Evolución del Gallego: De la Edad Media a la Influencia Castellana
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El Gallego en la Baja Edad Media
Durante la Baja Edad Media, el gallego antiguo comienza a disputarle al latín la condición de lengua de cultura y administración que este poseía en solitario hasta el siglo XIII. En el siglo IX se empleaba una lengua oral bastante diferente del latín vulgar y, aunque este era empleado en los usos escritos, resultaba de difícil comprensión para la gente. Esto explica la progresiva aparición de textos en romance gallego-portugués. Los documentos más antiguos de los que tenemos noticia están datados a partir del último cuarto del siglo XII ("Pacto de Irmáns") y los primeros textos literarios son del siglo XIII, aunque sus orígenes poéticos se remonten a los siglos XI y XII y haya que ir a buscarlas a la literatura provenzal/mozárabe. Hablamos de la poesía lírica trovadoresca, cuya cantiga más antigua, «Ora faz ost'o senhor de Navarra», del trovador portugués Joam Soares de Paiva. En esa altura, no podemos considerar el gallego y el portugués como realidades separadas, sino como una única lengua.
Esplendor del Gallego Medieval
En esta etapa, el reino de Galicia y el gallego antiguo gozan de gran prestigio. Los trovadores medievales no solo son gallegos y portugueses, sino que también troban en nuestra lengua autores castellanos (Pedro García Burgalés), aragoneses (Martín Moxa) y de otras latitudes. Entre 1200 y 1350 transcurre la época de esplendor del gallego medieval, representada por los trovadores de la Escuela Lírica Gallego-Portuguesa. A finales de esta etapa surgen también las primeras obras historiográficas y en prosa literaria. El gallego se cultiva en la literatura (cantigas), áreas de administración civil y justicia (testamentos, sentencias), en la economía, en la ciencia y en la técnica o en la vida eclesiástica y religiosa. Todos los documentos públicos y privados eran redactados en la única lengua que la sociedad entendía: el gallego. En esta época era una lengua normalizada.
El Conflicto Lingüístico
Durante el reinado de Fernando II, Galicia conoce por primera vez el conflicto lingüístico, que surge cuando el rey envía nobles foráneos castellanohablantes para gobernar el antiguo reino. Alfonso X (hijo del rey), que reinó entre 1252 y 1284, no destacó por el apoyo al gallego en los usos oficiales y administrativos. La presión del castellano continúa y el conflicto comienza a hacerse patente.
La Influencia Castellana
A partir de mediados del siglo XIV, la situación cultural y lingüística del reino empeora. Nuestro país, bajo el influjo de una fuerte inercia castellanizadora que afecta a toda la clase dominante gallega, ve como los esfuerzos de construcción cultural, política y social de carácter autónomo van fracasando hasta dejarlo a merced de las potencias peninsulares en ascenso (León, Castilla). En dos ocasiones, buena parte de la nobleza autóctona se verá obligada a ceder ante la llegada de una clase aristócrata foránea que vendrá «para hacerse carne y sangre de las mejores, y para cargar con los más pingües empleos, así eclesiásticos como civiles», en palabras del Padre Sarmiento.
Primera Oleada de Diglosia (Siglo XIV)
La primera, en la segunda mitad del siglo XIV, proviene del enfrentamiento por el trono de Castilla entre Pedro I y su hermano Enrique de Trastámara. La nobleza laica gallega se decanta por Pedro, que resulta ser derrotado. La consecuencia fue la penetración en Galicia del primer foco diglósico, ya que hasta entonces el castellano se empleaba en los documentos que se originaban fuera de Galicia, pero no en los que se originaban dentro del territorio gallego.
Segunda Oleada y Sometimiento (Siglo XV)
La segunda, a finales del siglo XV, se produce por la lucha sucesoria entre la hija de Enrique IV de Trastámara, Juana la Beltraneja, e Isabel la Católica. La derrota de Juana origina la ocupación de Galicia por parte de los Reyes Católicos y el sometimiento de la nobleza gallega. Así, Galicia se convierte en un satélite del reino castellano, en un momento en que el gallego y el portugués inician caminos distintos como lenguas independientes. Galicia no tiene cancillería ni corte propia que favorezca la oficialización de la lengua. Los Reyes Católicos imponen el castellano como lengua administrativa, de modo que el gallego tendrá que cederle su terreno en la redacción de todos los documentos elaborados en nuestro territorio, iniciándose un largo proceso de movilización de nuestro idioma. Por el contrario, el castellano se convertirá en la lengua hegemónica en todos los territorios peninsulares, excepto en Portugal.