Explorando Obras Maestras: Guernica, Los Borrachos y la Mona Lisa
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Guernica de Picasso
La composición está distribuida a la manera de un tríptico, cuyo panel central estaría ocupado por el caballo y la mujer con la lámpara, el lateral derecho por la visión del incendio y la mujer que grita, y el izquierdo por el toro y la mujer con el niño muerto en brazos; aunque esta distribución es sólo una forma de ordenar una estructura mucho más compleja. Picasso encuadra los grupos en distintos dispositivos triangulares, de los cuales el más importante es el central, que tiene la lámpara en su vértice y en su base el cuerpo caído del guerrero. La escena da impresión de desarrollarse ante una decoración teatral, la mitad izquierda ofrece un fondo extraño, como de cortinajes y tablas, que resalta la visión de las casas ardiendo del lado derecho. Picasso hace de cada figura un símbolo. En el cuadro vemos una mujer que grita con sus brazos hacia el cielo, la mujer de la lámpara, que irrumpe como si fuese viento por la ventana, otra mujer que avanza como si se arrastrase, un caballo y un guerrero caído, que ocupa más de la mitad de la base del cuadro; finalmente, el toro envolviendo a la mujer que grita con su hijo muerto en sus brazos.
Los Borrachos (El triunfo de Baco)
Parece una reunión de campesinos pobres alrededor de un joven que representara el papel de Baco, pero sin estar muy convencido de su papel, como en una farsa. En el grupo compacto de la derecha de alegres bebedores, Velázquez parece inspirarse en sus inicios de pintura naturalista, y en ejemplos caravaggistas o de pintura de género flamenca y holandesa. Contrasta el cuerpo desnudo y la belleza anatómica del joven Dios, con el grupo de los bebedores, de los que los dos situados en el frente miran directamente al espectador para rebajar la solemnidad del acto y convertirla en una reunión de pícaros. Los rostros, telas y ropajes están realizados con la maravillosa técnica del pintor. Son de destacar las telas, realizadas con manchas de color que recuerdan a los venecianos. El tipo del joven Dios con su corona de pámpanos está referenciado en el juvenil Baco de Caravaggio. A los pies de Baco hay una naturaleza muerta excepcional, la jarra de barro y la botella de la que solo se ve la base, están realizadas con unas sutiles gradaciones de luz, y un juego de reflejos en su superficie pulida que acentúa sus volúmenes.
Mona Lisa de Leonardo da Vinci
Es difícil tratar de hacer comentarios a la Gioconda. La fascinación que ha ejercido a lo largo de los siglos y el poder que tiene sobre la mirada del espectador obstaculizan un análisis objetivo, dado el icono en que se ha convertido para la cultura del mundo moderno y contemporáneo. En ella se citan todas las características de la pintura de Leonardo: el empleo del sfumato, esa técnica que difumina suavemente los rasgos hasta hacer indefinibles los contornos; el hermoso paisaje del fondo, agreste, salvaje y de un matizado tono azul que lo hace desaparecer en un degradado invisible; la ambigüedad del rostro, la indefinición sexual que la hace parecer una mujer, un adolescente... un mito de androginia que tiene referencias inacabables con teorías filosóficas y religiosas; y, por encima de todo, la sonrisa más melancólica y misteriosa de la historia del hombre. El retrato es el de Madonna Lisa, la señora Lisa, la esposa de Francesco del Giocondo, de donde toma su sobrenombre. Leonardo retuvo consigo el retrato hasta su muerte, no dejó de trabajar en él y, por supuesto, jamás se lo entregó a su cliente. De sus manos pasó a la colección real de Francia y hoy puede verse en el Museo del Louvre, protegida por un panel blindado y envuelta en un remolino de turistas que la fotografían sin cesar.