De 1936 a los años cuarenta, la Guerra Civil Española provocó una ruptura en nuestras letras. Miguel Hernández es representativo de la evolución poética de entonces: compartíó con los poetas del 27 ciertas vanguardias y, como ellos y otros, se aleja del arte deshumanizado e inició una poesía comprometida. En los años cuarenta hay dos orientaciones: por una parte, una poesía desarraigada: en la que los dos poetas más significativosson Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso (ambos de la generación del 27), quienes publican respectivamente en el mismo En los años cincuenta surge la poesía social, con la publicación de Pido la paz y la palabra, de Blas de Otero, y Cantos íberos, de Gabriel Celaya. Ahora el poeta se desplaza del «yo» al «nosotros», es más realista y crítico, desea expresarnos su relación con la vida y la historia que le ha tocado vivir y adopta como consignas palabras como compromiso o solidaridad. Escribirán “a la inmensa mayoría” y utilizarán la poesía como “instrumento para transformar el mundo”, con un lenguaje en ocasiones coloquial.En la llamada Generación del 50 también surge la poesía del pensamiento y la poesía de la Los años sesenta y setenta serán los años de los Novísimos, con una poesía descriptiva, alimentada por el gusto modernista y las lecturas insólitas. La tendencia vinculada a la estética pop y a la contracultura gusta de la artificiosidad, la influencia de los “massmedia” anglosajones y la incorporación de nuevos mitos vinculados al cine, la televisión, el cómic, los carteles, la publicidad, el jazz, el folk, el rock… Los temas personales (infancia, amor, erotismo, adicciones…) alternan con “lo público” (la sociedad de consumo, el compromiso político); los tonos graves de íntimo malestar alternan con la provocación y la frivolidad. Pere Gimferrer y Luis Antonio de Villena son algunos de los poetas de este grupo. A partir de los años setenta aparece el barroquismo, el clasicismo y el culturalismo (poesía inspirada en el arte y en diversas manifestaciones culturales en el caso de Antonio Colinas; o de Luis Alberto de Cuenca, de amplia formación grecolatina. De los años 80 hasta ahora vuelve la «poesía de la experiencia», que se caracteriza por la tendencia general a diluir el “yo” más personal en la experiencia colectiva sin renunciar a la reflexión moral acerca de la propia individualidad de manera humilde, no sublime. Por otra parte, la poesía se ha revitalizado en los medios de comunicación y en su colaboración con músicos, como es el caso de Luis García Montero y Benjamín Prado. En este Siglo XXI, Marwan, Rayden, Defreds, Luna Miguel, Elvira Sastre, Irene X, Loreto Sesma, que se han dado a conocer en Instagram, YouTube y Twitter, escriben letras de canciones y participan en campañas publicitarias.
EL TEATRO ESPAÑOL DESPUÉS DE 1936 Los años cuarenta se caracterizan por: un teatro ideológico, que defiende los valores tradicionales; la comedia burguesa de evasión,en la que sigue triunfando Jacinto Benavente; el teatro cómico y convencional, con obras que se reponen o se crean; y el teatro folclórico-musical, que casi no es teatro, donde la música asfixia lo literario. Entre los años 40 y 50 surge la revolución por el humor, pues Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro) y Miguel Mihura (Tres sombreros de Copa), fueron los primeros en llevar al teatro los hallazgos humorísticos de algunas revistas de los años veinte que se acercaban a la inverosimilitud y se han considerado precedentes del teatro del absurdo. No obstante, chocarán con un público y una crítica cerrados, lo que les obligará a reducir sus audacias. Los años cincuenta desarrollan un teatro realista, de protesta y denuncia social. A partir de 1949 aparecen las preocupaciones existencialistas y de tipo social, que empieza a presentar sobre el escenario la realidad española de una forma cada vez más crítica: Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo, significa su comienzo; Alfonso Sastre pretendíó hacer de este género un arma reivindicativa con Escuadra hacia la muerte, con la que denuncia el militarismo. Sin embargo, en los años sesenta y setenta aparece lasuperación del Realismo y la asimilación de corrientes experimentales y simbolistas. Ahora cobrarán importancia los teatros de cámara y los grupos de TEU (Teatro Español Universitario): son experiencias minoritarias, pero darán a conocer nuevos valores españoles y alguna corriente de la vanguardia europea. Y también aparecen los grupos de teatro independientecomo “Tábano” (Madrid), y otros como “Els Joglars”, “Dagoll-Dagom” y “Els Comediants” (catalanes), “Teatro Lebrijano”(andaluz) y “Akelarre” (Bilbao). Todos ellos, con obras de autor o con creaciones colectivas, han llevado a cabo una síntesis entre lo experimental y lo popular. Individualmente, destacados autores son Fernando Arrabal, con su teatro pánico, provocador y rebelde, que recoge elementos de las vanguardias y del teatro del absurdo; y Francisco Nieva, que consigue acceder a escenarios de amplia audiencia con su muy ornamental y etiquetado como teatrofurioso.En los primeros años de la democracia se retorna al Realismo, al costumbrismo y a las formas tradicionales, con el favor de crítica y público. Destacan José Sanchis Sinisterra con ¡Ay Carmela!, José Luis Alonso de Santos con Bajarse al moro y Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano. Ya en los años 80 se fundó el Centro Dramático Nacional, el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD). Este teatro estatal e institucionalizado ha acabado imponiéndose como modelo, con obras consagradas, a costa de apartar a las propuestas más alternativos. Juan Mayorga, ya en este sigo, ha traspasado las barreras nacionales para ser traducido y representado en los principales teatros europeos. Colaborador asiduo de compañías como Animalario, ha trabajado como adaptador y dramaturgo para el Centro Dramático Nacional y la Compañía Nacional de Teatro ClásiDel teatro en el Siglo XXI, la mayoría de lo que podemos llamar nuevas tendencias lleva años entre nosotros y no se ha producido ninguna ruptura significativa. Así, existen las llamadas “salas alternativas”, herederas de las performances norteamericanas. La última realidad que se ha podido conocer, de este modelo, es el llamado microteatro: hasta cinco salas con obras distintas, en horarios de tarde y noche, ofrecen Obras de 15 minutos para 15 espectadores. Con estas salas y salitas, conviven los teatros y/o grupos, algunos de larga duración, que hacen su propia oferta para la formación teatral, marcando estilo propio y fácilmente reconocible en sus puestas en escena: La Abadía, El Astillero o Cuarta Pared, en Madrid; Lliure, en Barcelona; Kulunka Teatro, en Euskadi. Se recurre al didactismo: no ha perdido la clase teatral el deseo de educar por medio de su arte y quizá ya no se busca escandalizar, sino entrar dentro de lo políticamente correcto y lo socialmente aceptado. Se habla de la estética de la recepción, hay coloquios y reuniones para estudiar al público. Por ejemplo, Historia de España en 70 minutos, escrita por Ernesto Filardi, repasa la biografía de nuestro país desde Altamira hasta nuestros días desde una perspectiva cómica muy crítica con el poder y que surgíó a la par de los movimientos antisistema del 15M. Jauría, de Jordi Casanovas, es una dramaturgia surgida a partir de las transcripciones del juicio realizado a los violadores de la llamada “La Manada”, está construida íntegramente con fragmentos de las declaraciones de acusados y denunciante publicadas en varios medios de comunicación y nos permite viajar dentro de la mente de víctima y victimarios.