Henry James y Benito Pérez Galdós: Visiones sobre la Novela Realista
Henry James
Henry James destaca por sus ensayos como “El arte de la ficción” o “El futuro de la novela”, artículos sobre autores como Flaubert, Balzac, Zola, Conrad… o reseñas en sus obras sobre Goethe, Taine…
Su concepción de la crítica se sitúa entre el impresionismo y el biografismo. Insiste en el gusto, la impresión y la identificación con la obra y el autor. Observa un código realista en el arte y, en relación con esto, expresó su admiración por los poetas rusos, franceses e ingleses como modelos de exactitud y veracidad. “La razón de existir de una novela es que debe representar la vida”. También sostiene que el arte de la novela está emparentado con el de la pintura, rememorando el tema horaciano “Ut pictura poesis”.
Para él, representar no es simplemente reflejar la realidad, sino seleccionarla de acuerdo con las leyes de verosimilitud, y ese proceso tiene un importante componente individual: el novelista debe escribir partiendo de la experiencia. Además, considera inadecuada la distinción entre “romance” y “novela”.
A la novela le contempla un fin moral: nos devuelve fortalecidos a la realidad para tomar decisiones moralmente acertadas.
Distingue entre novelistas franceses, relacionados con la expresión de sentimientos y deseos, y los ingleses, más moralistas y psicológicos. Además, se queja de que la novela inglesa tenga como público principalmente a mujeres y adolescentes, ya que son quienes más están destacando en el género.
Se inclina por la objetividad, incluso llegando a condenar la narración en primera persona y la autobiografía, incluso la fingida. No le gusta el narrador omnisciente y prefiere dar más entrada al diálogo y aproximar la novela al drama. En cuanto a los personajes, deben aunar lo universal y lo particular, inclinándose por la síntesis equilibrada de acción y descripción de caracteres.
Benito Pérez Galdós
En su ensayo teórico “Observaciones sobre la novela contemporánea en España”, Galdós comienza describiendo la situación de la novela española en 1870, una situación desalentadora, dominada por las traducciones de la narrativa romántica y folletinesca francesa. Galdós propone la creación de una novela realista, más acorde con las transformaciones sociales y políticas de la época, que ha acaudillado la clase media.
Pues bien, esa clase media, en la que aún no se ha extinguido el fuego revolucionario de los acontecimientos de 1868, ha de ser también la protagonista de la nueva novela realista, ya que era la base del orden social.
Dos principios fundamentales en el programa de Galdós son el pueblo de Madrid y, en concreto, la clase media, como protagonistas indiscutibles de sus novelas. Por otra parte, hará acto de fe en el carácter didáctico que la realidad, convertida en materia literaria, entraña. Es, por tanto, un decidido defensor de la naturaleza didáctica de la novela.
Otro texto teórico de gran interés es el prólogo que escribió para El sabor de la Tierruca, de Pereda. En él, Galdós pone de manifiesto la importancia de Pereda, a pesar de su conservadurismo ideológico, como catapulta del realismo en nuestro país. Para Galdós, Pereda, tradicionalista y carlista, es un revolucionario en el ámbito literario, ya que ha introducido el habla popular en la novela.
También es muy importante el prólogo que escribió para la segunda edición de La Regenta. Galdós expone aquí sus puntos de vista sobre el naturalismo, del que dice que no es más que el realismo tradicional español transformado, hasta cierto punto, por el intelectualismo francés y devuelto a nosotros como algo nuevo. Esta es, más o menos, la tesis conservadora sostenida también por Emilia Pardo Bazán y Menéndez Pelayo.