Evolución de la novela española en el siglo XX

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Novela de los 40

En 1939 el panorama cultural es desolador, muchos autores se han exiliado y la literatura se encuentra determinada por la presión de la censura, que impide que se pueda expresar una denuncia explícita. No es posible conectar con el vanguardismo de los años 20 ni con el compromiso político-social de los años 30, de ahí que la mayoría de los autores realicen obras inscritas dentro del denominado realismo tradicional o convencional. Esta narrativa se corresponde con las técnicas del realismo decimonónico, con argumentos extensos, ambientales y conflictos burgueses recreados con precisión y contraria a los alardes estilísticos. En esta línea destacan Juan Antonio Zunzunegui. Hay que citar también a Miguel Delibes con 'La sombra del ciprés es alargada', que posteriormente evolucionará hacia formas más innovadoras, con las que alcanzará sus mayores logros.

Realismo existencial

Algunas novelas reflejan los aspectos más desagradables y brutales de la realidad para efectuar una reflexión profunda sobre la condición humana. 'La familia de Pascual Duarte' de Camilo José Cela abre esta corriente, por la crudeza con que se describen ambientes sórdidos y sucesos truculentos.

Narrativa del exilio

Para tener una visión completa de la narrativa de posguerra española debemos tener en cuenta la producción de los autores exiliados. Aunque no constituyen un grupo homogéneo, en sus relatos se pueden citar como comunes los motivos que giran alrededor del tema de España: el recuerdo de la infancia y juventud, la guerra, la tragedia del exilio. Algunos de ellos se integraron en su nueva realidad e incorporaron otros temas de su presente. Los más destacados son 'El laberinto mágico' de Rosa Chacel y 'Muertes de perro' de Francisco Ayala.

Década de los 50: el realismo social

Con la Guerra Fría, España empieza a salir del aislamiento y se incorpora a algunos organismos internacionales, en la órbita de EE. UU. El incipiente desarrollo del turismo y la industria trae cierta recuperación económica y cambios en los estilos de vida, como las migraciones de los campesinos hacia las ciudades y la difícil inserción de estas personas en los suburbios urbanos. Al mismo tiempo, los jóvenes que han vivido la guerra como niños o adolescentes empiezan a manifestar actitudes críticas respecto al poder y a la división social entre vencedores y vencidos. Para muchos, 'La colmena' de Cela marca el inicio de la novela social, ya que aparecen rasgos propios de dicha narrativa: la concentración del tiempo, la reducción del espacio y el personaje colectivo. El tema de la novela social es la propia sociedad española: la dureza de la vida en el campo, las dificultades de la transformación de los campesinos en trabajadores industriales, etc. El estilo de la novela realista es sencillo, tanto en el lenguaje como en la técnica narrativa, se pretende llegar a un amplio público. Los contenidos testimoniales o críticos son más importantes. Se observan dos grandes tendencias: el objetivismo, se limita a dar cuenta de los hechos, sin emitir juicios de valor; y el realismo crítico, el novelista toma partido para agitar las conciencias y la denuncia de las desigualdades e injusticias sociales prevalece sobre cualquier otro propósito. Los títulos más destacados de esta década son 'El Jarama' de Rafael Sánchez; 'La resaca' de Juan Goytisolo.

Años 60: la novela experimental

Durante la década del sesenta se detecta un cierto agotamiento del realismo social y una mayor apertura de España al exterior. Los novelistas vuelven sus ojos a los grandes renovadores de la narrativa universal del primer tercio de siglo y hay un giro hacia la experimentación, con novedades técnicas como la reducción y fragmentación del argumento, que con frecuencia carece de desenlace; entrada de elementos fantásticos y oníricos; identidad conflictiva de los personajes; alternancia en el punto de vista narrativo; empleo expresivo de la tipografía; uso del monólogo interior y el estilo indirecto libre; ruptura del orden cronológico. Se trata de una novela que requiere un esfuerzo activo del lector. No importan tanto el argumento y los temas como la forma de tratarlos, mediante un lenguaje y una estructura innovadores. Esta corriente comienza con 'Tiempo de silencio' de Luis Martín-Santos. Destacamos también 'Cinco horas con Mario' de Delibes.

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