Familias Disfuncionales: Tipos, Características y Riesgos en Menores

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Familias Disfuncionales

Algunos ejemplos de situaciones de riesgo en menores que pueden indicar una familia disfuncional son:

  • Niños no atendidos por sus padres ni material ni emocionalmente.
  • Niños abandonados y que no encuentran un entorno estable de afecto.
  • Niños explotados laboralmente.
  • Niños maltratados física o emocionalmente e incluso abusados sexualmente.
  • Niños con problemas de discapacidad.
  • Niños con problemas de absentismo y fracaso escolar.
  • Niños con conductas de abuso de drogas y alcohol.
  • Niños que viven en situación de pobreza.
  • Niños que hacen uso inadecuado del ocio y pasan demasiadas horas delante del televisor.

Rasgos que identifican a una familia disfuncional

Organización:

  • Ausencia de roles definidos
  • Desorganización
  • Ausencia de normas y valores
  • Rigidez o dejadez
  • Individualismo
  • Dependencia de familia extensa

Comunicación:

  • Escasez de lenguaje oral, más gestual
  • Comunicación objetiva
  • Lenguaje autoritario, tiempo imperativo
  • Jerga, lenguaje verbal o mensajes con doble sentido – vocabulario reducido

Estructura de poder:

  • Jerarquía rígida. Ausencia.
  • Machismo
  • Uso de la fuerza
  • Poder vertical
  • Coaliciones
  • Competencia

Afectividad:

  • Sobreprotección vs. Abandono
  • Desconfianza
  • Matrimonio precoz
  • Malos tratos
  • Afecto desproporcionado a los mayores.
  • Ambivalencia de sentimientos
  • No expresión de sentimientos
  • Inmadurez emocional

Funciones parentales:

  • Rigidez vs. Dejadez
  • Ausencia de pautas educativas
  • Asunción de roles de adultos
  • Indiferencia ante conductas desviadas
  • No cumplen funciones afectivas y socializadoras
  • Relaciones sexuales indiscriminadas

Sucesos traumáticos:

  • Enfermedad
  • Suicidios, muertes violentas
  • Abandono paterno
  • Promiscuidad y abusos sexuales
  • Desempleo
  • Matrimonios precoces
  • Cárcel
  • Embarazos no deseados
  • Drogodependencias y alcoholismo
  • Malos tratos
  • Fugas de casa
  • Intervención policial
  • Intervención TrS

Tipos de situación de riesgo/niveles:

1. Riesgo leve o dificultad social:

Son aquellos casos donde la familia sufre factores externos que la sitúan en una circunstancia de vulnerabilidad y precariedad, donde tanto víctimas son los adultos como los menores a su cargo. Pueden darse situaciones como la pobreza económica, vivir en condiciones de hacinamiento, infravivienda, en zonas marginales, en grupos o comunidades en exclusión social...

2. Riesgo moderado:

Se da cuando existen necesidades o derechos básicos del menor que no están siendo adecuadamente satisfechas por un periodo de tiempo suficiente como para provocar un daño significativo en su salud y/o desarrollo integral. Es decir, los progenitores/cuidadores no cumplen temporalmente de una forma satisfactoria sus responsabilidades porque no pueden, no saben, no quieren... Existe un cuestionamiento en el ejercicio de la parentalidad o de la patria potestad.

No hay agentes externos que contrarresten esa situación y la estabilicen, o si los hay y sustituyen a los padres en sus funciones, el menor presenta alguna secuela o sufre alguna consecuencia negativa de esa situación.

La nueva reforma legal recoge algunas tipologías: el riesgo prenatal, los hijos inmersos en situaciones de violencia de género, los hermanos de niños ya declarados en situación de riesgo o desamparo, los padres que no permiten que el hijo reciba el tratamiento médico necesario...

3. Riesgo grave/desamparo:

Existe un riesgo grave y posible desamparo cuando se dan actos graves de maltrato, abuso o negligencia, y abandono hacia el menor; existen indicadores de desprotección que han provocado/pueden provocar a corto plazo, o poner en riesgo de padecerlo, un daño grave en la situación física, psicológica, cognitiva y/o social del menor; no se prevé una mejora significativa en el trato o cuidados recibidos a corto/medio plazo; los progenitores no manifiestan tener conciencia del problema y no se muestran dispuestos a colaborar para evitar una separación del menor; cuando las intervenciones de preservación han fracasado o no garantizan unos cuidados mínimos que modifiquen la desprotección; y cuando los padres lo solicitan y delegan el cuidado en terceros.

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