y por ello precisamente, por no tener una naturaleza prefijada e inmutable, -como ocurrirá  con los animales y plantas-, sino ser un animal heredero de la historia, plástico y con capacidad de hacerse a sí mismo, hay que concebir al hombre como el fruto de una relación entre el pasado y el futuro. Lo que el hombre haga de sí mismo, sus proyectos para el futuro, estará  en función del pasado que ha heredado. De modo que, para Ortega, el recuerdo del pasado no es un regalo que le haya sido dado al hombre, sino una potencialidad, que el hombre ha desarrollado, originada en la necesidad de enfrentarse con su propio futuro, porque el futuro no le viene resuelto al ser humano al modo que le viene resuelto al animal. De modo que, aunque pudiera ser paradójico, es la posibilidad del hombre de tener futuro, de hacerse a sí mismo hacia el futuro, la que le hace necesario tener que recurrir al pasado. Y ello es porque el recuerdo del pasado, lo mismo del pasado personal que del pasado de la humanidad, le permite encontrar las coordenadas necesarias para orientarse en relación a su futuro. Pero no basta con el mero hecho de recordar el pasado para que el hombre pueda orientarse en el presente y de cara al futuro. Para que el pasado pueda ser útil al hombre hay que "vivirlo", hay que hacerlo presente como punto de referencia. Y es esta convicción de la necesidad ineludible de vivir el pasado para toda persona que quiera ser un hombre del hoy y del mañana la que llevará a Ortega a reivindicar el recurso constante a la tradición (no vivir en el pasado como pretenden los tradicionalistas, pero sí vivir del pasado). Y un modelo admirable de una disciplina que ha tomado conciencia de su tradición y de su dimensión histórica es la propia Historia de la Filosofía, que nos hace vivir a nosotros la serie entera de los filósofos que nos precedieron "como un sólo filósofo que hubiera vivido dos mil quinientos años y durante ellos hubiera seguido pensando". Esto hace que el recurso a la tradición no sea sólo propio de "tradicionalistas", sino que es tarea ineludible de todo hombre, por cuanto es la única manera razonable de enfrentarse al futuro con ciertas esperanzas de éxito. Si podemos seguir haciendo ciencia, arte, filosofía o innovadores artefactos técnicos en el futuro es porque tenemos nuestras raíces en el pasado, un pasado que nos alimenta al modo como las raíces de una planta la alimentan para que pueda dar bellas flores y frutos sabrosos.




3.2.2. Teoría de las generaciones

La vida, que es temporeidad, historia, devenir, es posible gracias a la coexistencia de varias generaciones. Entiende por generación el hecho de que en cada época hay una forma de vida (creencias, ideas, problemas, usos,…) que dura un cierto tiempo (15 años, según Ortega). En un mismo tiempo, por tanto, coexisten varias generaciones: niños, jóvenes, adultos y viejos. Por ello, hay que distinguir entre: contemporáneos (los que viven en un mismo tiempo) y coetáneos (los que tienen la misma edad).

En esta diferencia se basa la posibilidad de innovación: si todos los contemporáneos fuesen coetáneos la historia se detendría, porque cada generación tiene dos dimensiones:

1) recibir la tradición, lo vivido por las generaciones anteriores.

2) dejar fluir su propia espontaneidad, innovar, crear nuevos proyectos.

Cuando estas dos dimensiones no coinciden, cuando hay rebeldía ante lo recibido, es cuando hay generaciones polémicas y es posible la innovación. Toda generación tiene su propia misión, su propia tarea histórica.

Cada generación, a su vez, está compuesta por dos tipos de personas:

a) minoría selecta o elite.

b) masa.

La elite esta formada por los hombres creadores de proyectos de vida (“De lo que hoy se empieza a pensar dentro de veinte años se hablará en las plazuelas”) y su misión es dirigir a las masas (“La masa es lo que no actúa por sí misma. Tal es su misión. Ha venido al mundo para ser dirigida, influida, representada, organizada”.)

En su tiempo, considera Ortega que se ha creado una gran confusión entre quien manda y quien obedece, de ahí la “rebelión de las masas”, que no quieren someterse a las orientaciones de la elite, lo que provoca la “invertebración” de España. De ahí la preocupación de los intelectuales por el “problema de España”. Ortega dirá: “España es el problema, Europa la solución”. Europa es la ciencia, España la inconsciencia, un pueblo sin cerebro, un desierto intelectual y cultural. Tiene una visión pesimista de España por la incapacidad de ser críticos con nuestros propios vicios (odio, envidia, incultura,…). El problema, por tanto, es pedagógico. Es necesaria más educación, más cultura, pero una cultura arraigada a la vida, que no sea vana y carente de valor, sino que permita la moralización de España

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