Guerra de Cuba y Filipinas: Causas y Consecuencias del Desastre del 98

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Guerra colonial y crisis de 1898: El fin del Imperio Español

Antecedentes de la Guerra de Cuba

El régimen de la Restauración se vio muy afectado por la llamada cuestión cubana, cuyos antecedentes fueron:

  • La Primera Guerra de Cuba o Guerra de los Diez Años comenzó con el Grito de Yara en 1868 a cargo de Céspedes y protagonizado por la burguesía criolla y por las guerrillas de mestizos y negros liberados por los sublevados. Ni la Constitución de 1876 ni la Paz de El Zanjón en 1878 (que puso fin a esta primera guerra), firmada por Martínez Campos, resolvieron el problema: se amnistió a los sublevados, pero no se cumplieron las promesas de reformas políticas ni se terminó con la esclavitud hasta 1886.
  • En 1879 estalló la Segunda Guerra de Cuba o "Guerra Chiquita", dura y rápidamente reprimida por el ejército en 1880. Además, hubo insurrecciones en 1883 y 1885.

Todos estos conflictos y sus represiones, alimentaron el nacionalismo popular en Cuba, al que se sumaron tanto los esclavos como los criollos ricos. Por otro lado, el último intento de reforma de Maura, ministro de Ultramar, proponía conceder una amplia autonomía política mediante la creación de una Diputación Provincial, pero los burócratas, comerciantes y azucareros españoles residentes en la isla se opusieron a cualquier tipo de autonomía.

Además, el comercio con Cuba era prácticamente un mercado en régimen de monopolio, intentándose convertir la isla en una provincia de España enviando allí unos 700.000 emigrantes, sobre todo gallegos (1868-1894). Cuba obtenía gran parte de sus ingresos de Estados Unidos, al que exportaba más del 90% de la producción de azúcar y tabaco. La presión diplomática estadounidense sobre la isla se incrementó, obteniendo Estados Unidos en 1892 un arancel favorable para sus productos; después financió a los independentistas con la intención de ejercer de árbitro cuando surgiera un conflicto entre Cuba y la metrópoli.

La Tercera Guerra de Cuba y la Intervención de Estados Unidos

En 1895, el 24 de febrero, los rebeldes cubanos se levantaron con el Grito de Baire, por el que se dio la orden desde Nueva York, donde José Martí había fundado el Partido Revolucionario Cubano, de empezar la insurrección. La Tercera Guerra de Cuba había comenzado. Se confió en el oficial Martínez Campos, sin embargo este dimitió, por lo que fue nombrado en 1896 Weyler como máximo responsable militar, que aplicó mano dura y un sistema de trochas. Sin embargo, tras el asesinato de Cánovas (1897), Sagasta lo destituyó y nombró como máximo responsable al general Blanco.

Después del Grito de Baire se proclamó el Manifiesto de Montecristi en República Dominicana redactado por José Martí (líder civil) y Máximo Gómez (líder militar). A la muerte de Martí, al poco de iniciarse la guerra, y de Gómez, Antonio Maceo, un mulato muy popular, asumió la dirección militar de los rebeldes.

La Guerra de Filipinas

A esta revuelta se unió la de Filipinas en 1896, encabezada por José Rizal y Bonifacio. El general Polavieja actuó con extrema dureza y mandó ejecutar al principal intelectual independentista del archipiélago filipino, José Rizal, que fue sustituido por Aguinaldo. El gobierno de Sagasta, entonces, inició las negociaciones con los sublevados las cuales condujeron a la concesión de amplia autonomía para Cuba y Puerto Rico (enero de 1898). La rebelión en Filipinas había sido sofocada en 1897 por la firma de la paz entre Fernando Primo de Rivera, que sustituyó a Polavieja, con Aguinaldo.

La Explosión del Maine y la Guerra Hispano-Estadounidense

Sin embargo, EE.UU intervino cuando se produjo la voladura del Maine en febrero de 1898, un acorazado estadounidense que se encontraba en el puerto de La Habana, en el que murieron 264 tripulantes. Aunque probablemente estalló a causa de algún accidente, la prensa (mediante presiones de Pulitzer y Hearst) y el Gobierno de Estados Unidos culparon a España de la voladura, dando un plazo de 3 días para retirarse de la isla a cambio de 300 millones de dólares. Sin embargo, los políticos de la Restauración prefirieron una derrota honrosa antes que una paz comprada, por lo que Estados Unidos declaró la guerra a España un 25 de abril de 1898.

El conflicto se decidió en el mar: las escuadras estadounidense derrotaron a las españolas en Cavite y Santiago de Cuba. El 10 de diciembre de 1898 se firmó el Tratado de París, por el cual España reconocía la independencia de Cuba y cedía a Estados Unidos Puerto Rico, la isla de Guam, en las Marianas, y las Filipinas, a cambio de 20 millones de dólares. En 1899, España vendía, por 25 millones de pesetas, al Imperio alemán el resto de su "imperio" en el Pacífico: las islas Carolinas, las Marianas (excepto Guam) y Palaos. Alemania así impulsaba su política imperialista, mientras que España puso fin a su "imperio" en Ultramar.

Consecuencias del Desastre del 98

Las consecuencias del "desastre del 98" no se limitaron a las pérdidas territoriales. Este suceso afectó al conjunto del sistema, poniéndose de manifiesto el problema de España en cuanto a su atraso y aislamiento con respecto a los países más desarrollado de Europa y Estados Unidos. Además, trajo consigo otras consecuencias:

  • Se manifestó el deseo de regenerar la vida política y modificar el sistema del turno de partidos implantado por Cánovas, que había roto toda estabilidad, debido a la crisis.
  • Los enormes gastos de la guerra ocasionaron una devaluación de la peseta, inflación de precios, aumento del déficit del Estado y, al final, la necesidad de aumentar los impuestos y reformar la Hacienda, obra realizada por Villaverde.
  • Frente al fracaso del nacionalismo español en 1898, los republicanos federalistas se hicieron nacionalistas y crecieron con fuerza en el siglo XX los nacionalismos catalán y vasco y, en menor medida, el gallego, andaluz y valenciano.
  • El sacrificio de los jóvenes "llamados a quintas" que lucharon en las colonias cuestionó el sistema de reclutamiento de tropas y las deserciones volvieron a producirse en posteriores conflictos.
  • Los intelectuales criticaron el sistema de la Restauración y exigieron la regeneración del sistema y la necesidad de cambio y progreso. Algunos intelectuales se fueron apartando de los partidos dinásticos (del turno de partidos) y defendieron las ideas de los partidos de la oposición, tanto republicanos como socialistas. Además de la acción de la Generación del 98.

Conclusión

En conclusión, la crisis del 98 planteó la necesidad de importantes cambios para conocer y mejorar las condiciones de vida del pueblo, modernizar la sociedad y la economía, reformar el sistema político y recuperar el prestigio perdido en el 98. Todo ello se intentó en las diversas etapas del siglo XX, empezando durante el reinado de Alfonso XIII.

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