La Guerra Civil Española: Represión y Revolución (1936-1939)

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La Represión en la Guerra Civil Española (1936-1939)

La lucha iniciada en julio de 1936, con dos bandos enfrentados con el objetivo de eliminar al contrario, estuvo marcada por actos de violencia, represión y terror. Estas acciones, a menudo, enmascaraban venganzas personales como consecuencia de las fuertes tensiones sociales.

La Represión en la Zona Republicana

En la zona republicana, la desintegración de las instituciones del Estado provocó actuaciones incontroladas. Masas y milicias populares llevaron a cabo una dura persecución de militares, eclesiásticos y políticos sospechosos de pertenecer al bando sublevado. Se produjeron ejecuciones sin juicios, como los fusilamientos, las matanzas de clérigos y las ejecuciones de Paracuellos del Jarama. En un intento de reconducir los castigos y la represión, se crearon los Tribunales Populares para evitar los abusos.

La Represión en la Zona Nacional

En la zona nacional, desde el inicio de la sublevación, los militares llevaron a cabo una represión sistemática y violenta de todas las fuerzas opositoras, con el fin de crear un clima de terror. Las autoridades civiles y militares que permanecieron fieles al Gobierno republicano, así como las personas vinculadas a los Frentes Populares, fueron las primeras en sufrir las consecuencias. Tras el fin de la guerra, los fusilamientos continuaron.

La España Republicana durante la Guerra Civil

Con el inicio de la guerra, se produjo una fuerte fragmentación del poder del Estado republicano, al mismo tiempo que tenían lugar experiencias revolucionarias en zonas controladas por organizaciones políticas y sociales que apoyaban a la República.

Los Gobiernos Republicanos y la Fragmentación del Poder

La desorganización de las instituciones provocada por la sublevación militar, junto con la distribución de armas al pueblo, originó una importante disminución de la autoridad y del poder del Estado republicano. Surgieron comités revolucionarios, controlados por las distintas fuerzas políticas de izquierdas, que se hicieron cargo del poder en su zona. Durante los tres años de guerra, se sucedieron los siguientes gobiernos:

  • Gobierno de José Giral: Constituido tras las dimisiones sucesivas de Casares Quiroga y Martínez Barrio. Formado por republicanos de izquierda, no fue capaz de hacer frente a la fragmentación del Estado, ni de evitar las acciones revolucionarias de las organizaciones proletarias, ni los avances de los sublevados.
  • Gobierno de Francisco Largo Caballero: El principal objetivo de este gobierno socialista era unificar los esfuerzos de todas las fuerzas políticas y sociales para hacer frente a la guerra y reconstruir el Estado republicano. Las principales tensiones entre los distintos partidos y fuerzas que apoyaban a la República no desaparecieron. Estas tensiones estaban provocadas por una cuestión de prioridades. El PCE y un sector del PSOE defendían que primero se debía ganar la guerra para poder hacer después la revolución; esto significaba la centralización en el mando, el respeto a la propiedad privada y la colaboración con las fuerzas republicanas. Otros (POUM y sectores de la CNT y la FAI) defendían que, si no se hacía la revolución, era imposible ganar la guerra, lo que significaba realizar previamente la colectivización de las tierras y de las fábricas. El Gobierno de Largo Caballero reforzó la intervención económica del Estado con los Comités Directivos, con el fin de nacionalizar bancos y controlar a las oligarquías financieras. Esto lo enfrentó a socialistas y comunistas, que tenían la idea de imponer el control del Estado, con anarquistas y trotskistas, que eran partidarios de la autogestión por los trabajadores.
  • Gobierno de Juan Negrín: Con los comunistas del PCE como principal fuerza de izquierdas, este gobierno socialista permitió realizar grandes ofensivas republicanas (Teruel y el Ebro). Intentó negociar la finalización del conflicto mediante la propuesta de los Trece Puntos, pero la negativa de Franco lo obligó a defender una política de resistencia a ultranza. El Gobierno de Negrín elaboró un plan económico para coordinar la economía bajo un Consejo Nacional de Economía, con el fin de garantizar las propiedades de las tierras para quienes las trabajasen y que pudieran escoger libremente entre el trabajo colectivo o individual de la tierra.

Tras la caída de Cataluña y el reconocimiento por parte de Gran Bretaña y Francia del régimen de Franco, Azaña dimitió. Sin embargo, el Gobierno republicano siguió resistiendo hasta el golpe de Estado del coronel Casado, marchando al exilio a finales de marzo de 1939. Aun así, los políticos republicanos mantuvieron las instituciones de la Segunda República y la oposición al régimen de Franco hasta que el gobierno de Fernando Varela aceptó el régimen democrático y se dio por finalizada la República.

La Revolución Social

El alzamiento militar causó una ruptura total en el desarrollo de la sociedad y la economía española. En el bando republicano, las organizaciones obreras vieron la ocasión de realizar la revolución social. Especialmente significativas fueron las que tuvieron lugar en Cataluña, Andalucía y Aragón.

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