España: De la Monarquía a la República (1923-1939)

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De la Monarquía a la República en España (1923-1939)

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

Durante el reinado de Alfonso XIII, España enfrentó una inestabilidad política y social marcada por la pérdida de sus colonias y la aparición del regeneracionismo. Alfonso XIII tuvo que lidiar con crisis como la Semana Trágica de 1909 y los problemas en Marruecos. A nivel internacional, mientras la Primera Guerra Mundial se desarrollaba, España se mantuvo al margen. Sin embargo, el periodo de entreguerras vio el ascenso del fascismo y la influencia de líderes como Mussolini y Hitler en Primo de Rivera, lo que condujo a la crisis económica mundial del 29. En septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera protagonizó un golpe de estado con el respaldo del rey Alfonso XIII. Este golpe marcó el inicio de una dictadura dividida en dos fases: el directorio militar (1923-1925) y el directorio civil (1925-1930).

Durante la primera etapa, Primo de Rivera disolvió las cortes, suspendió la constitución y estableció un régimen autoritario basado en el modelo fascista. Implementó medidas represivas como:

  • La prohibición de la bandera y el himno catalán
  • La persecución del nacionalismo vasco y la disolución de la Mancomunidad de Cataluña
  • La prohibición de manifestaciones y huelgas
  • La sustitución de civiles por militares en puestos de poder

Además, se firmó el expediente Picasso, consolidando así su control sobre el país.

La dictadura de Primo de Rivera se consolidó con la promulgación del Estatuto Municipal de 1924, que militarizó los ayuntamientos y estableció la Unión Patriótica como partido único, siguiendo el modelo fascista de Mussolini. Su éxito militar más destacado fue el desembarco de Alhucemas en 1925, que aseguró el control de Marruecos. En 1925, comenzó la segunda etapa de la dictadura, ahora bajo un directorio civil. Sin embargo, a pesar de algunos logros políticos y económicos, Primo de Rivera intentó establecer un régimen más estable. En 1927, se formó la Asamblea Nacional Consultiva, pero fracasó en su intento de redactar una constitución. La consolidación del control territorial se logró en 1927 tras el éxito de Alhucemas. Durante este período, se estableció la milicia cívica del Somatén y se creó la Organización Corporativa Nacional, mientras que la política económica de Calvo Sotelo tuvo efectos beneficiosos hasta 1929.

La etapa final de la dictadura de Primo de Rivera (1930-31), se caracterizó por un crecimiento económico inicial que se vio afectado por el crack de la bolsa de Nueva York en 1929, desencadenando una rápida crisis económica. El aumento del descontento social, marcado por movimientos huelguísticos, debilitó su posición. En enero de 1930, Primo de Rivera renunció y se exilió a París, dejando al monarca en una difícil situación. Berenguer fue nombrado jefe de gobierno, pero su gestión fue criticada. El Pacto de San Sebastián en 1930 buscaba derrotar al monarca e instaurar una república, y el Comité Revolucionario, liderado por el PSOE y VOT, contribuyó al aislamiento del monarca. Berenguer dimitió en febrero de 1931, y un nuevo gobierno, dirigido por Aznar, convocó elecciones en abril, que resultaron en la abdicación del rey y la proclamación de la Segunda República el 14 de abril de 1931. En conclusión, aunque el golpe de Estado inicial buscaba enfrentar la crisis, el régimen terminó aislado, llevando a España hacia la Segunda República y, finalmente, a la guerra civil.

La Segunda República (1931-1936)

Durante la Segunda República (1931-36), surgida tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, se instauró un gobierno provisional liderado por Alcalá Zamora y apoyado por una amplia coalición de partidos republicanos de izquierda, derecha, socialistas y nacionalistas. Destacó la figura de Dolores Ibárruri, dirigente del Partido Comunista de España. El gobierno provisional tuvo que enfrentar demandas de reformas laborales, incluyendo la reforma agraria y laboral, mientras la CNT anarquista impulsaba campañas de huelga. Los conflictos entre la Iglesia y el gobierno llevaron a la expropiación de sus bienes y su nacionalización.

En junio de 1931 se celebraron elecciones para los cortes constituyentes, otorgando una clara mayoría a los republicanos de izquierda. Se promulgó la Constitución de 1931, estableciendo un régimen democrático, parlamentario y laico, con soberanía nacional, sufragio universal masculino y femenino, separación de poderes y reconocimiento de derechos individuales, incluyendo el voto femenino y la autonomía regional.

El período posterior, conocido como el Bienio Reformista (1931-33), estuvo marcado por el gobierno de Azaña y Alcalá Zamora, que implementó reformas laborales, educativas y militares. Se estableció la jornada laboral de ocho horas, el derecho a la huelga, salario mínimo y asistencia médica. En educación, se impulsó un sistema público, gratuito y laico, mientras que en el ámbito militar se llevó a cabo una selección y reducción de personal.

En 1932, se aprobó la Ley de Reforma Agraria, conocida como Ley de Roses, con el objetivo de redistribuir la propiedad agraria, aunque resultó ser un fracaso. En cuanto a la reforma religiosa, se estableció la separación de la Iglesia y el Estado, se legalizó el matrimonio civil y el divorcio, y se limitó la influencia de la Iglesia en la educación.

En el ámbito cultural, la Segunda República fue un periodo destacado para la vida cultural española. La Generación del 98, representada por figuras como Pío Baroja y Unamuno, buscaba la regeneración de España. A ellos se sumaron los de la Generación del 14, encabezados por Ortega y Gasset. Además, surgió la Generación del 27, destacando poetas como Lorca y Miguel Hernández, y pintores como Dalí, Miró y Picasso.

Durante el gobierno de Azaña, se enfrentó a diversos problemas, incluyendo un intento de golpe de Estado en Sevilla y la revuelta anarquista en Casas Viejas, que llevó al fin de su gobierno. En las elecciones de 1933, los conservadores de derecha obtuvieron la victoria, dando inicio al Bienio Radical (1933-36). Se presentaron nuevos grupos de derecha, como la Confederación Española de Derechas Autónomas de Gil Robles, la Derecha Liberal Republicana de Calvo Sotelo, y la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, mientras que la izquierda se fragmentó en múltiples grupos. El Bienio Radical, tras la Revolución de octubre de 1934, vio a Lerroux liderar un gobierno obligado a revertir las reformas anteriores bajo presión de la derecha. Se suspendieron iniciativas agrarias y militares, y se buscó conciliar con la Iglesia mientras se enfrentaba al nacionalismo. La entrada de ministros de la CEDA generó tensiones, desencadenando estallidos sociales en Madrid, Cataluña y Asturias. La represión fortaleció al Frente Popular, que ganó las elecciones de 1936 en el sur, mientras que la derecha prevaleció en el norte. Azaña asumió la presidencia, tratando de restaurar las reformas progresistas. Sin embargo, las tensiones entre derecha e izquierda aumentaron, culminando en el golpe de Estado del 16 de julio de 1936 liderado por el ejército de Marruecos, que provocó la Guerra Civil. A pesar de los avances republicanos, como el sufragio femenino y la separación Iglesia-Estado, las divisiones políticas llevaron al fin de la República en 1939.

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