La Guerra del Rif: Del Desastre del Barranco del Lobo al Desastre de Annual
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Tras el Desastre de 1898 y el retraimiento de su política colonial, España aumentó su presencia en el norte de África a raíz de la Conferencia de Algeciras (1906) y el posterior Tratado Hispano-Francés (1912), que establecían un protectorado franco-español en el actual Marruecos. A España se le concedió una franja en el norte, el Rif, y un pequeño enclave en la costa atlántica, Sidi Ifni. Era un territorio (más pequeño y pobre que el francés) muy montañoso, con escasas vías de comunicación, cuya riqueza económica se basaba en minas de hierro y que albergaba a numerosas tribus bereberes (cabilas) muy belicosas. La administración española dividió el territorio en dos comandancias militares, (Ceuta y Melilla), separadas por la bahía de Alhucemas, por eso el principal objetivo fue dominarla para unir ambas zonas.
Primeros episodios de la Guerra de Marruecos
Los primeros episodios de la «Guerra de Marruecos» se produjeron en 1909 cerca de Melilla, cuando grupos armados rifeños atacaron a los obreros españoles que trabajaban en la construcción del ferrocarril minero. El general Marina, gobernador de Melilla, pidió refuerzos y el presidente Antonio Maura envió a reservistas. El 27 de Julio de 1909 se produjo el Desastre del Barranco del Lobo (153 españoles muertos), que puso en evidencia la incapacidad del Ejército para domeñar a los rifeños y la crueldad de esta guerra.
El Desastre de Annual
Tras varios años de guerra el general Jordana, máxima autoridad española en el Protectorado, consiguió una pacificación parcial al llegar a acuerdos con algunos jefes tribales. Sin embargo, en julio de 1921 el caudillo Abd el-Krim, tras unir a las cabilas, masacró a las tropas españolas en el Desastre de Annual (casi 10000 muertos), logrando controlar casi todo el Rif y amenazando a Melilla. Aunque el contraataque del general Berenguer permitió recuperar el territorio perdido, el desastre generó gran debate e indignación ya que se culpó a los militares africanistas, al gobierno y a la Corona, acusada esta de incitar al general Silvestre a la imprudente acción que llevó a la masacre. El postrero Expediente del general Picasso, que debía aclarar lo acontecido (y que amenazaba con implicar al rey en la tragedia), no se concretó, pues días antes de su presentación tuvo lugar el golpe de Estado de