El Gótico Internacional y la Pintura Flamenca en el Siglo XV: Un Recorrido Europeo
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La Pintura del Siglo XV: El Gótico Internacional y la Pintura Flamenca
Introducción
El siglo XV fue un periodo de miseria y crisis que, paradójicamente, se convirtió en uno de los más importantes de la historia del arte en el ámbito de las artes plásticas.
El Gótico Internacional y su Desarrollo en Europa
Los términos Gótico Internacional, estilo cortesano o, simplemente, arte 1400, se utilizan para referirse a un tipo de pintura que se desarrolló en Europa aproximadamente entre 1380 y mediados del siglo XV. La pintura del Gótico Internacional está estrechamente vinculada al auge de las cortes europeas y tiene como objetivo agradar a una clientela que se deleita en lo exquisito y lo fantástico. La expansión y consolidación del Gótico Internacional es, en gran medida, consecuencia de la actividad política y cortesana de sus promotores. Hay que recordar que la pintura y la miniatura se convirtieron pronto en objeto de coleccionismo, y que se ofrecían como regalo para sellar alianzas matrimoniales o consolidar la amistad entre familias.
Estilísticamente, la pintura del Gótico Internacional se caracteriza por un dibujo delicado y expresivo, por una tendencia hacia la curva y el arabesco en el movimiento de los personajes y ropajes, y por el uso de colores brillantes que buscan armonías llamativas. A diferencia del gótico lineal, la línea pierde esa primacía que era característica del modelo francés, aunque sigue manteniendo su carácter como elemento constitutivo de la forma. El color se desarrolla progresivamente hasta dotar, a través de sus gradaciones, de volumen y cuerpo a las figuras. Un último aspecto, relacionado con la búsqueda de la espacialidad, debe ser también tenido en cuenta.
Resulta difícil precisar en qué momento surge el Gótico Internacional. En la formación de este estilo, la corte papal de Aviñón ha sido considerada tradicionalmente como el lugar en el que confluyen el modelo francés lineal y el de la escuela sienesa con la llegada de artistas como Simone Martini. Alain Erlande señala un aspecto fundamental que, a su juicio, caracteriza este estilo: mientras que los artistas de la generación precedente habían intentado individualizar los rasgos de los seres que representaban, interesándose por el retrato, los pintores del Gótico Internacional renuncian a ello para representar personajes siempre jóvenes y bellos, de tal forma que los individuos no se representan en su realidad física, sino en el rol que cumplían en la sociedad. Sociológicamente, este arte sería el reflejo de una clase social que huye de una realidad demasiado dramática para refugiarse en una vida de lujo y de placer. Más que nunca, el arte parece apreciarse por el goce que proporciona, más allá de su función.
La miniatura ocupa un lugar de excepción en la producción pictórica de estos años. Entre la variedad de libros que se realizan (vidas de santos, crónicas históricas, biblias, e incluso libros científicos) adquiere un espectacular desarrollo el libro de horas, que sustituye definitivamente al salterio como libro de devoción de uso privado. Estas obras contenían las oraciones para cada hora del día, con partes dedicadas a la Virgen, a los Santos, a la Pasión, a los Difuntos, etc.
Respecto a los centros de producción, se mantienen como focos de primer orden París y Dijon en Francia. Participaron igualmente en este estilo Bohemia y Hamburgo en el Imperio, Milán en Italia, Cataluña en España, e Inglaterra.
Francia
Entre los príncipes franceses, el duque Jean de Berry destacó como gran mecenas artístico y coleccionista de libros miniados. Encontramos a Jacquemard de Hesdín, excelente miniaturista, trabajando en la realización de Las Grandes Horas del duque de Berry. Este manuscrito, cuyo tamaño supera ampliamente el formato tradicional, estaba ricamente iluminado con obras de gran tamaño que, desgraciadamente, se han perdido. Podemos apreciar el estilo de Jacquemard de Hesdín en otra obra encargada por el duque, Las Muy Bellas Horas de Notre-Dame, de la que se le atribuye buena parte y en la que hace gala de un gran conocimiento de la pintura de Siena.
Desde principios de siglo, el duque contó entre sus maestros miniaturistas con tres figuras de gran importancia: los hermanos Jean, Herman y Paul Limbourg. Eran sobrinos del pintor Jean Malouel. Antes de entrar al servicio del duque de Berry, trabajaron en Borgoña al servicio de Felipe el Atrevido, realizando una Muy Bella y Notable Biblia. Participaron en las Pequeñas Horas del duque de Berry y en Las Muy Bellas Horas de Notre-Dame. Las mejores obras de los hermanos Limbourg son Las Muy Bellas Horas (un códice completo que incluye ciclos poco comunes, como las letanías) y Las Muy Ricas Horas.
En París, la actividad artística continuó siendo muy intensa. En ella se daban cita influencias nórdicas y meridionales, que se conjugaban con una arraigada tradición. Tres son los maestros miniaturistas que debemos destacar en este centro: el Maestro de Boucicaut, el Maestro de Bedford y el Maestro de Rohan.
Conocemos como Maestro de Boucicaut al autor de un libro de horas propiedad del mariscal del mismo nombre. Algunos han intentado identificarlo con Jacques Coene, pintor que trabajaba para este señor. El Libro de Horas de Boucicaut destaca por su interés por dotar de profundidad a las escenas.
El Maestro de Bedford fue, posiblemente, colaborador del maestro de Boucicaut. Su obra más conocida es el Libro de Caza de Gastón Phébus, donde se percibe su interés por la naturaleza, a la que sin embargo no duda en idealizar.
El Maestro de Rohan, por su parte, se separa estéticamente de sus contemporáneos con una miniatura que rechaza la espacialidad y que pone el acento en la expresividad. Aparece vinculado a la familia Anjou, exiliada en ese momento en Bourges. Las Grandes Horas de Rohan se compone de escenas en las que subraya una visión patética.
En Dijon, la corte de Felipe el Atrevido no desatendió la producción de libros miniados. Aquí trabajaron pintores como Jean Malouel o Jean de Baumetz. Sin embargo, el artista con el que se introduce plenamente el Gótico Internacional es Melchior Broederlam. A él debemos los paneles pintados del Retablo de la Cartuja de Champmol, junto al escultor Jacques de Baerze.
El Imperio
En Alemania, durante los reinados de Carlos IV y de su hijo Wenceslao, Bohemia se consolida como el gran centro artístico hasta el cambio de siglo. Aquí llegan maestros de Francia e Italia. Entre los pintores que podemos destacar en este periodo se encuentran el maestro del Retablo de Trebón (1380) y Jean de Streda, autor del Liber Viaticus.
Las obras más importantes de esta época se relacionan directamente con Wenceslao, gran animador del scriptorium real. La Bula de oro de Carlos IV, la Gran Biblia inacabada y el Martirologio de Gerona, son algunas de estas obras en las que a menudo se observa la inclusión de divisas heráldicas y emblemas relacionados con la figura del emperador.
En torno a 1400 se produce un desplazamiento del foco artístico hacia el norte, donde destaca la ciudad de Hamburgo. Allí trabajó desde 1367 el Maestro Beltrám, autor de una obra de gran relevancia, el Retablo de Grabow, para la iglesia de San Pedro. Mucho más éxito tuvo el arte flexible y mejor adaptado a la sensibilidad de la época del Maestro de Francke, autor del Retablo de Santa Bárbara. La mayor personalidad del Gótico Internacional fue Conrad de Soest, que realizó entre 1403 y 1404 el Retablo de Wildungen. Alrededor de la ciudad de Colonia, en la Región del Alto Rin, se desarrolla una pintura de gusto suave y encantador. La obra más representativa es la tabla del Paraíso de Francfort.
España
En la Península Ibérica es imposible hablar de un Gótico Internacional generalizado. Será muy escaso en Castilla, mientras que sí logra un buen desarrollo en Cataluña. La presencia de Violante de Bar, esposa de origen francés de Juan I de Aragón y coleccionista de libros, contribuyó a la llegada del estilo internacional.
El primer gran foco es el de Barcelona. Tras una etapa de asimilación en la que debemos nombrar a Rafael Destorrents y a Jean Melec, el Gótico Internacional se afirma sin vacilación en la pintura de Luís Borrassá. Entre sus obras podemos citar el Retablo de San Pedro de Tarrasa (1411) o el de Santa Clara realizado para las Clarisas de Vic (1414). Pero es Bernat Martorell el que llega más lejos en la interpretación de los modelos franceses, que seguramente conoció directamente. Destaca el famoso San Jorge, en el que reinterpreta una de las miniaturas de las Horas del Mariscal Boucicaut.
Valencia se convirtió en un segundo centro de relevancia. El primero de estos maestros sería Marçal de Sax, del que sólo conservamos, en mal estado, la Duda de Santo Tomás del retablo de la catedral de Valencia. Gerardo Starnina es un florentino que está a caballo entre el Gótico Internacional y el Renacimiento. En Valencia participó en el Retablo de Fray Bonifacio Ferrer. El tercer gran maestro de esta etapa inicial es Pere Nicolau, cuya única obra conservada es el Retablo de Sarrión Teruel. A una segunda etapa pertenece Gonçal Peris, en cuyo Retablo de San Martín podemos apreciar su conocimiento de la pintura de origen flamenco.
Italia
Asiste a finales de siglo a una renovación de la pintura gótica internacional. Esta tendrá lugar en ambientes propios de una vida cortesana, tal y como ocurre en Milán, donde la casa de los Visconti gobierna hasta mediados del siglo XV. Allí tiene lugar una producción de libros que pretende situarse a la altura de los talleres del Norte. Uno de los ejemplares más valiosos es el Libro de Horas realizado por Giovannino di Grassi para Giangaleazzo.
En Florencia, algunas familias experimentaron el gusto por la pintura amable del Gótico Internacional, produciéndose una revitalización de la pintura sienesa entre finales del siglo XIV y los primeros decenios del siglo XV. Aquí sobresale la personalidad de Lorenzo Mónaco, miniaturista y pintor de extraordinaria calidad que destaca en la estilización de la forma y el color. Entre sus obras más importantes se encuentran la Epifanía, la Coronación de la Virgen y la Adoración de los Reyes Magos.
A partir de esta recuperación del arte gótico, existen toda una serie de artistas cuya obra fluctúa entre el Gótico Internacional y el Renacimiento. Entre ellos Antonio Pisano, Pisanello, autor del Gran Fresco de San Jorge y de la Princesa Trebisonda en Santa Anastasia; o Gentile da Fabriano, cuya Adoración de los Reyes Magos se convierte en un pretexto para la presentación de un elegante desfile cortesano.
Inglaterra
La pintura del Gótico Internacional ha conservado pocos testimonios. El más importante y singular es El Díptico de Wilton. Obra realizada durante el reinado de Ricardo II. No cabe duda de que el pintor, cuyo origen inglés ha sido durante mucho tiempo discutido, conocía con precisión el arte francés y bohemio.