Explorando el Psicoanálisis de Freud: Inconsciente, Personalidad y Pulsiones
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El Psicoanálisis de Freud
Freud fue el creador del psicoanálisis, una de las teorías que más han influido en la vida cultural y artística del siglo XX.
Durante su práctica terapéutica, observó la importancia de las experiencias infantiles en la vida adulta y la relevancia de los sueños y otros fenómenos inconscientes en muchos actos de nuestra vida.
El psicoanálisis modificó la concepción que se tenía hasta entonces del ser humano. Las características principales del psicoanálisis son la interacción dinámica de fuerzas intrapsíquicas y el papel fundamental del impulso sexual (libido) en la motivación humana.
La infancia es considerada un periodo muy significativo en el desarrollo de la personalidad.
El Descubrimiento del Inconsciente
Freud se dio cuenta de que muchos pacientes desconocían la causa de sus traumas, por lo que estableció diversos niveles de conciencia:
- El nivel consciente: Formado por pensamientos, percepciones y recuerdos de los que somos conscientes en un momento dado. Se rige por el principio de realidad.
- El preconsciente: Está formado por pensamientos y recuerdos no conscientes en el presente, pero a los que podemos acceder con relativa facilidad.
- El inconsciente: Constituido por experiencias, deseos y pulsiones reprimidas, a menudo conflictivas, peligrosas o desagradables, que ejercen una influencia poderosa en nuestra conducta sin que seamos conscientes de ello.
Estructura de la Personalidad
Freud postuló que la personalidad está integrada por tres instancias psíquicas en constante interacción y conflicto entre sí:
El Ello (Id)
Es la parte más primitiva e instintiva de la personalidad, presente desde el nacimiento. Opera según el principio de placer, buscando la gratificación inmediata de las pulsiones y necesidades básicas (hambre, sed, sexo).
El Yo (Ego)
Es la instancia racional y realista que se desarrolla a partir del Ello. Media entre las demandas del Ello, las exigencias del Superyó y la realidad externa. Opera según el principio de realidad, permitiendo al individuo adaptarse a las normas sociales y posponer la gratificación.
El Superyó (Superego)
Representa la conciencia moral y los ideales. Surge a partir del Yo mediante la interiorización de las normas, valores y prohibiciones sociales y parentales. El niño, por su necesidad de afecto y miedo al castigo, acepta e internaliza estas normas, aunque a veces vayan en contra de sus deseos más íntimos.
Estas normas interiorizadas conforman lo que se conoce como la conciencia moral, generando sentimientos de culpa o orgullo.
Pulsiones y Principios
Aunque previamente se creía que el ser humano se comportaba movido principalmente por deseos y creencias conscientes, Freud afirmó que nuestros pensamientos, sentimientos y decisiones están determinados en gran medida por pulsiones o impulsos inconscientes. Más adelante, diferenció dos tipos principales de pulsiones:
- Eros o pulsiones de vida: Son los impulsos de amor, sexuales y de autoconservación que tienden a la unión, la integración y la preservación de la vida. Hacen que los humanos busquen compañía, relaciones y creatividad.
- Thanatos o pulsiones de muerte: Son impulsos agresivos, destructivos y autodestructivos que tienden a la separación, la disolución y el retorno a un estado inorgánico. Se manifiestan en la agresión, la violencia y comportamientos autodestructivos.
Estas pulsiones se rigen por dos principios fundamentales que regulan el funcionamiento psíquico:
- El principio de placer: La tendencia innata del aparato psíquico (especialmente del Ello) a buscar el placer y evitar el dolor o displacer, buscando la descarga inmediata de la tensión.
- El principio de realidad: La capacidad del Yo para evaluar la realidad externa y posponer la gratificación de los deseos del Ello si la situación no es apropiada, adaptándose a las exigencias del entorno y permitiendo una satisfacción más segura y socialmente aceptable a largo plazo.