El encuentro personal: Valores, virtudes y condiciones para una unión auténtica

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ENCUENTRO, VALORES, ACTITUDES

La experiencia irreversible del encuentro personal

El encuentro es una forma elevada de unión del hombre con otra realidad, especialmente con otra persona. El encuentro se da entre una persona y una institución, una obra de arte… Pero el valor supremo del encuentro se alcanza cuando este es realizado por dos personas. Las realidades más valiosas nos plantean mayores exigencias: hemos de respetarlas y concederles todo su valor. En el encuentro se da un enriquecimiento mutuo. Cuanto más elevada en rango es la realidad que tratamos, más valiosa puede ser nuestra unión con ella. El encuentro es la forma más noble y, por tanto, más exigente, de experiencia irreversible. El encuentro es la raíz de nuestra vida, por ser una forma elevada de unión con otras realidades valiosas. La creación de un campo de juego común, merced a la entrega generosa de lo mejor de nosotros mismos y al entreveramiento de nuestros ámbitos de vida, constituye el encuentro personal.

Las condiciones del encuentro

  • La generosidad: la facilidad para abrirnos a los demás, no para dominarlos, sino para enriquecernos mutuamente. Es la virtud que nos hace abrirnos al otro con voluntad de ayudarlo a madurar y crecer como persona. La generosidad inspira las demás exigencias del encuentro.
  • La disponibilidad de espíritu: la predisposición para escuchar las propuestas de otras personas y vibrar con ellas. Es la actitud del que está dispuesto a escuchar y preocuparse por los otros.
  • La veracidad: la franqueza que nos lleva a mostrarnos como somos, sin deformaciones tácticas.
  • La sencillez: la espontánea aceptación de las propias limitaciones y la disposición a complementarse con otras personas.
  • La comunicación cordial: la disposición a participar en los sentimientos de los otros y a expresar los propios.
  • El perdón: la posibilidad de comenzar de nuevo, considerar un momento dado como un nuevo origen.
  • La fidelidad: la firme decisión de crear en cada momento de la vida lo que, en un momento, se prometió crear. La fidelidad implica flexibilidad de espíritu.
  • La paciencia: el ajuste a los ritmos naturales.
  • La cordialidad: la actitud de amabilidad en el trato que lubrica las relaciones humanas.
  • Compartir actividades elevadas: que crea entre nosotros modos de unión entrañables.

Descubrimiento de los valores y las virtudes

Las exigencias del encuentro encierran para nosotros un alto valor porque nos permiten realizar encuentros y desarrollar nuestra personalidad. En cuanto colaboran a nuestro desarrollo las denominamos valores. Cuando asumimos los valores como formas de conducta en nuestra vida diaria, los convertimos en virtudes, es decir, en capacidades para el encuentro. Se consideran viciosas las formas de conducta que nos impiden crear encuentros. La persona éticamente valiosa es la que configura un modo de ser que la dispone favorablemente para crear relaciones de encuentro.

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