Evolución de la Oratoria Romana: Contexto Político, Influencias y Desarrollo
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El desarrollo de la oratoria romana se vio favorecido por el sistema político de la República, que estaba basado en la consulta popular, y, de hecho, se mantuvo viva y con fuerza mientras subsistió este sistema político. Una vez que llega el Imperio, una forma de gobierno basada en el poder personal, la oratoria, carente del ambiente de libertad que necesita, languidece y se transforma en un puro ejercicio de retórica.
En una cultura como la romana, eminentemente oral, la oratoria impregnaba gran parte de la vida pública y su valor era reconocido en los tribunales (discursos judiciales), en el foro (discursos políticos) y en algunas manifestaciones religiosas (elogios fúnebres). Sólo más tarde, cuando se tiene conciencia del valor literario de los discursos, comienzan éstos a fijarse por escrito. Ésta es la razón de que sólo conozcamos la oratoria anterior a Cicerón por escasos fragmentos y por referencias indirectas. Además del propio Cicerón, que en su tratado de retórica Brutus traza una completa historia de la elocuencia romana, tenemos también los escritos de Gelio, un erudito del siglo II d. C., que recopiló gran cantidad de material sobre obras de la antigüedad y que es una inestimable fuente de información.
Primeros Pasos de la Oratoria Romana
Antes de la llegada de los rétores griegos a Roma (antes del s. II a.C.), la oratoria comienza a practicarse en época muy temprana: el primer discurso del que tenemos constancia es el pronunciado por Apio Claudio el Ciego en 280 a.C. con motivo de la guerra contra Pirro. Durante estos primeros años la oratoria se desarrolla teniendo como elemento fundamental la improvisación delante de un auditorio. Sólo comienza a cultivarse como arte en los difíciles años de las guerras púnicas, cuando se tiene conciencia de su valor literario, y es entonces cuando empiezan a fijarse los discursos por escrito.
Influencia Griega y la Escuela de Retórica
A mediados del s. II a.C. son muchos los maestros de retórica que acuden a Roma desde Asia Menor, puesto que sus enseñanzas se podían poner a prueba ante el público en el Senado o el foro, tratando cuestiones de actualidad que apasionaban a la ciudad. Sin embargo no se puede decir que este proceso de paulatina implantación de las escuelas de retórica se realizara sin oposición por parte de los más conservadores, que cristaliza en el decreto de expulsión de rétores y filósofos en el 161 a. de C. Finalmente los estudios de retórica terminan imponiéndose y constituyendo, junto con la gramática, la base indispensable de la educación de los jóvenes patricios.