Francisco de Goya: Genio Inclasificable y Pionero del Romanticismo
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Francisco de Goya: Un Genio Inclasificable
Por el momento que le correspondió vivir, Francisco de Goya, casi exacto contemporáneo de Jacques-Louis David, debería haber sido un pintor de formación tardobarroca que habría alcanzado en su madurez, y en el mejor de los casos, la estética neoclásica. Sin embargo, Goya es uno de esos escasos genios de la pintura de todos los tiempos que no solo escapa de los planteamientos estéticos de su época, sino que destroza cualquier intento de encasillamiento o clasificación.
Su pintura posee una riqueza formal, estilística, técnica e intelectual tan enorme que en sí misma constituye todo un recorrido por lo mejor de este arte. Sus auténticos maestros fueron Velázquez y Rembrandt. Goya pone las bases de una buena parte de la pintura de los siglos XIX y XX: es el verdadero iniciador del romanticismo histórico, ejerció una influencia casi obsesiva sobre Delacroix. Manet le imita, los impresionistas comparten el sentido de la luz y el toque de su época más colorista. Max Ernst quedó fascinado de sus imágenes surrealistas.
Frente a esta influencia posterior, iniciada prácticamente tras su muerte, Goya no fue un pintor bien encajado en su tiempo. Más que un hombre de su época, Francisco de Goya fue un hombre contra su época. Solo en las primeras fases de su carrera, el período zaragozano o los inicios de su estancia en Madrid, se adapta a la estética dominante. Sus pinturas en la
Cartuja de Aula Dei y la Basílica del Pilar de Zaragoza y sus cartones para tapices destinados a la Real Manufactura son para él las bases para su acceso a la corte y su triunfo social.
Académico y Pintor del Rey
Frente a su caballete comenzará a posar lo más selecto de la nobleza española: el Conde de Floridablanca, Carlos III, los Duques de Osuna son algunos ejemplos. Sus cuadros son el mejor reflejo de la sociedad alegre y despreocupada de la Corte española de los últimos años del siglo XVIII.
En 1792 Goya enferma. Incluso se teme por su vida. Finalmente sana, pero queda en él una secuela definitiva: una sordera que le aísla por completo. Va a surgir un Goya nuevo, el verdadero Goya: escéptico, sarcástico.
Es la época de los Caprichos, su primera gran serie de grabados. Su pintura, cada vez más personal, alcanza la madurez sobre todo en una magnífica galería de retratos que son representación y valoración del personaje. Desde el despreciado Godoy hasta el hermosísimo y tierno de la Duquesa de Chinchón, pasando por Moratín, la Duquesa de Alba, Jovellanos y la Familia de Carlos IV. También pinta en estos años los dos cuadros de las Majas.
La entrada de las tropas napoleónicas en España y el inicio de la Guerra de la Independencia rompen definitivamente el inestable equilibrio personal de Goya. El país que había llevado al poder a esa Razón en la que creía Goya impone sus principios por la brutalidad de las armas.