La Ética de Tomás de Aquino: Ley Natural, Virtudes y Sociedad

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La Ética de Tomás de Aquino

Ley Natural y Virtudes

Tomás de Aquino creía que los seres humanos tienen una tendencia natural hacia el bien y la felicidad, que solo se puede lograr mediante la plena realización racional de nuestro ser. Por lo tanto, la norma moral consiste en actuar de acuerdo con nuestra naturaleza racional, con el fin de alcanzar el fin supremo, que es Dios.

Al igual que Aristóteles, Tomás de Aquino definió las virtudes como disposiciones adquiridas por un hábito. Señaló como virtudes principales la prudencia, el conocimiento, la fortaleza, la templanza y la justicia, pero añadió tres virtudes relacionadas con el cristianismo: fe, esperanza y caridad.

Fundamento de la Ley Moral

El fundamento de la ley moral es Dios, quien rige el universo según la ley eterna. Esta es una ley natural, una expresión de la misma ley divina, que al estar impresa en el corazón del ser humano le permite discernir entre el bien y el mal. Como la criatura humana participa de la ley eterna de Dios, la ley natural debe serle evidente.

Los preceptos de la ley natural son:

  • Hacer el bien y evitar el mal.
  • Conservar la vida propia y ajena.
  • Orientar la sexualidad al cuidado y educación de la prole.
  • Convivir en paz y armonía con el prójimo.

Las leyes positivas son producto de un acuerdo o convención entre los seres humanos y pueden variar según las épocas históricas, pero no deben contradecir en ningún caso los preceptos de la ley natural.

Sociedad y Política

Tomás de Aquino reconoció la sociabilidad natural del ser humano y afirmó que la sociedad es la forma más perfecta de realización de los seres humanos, quienes deben organizarse en familias, aldeas y ciudades.

La vida humana ve cumplidas todas sus necesidades en la comunidad política, que es el Estado. La autoridad que gobierne el Estado debe dirigir sus acciones para preservar el bien común. Todas las formas de gobierno son legítimas siempre que contribuyan a la paz, la prosperidad y el bienestar de todos.

Sin embargo, son formas de gobierno ilegítimas e injustas aquellas en las que la autoridad gobierna en provecho propio y descuida el bien común. En esta situación de injusticia, Tomás de Aquino admite la sublevación contra el tirano, siempre que tal levantamiento no acarree mayor mal que el que ya se padece con la tiranía.

De todas las formas de gobierno, se inclinó por la monarquía, equilibrada por la aristocracia y la democracia. Frente a ellas, las tres formas corruptas de poder son la tiranía, la oligarquía y la demagogia.

Consideró que el poder del monarca procede de Dios, aunque este lo depositó en el pueblo. Con ello señaló que el poder del gobernante no es absoluto, sino que queda limitado por la voluntad de Dios y por el bien común. De este modo, si el monarca utiliza el poder para servirse en beneficio propio, el pueblo podría levantarse contra él y deponerlo.

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