Historia del Arte: Del Impresionismo al Realismo
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Impresionismo
El impresionismo es una corriente pictórica que se originó en Francia en la segunda mitad del siglo XIX. Este movimiento no tuvo un apoyo notable por parte de las Academias europeas, lo que hizo que este grupo de pintores crease su propio movimiento, alcanzando un gran éxito y consiguiendo una muestra para exponerla mundialmente.
El impresionismo se caracterizaba por querer mostrar el momento exacto de un instante, dándole color, luz y un mensaje que fuera totalmente real, pintando exactamente lo que se veía con sus efectos: luz natural, paisajes difuminados, creando una atmósfera de realismo, recogidas en un momento determinado en un sitio concreto, como podía ser cualquier lugar. Se le quitó importancia a la minuciosidad y detallismo para darle importancia a la forma sin dibujo claro, siluetas y una paleta de colores donde predominan los colores primarios y algunos complementarios, jugando con la ilusión óptica con el uso de pincel suelto con abundante carga de pintura, pinturas de paisajes y dando sensación de instantánea fotográfica sin perspectiva pero con sensación de armonía y transmitiendo sosiego, sin líneas que marcasen la silueta.
Uno de los representantes de esta corriente es Claude Monet, nacido en París en 1840, y es el que más destaca. Monet le da a sus obras forma, color y movimiento natural. Sus principales pinturas son acuáticas, como Impresión, sol naciente, donde se admira un puerto de fondo y una pequeña barca con siluetas en un amanecer, movimiento en el agua con una atmósfera dominante en la pintura. Este lienzo es de 1872. En Las amapolas, de 1873, se aprecia la naturaleza impresa en este lienzo de un atardecer idílico con colores agradables en la paleta, movimiento en las figuras y todo el campo repleto de amapolas y árboles al fondo con una pincelada suelta. La mujer con sombrilla y niño, de 1875, nos impacta por su sensación de movimiento que hace mover la falda de la mujer y la hierba que se aprecia en la parte inferior del lienzo, usando colores primarios y fríos tanto en el cielo como en el vestido de la mujer y el niño. En Serialismos de la catedral de Ruán, de 1894, se admira la catedral con un sol pronunciado con contornos difuminados con tonalidades violetas con un atardecer en la imagen. En Los nenúfares, de 1914, se puede apreciar cómo las plantas flotan sobre el agua dando una sensación de realidad con unos tonos de color cálido, uso de pincelada suelta, tonalidades oscuras para el agua y colores vivos para las plantas.
Pierre-Auguste Renoir es otro gran representante de esta corriente con una particularidad: le da sensualidad a sus obras, alegría en sus representaciones, agradables, temas florales, niños y desnudo femenino, además de escenas cotidianas como La Moulin de la Galette, de 1876, en la que se puede ver cómo la gente está en la calle y usa tonos oscuros y tonos blancos con pincelada suelta y contrastes de luz y sombra. Al contrario que la anterior obra, Los paraguas, de 1883, representa a varias mujeres y hombres con tonos oscuros tanto en ropajes como en los paraguas que sujetan y colores fríos a su alrededor de tono grisáceo. Y por último, Las grandes bañistas, de 1884, en la que representa a mujeres desnudas con una gama de colores en la paleta de tonos fríos y cálidos, bañándose y un fondo de arboleda con el que podemos compararlo con Las tres Gracias de Rubens, que se muestran desnudas con sensualidad y delicadeza en esta obra.
Cada pintor tiene su propio estilo y no tienen un guion fijo en sus obras, ya que no se imitan ni tratan los mismos temas, pero sí se asemejan en su atmósfera, color y luz de los cuadros.
Goya
Francisco de Goya nace en Zaragoza en 1746. A una edad muy temprana se le encarga el fresco de la Iglesia del Pilar de su misma ciudad en 1772. A este pintor no se le sitúa en un sitio concreto del arte pictórico, pero se le reconoce como uno de los grandes de su época.
Goya pasa por cuatro etapas en su vida. La primera se le conoce como"Los cartones para tapice", hasta 1793, en la que trabaja para la Real Fábrica haciendo tapices usados para decorar la Casa Real. Realiza óleos sobre lienzos de tamaño normal con naturalidad, originalidad, viveza, temas bucólicos de pintura agradable usando colores vistosos y brillantes de temas cotidianos y sociales, adaptándose a lo que requiere el rey. Las obras más destacadas de esta etapa son El Quitasol, de 1777, que representa una escena cotidiana con una paleta de colores viva con contrastes; El cacharrero; La pradera de San Isidro; y La gallina ciega, todos con una gama de colores amplia y colorista.
En su segunda etapa, delicado de salud por un oído, de 1793 a 1808, en la que estuvo a punto de morir, realiza retratos para La Familia de Carlos IV, de 1800, y encargos de retratos de Godoy, Jovellanos, pintando también las famosas Majas, representando la sociedad. En 1799 realiza Los Caprichos, en la que manifiesta su ideal ilustrado, y por último Las pinturas de San Antonio de la Florida, de 1798, situado en una cúpula.
En su penúltima etapa, abarca la Guerra de Independencia y posguerra, de 1808 al 23, pintando Los fusilamientos del 3 de mayo en 1814 y más tarde Los desastres de la guerra, de 1810 al 15. De 1815 al 24, con Proverbios y Pinturas negras, representando tauromaquia. Y por último, de 1823 a 1828, se exilia a Francia y hace La lechera de Burdeos, de 1826.
Neoclasicismo
El neoclasicismo se da en Europa y Estados Unidos en el siglo XVIII, con gran prestigio económico, progreso técnico y dominio expansionista. También se experimenta el movimiento del despotismo ilustrado, apertura de mentalidad y avances políticos. El neoclasicismo se extiende en la primera mitad del siglo XVIII y sus características son de la Grecia clásica, con contrappostos, escorzos, monocromía, hieratismo, tallas exentas a bulto redondo, anatomía perfecta y un retorno a la cultura clásica. Se propagan escritos de Winckelmann, se fundan academias y el centro artístico se da en Roma, descubriéndose yacimientos arqueológicos en Italia, expresando lo bello y sublime con una combinación de neoclasicismo y romanticismo.
Arquitectura
Como ya hemos mencionado antes, se basa en el clásico griego y romano, con simetría, leyes matemáticas y medidas, uso de frontones, arcos, cúpulas y columnas. Se crea la Academia de San Fernando, destacando Juan de Villanueva, arquitecto destacado en España de influencia de Palladio, nombrado arquitecto del Escorial, con obras como la Casa de los Infantes, Casita Arriba y Abajo y la del Príncipe del Pardo. Su gran obra es el Museo del Prado, en la que la fachada de forma alargada en su paseo de portada monumental de orden dórico-toscano, el pórtico sin frontón pero con relieve en el ático. Su eje es una inmensa galería de tres cuerpos de dos cabos y planta basilical. En el centro, a sus extremos, hay dos cubos: uno con rotonda de columnas jónicas y bóveda, y el otro con un patio. Tiene líneas rectas en el edificio, armonía y combinaciones de distintas formas clásicas. Destaca también el Observatorio Astronómico en el Retiro, de cuatro frentes, ritmo palladiano y cúpula.
Escultura
La escultura neoclásica tuvo un gran prestigio, con sede en Roma, con una manifestación de obras completamente clasicistas, imitando a la cultura griega, con eliminación de rasgos individuales, pero hieratismo con contornos, formas suaves, equilibrio y sobriedad. La imitación del arte clásico se hace visible por la talla de las esculturas, en las que estaban esculpidas en bronce o piedra, sin policromía, talladas a bulto redondo y exentas. Su principal escultor es Antonio Canova, el más importante del arte neoclásico, que se basa en las figuras clásicas dándoles sensualidad, paño mojado, gran calidad y elegancia. Sus esculturas están realizadas en la primera mitad del siglo XVIII, como Eros y Psique, que no se parece a sus otras tallas que hace el autor, pero hace referencia al arte clásico como en todas sus obras. Otra es la Venus Itálica, en la que se representa saliendo del baño utilizando la técnica de paños mojados con movimientos. Las Tres Gracias, que representan a tres diosas como en el cuadro de Rubens, con una diferencia, que es que están representadas de frente. Otras obras importantes fueron Dédalo e Ícaro, en la que gana un premio para irse a Italia, y por último Teseo y el Minotauro, representación mitológica en la que representa el triunfo de la humanidad. También cabe destacar otros monumentos sepulcrales como el de la archiduquesa María Cristina de Austria y la de Napoleón, representado como dios de la guerra.
Pintura
En la pintura neoclásica se intentaba transmitir valores morales con un triunfo en 1780, gestos teatrales, visión frontal, dominio del color, composición equilibrada y geometría simple. Destaca artistas como Jacques-Louis David, que pintaba para el pueblo y usaba la luz, y precisión. Sus obras están realizadas en la primera mitad del siglo XVIII, con pinturas como El rapto de las Sabinas, que da mensaje de reconciliación nacional. Con esta obra, poco después es nombrado pintor del imperio, haciendo La muerte de Sócrates, en la que las figuras de forma paralela al plano; Asesinato de Marat; y La coronación de la emperatriz Josefina, siendo su principal composición El juramento de los Horacios, de 1784, que representa la escena del juramento con su padre.
Romanticismo y Realismo
El romanticismo y el realismo en pintura se enmarcan en la etapa del Imperio de Napoleón, época en la que la Restauración e Industrialización en el siglo XIX, en la que se caracteriza por el retroceso al Medievo del romanticismo, en la que la nación realza con el surgimiento de nacionalismos, reclamo de libertad y expresa sentimientos como el amor, con un desacuerdo en 1850 entre el neoclasicismo y románticos, emergiendo así el realismo con una Revolución Industrial pronunciada.
La pintura romántica se caracteriza por el uso de distintas técnicas como la pincelada suelta y expresiva, uso de óleos, acuarelas, grabados y formas delicadas, luz protagonista y composiciones dinámicas con líneas curvas, temática diversa como paisajes, naturaleza y manifestaciones nacionalistas, como el pintor Eugène Delacroix, pintor romántico al que le fascina Velázquez, Rubens y Rembrandt, con una pasión por Asia, representante del liberalismo y orientalismo. Una de sus obras es La matanza de Quíos, con movimiento, carga sentimental y expresiva, con perspectiva en los escorzos en los vencidos y desaliento en sus caras, con colores oscuros y una composición clásica. La muerte de Sardanápalo, en la que aparece en la parte superior del lienzo observando la carnicería con un color fuerte por los rojos y un tema trágico y agobiante. Y el óleo más famoso es el de La libertad guiando al pueblo, que representa a una mujer guiando al pueblo francés hacia la libertad por la Revolución, en la que sujeta la bandera francesa. Predomina un color llamativo y la luz se hace intérprete del cuadro, siendo romántica y realista, que representa la lucha social del momento.
Arquitectura del Siglo XIX
La arquitectura del siglo XIX se sitúa en Europa por una gran industrialización y la arquitectura tiene que avanzar de forma rápida y barata con el uso de hierro, cemento y todo tipo de material resistente y barato, haciendo que las ciudades crezcan, creándose barrios de distintos estamentos sociales, proyectando grandes avenidas y nuevas construcciones. En Francia destaca Haussmann.
Nace así el historicismo en la primera mitad del siglo XIX, retrocediendo al arte antiguo como el gótico, románico y egipcio con un sentimiento romántico y su arquitectura es el eclecticismo. Cabe destacar edificios como el Pabellón del Príncipe de Gales, de 1850, cuyo arquitecto es John Nash. Este edificio tenía carácter indio por sus cúpulas y ornamentación, uso del hierro, arcos, terminaciones en punta, todo de gran creación, fantasía, además de unos interiores ricos.
El Parlamento de Londres, otra estructura arquitectónica de 1835, por Charles Barry. Esta gran construcción tiene un trazado clásico convertido a un neogótico, siendo innovador, jugando con la verticalidad y horizontalidad del arte gótico, tejados a dos aguas en pizarra, ventanales amplios y un estilo propio del gótico nacional inglés.
En España también existe un edificio neoclásico como es el Congreso de los Diputados de Madrid, atribuido a Narciso Pascual y Colomer, con una fachada y pórtico monumental hexástilo de orden corintio rematado con un frontón triangular decorado con bajorrelieve y escrito en la cornisa.
También cabe destacar la Basílica de Covadonga, de 1877, de Federico Aparici, de estilo neorrománico, de tres naves, siendo la central más alta que las laterales. Y por último, el Arco de la Estrella de París, del año 1836.
Arquitectura del Hierro
En la segunda mitad del siglo XIX, lo más usado era el hierro junto con el acero y el vidrio, alternándose y haciendo construcciones gigantescas y ligeras con diversidad de usos, y las representaciones se hacían en Exposiciones Universales, adelantándose a lo que se avecinaba en el siglo XX. Edificios destacados como el Palacio de Cristal de Londres o la Galería de Máquinas de París, que son las dos grandes arquitecturas europeas por su industrialización y progreso tecnológico. Una de las obras más famosas es la Torre Eiffel, de 1887, llamada así por el mismo arquitecto, de más de 300 m de altura, y es el símbolo de Francia, además de su innovación técnica y su avance en la ingeniería, desafiando a todo pronóstico.
En Chicago se encuentra la escuela del mismo nombre que la ciudad y los almacenes Carson, siendo edificios estéticos con armonía arquitectónica con aires clasicistas, aunque por dentro tenían un armazón de hierro, muros macizos y vanos con cristaleras, realizados por Louis Sullivan.
Rodin
Auguste Rodin nace en París en el siglo XIX, en época impresionista, que es un movimiento pictórico con técnicas lumínicas, proponiéndose una renovación técnica en todas las técnicas y expresiones. En 1880 hace La puerta del Infierno del Museo de Arte de París, en el que representa diversos relieves, fondos turbulentos y escarpados en la que representa los condenados que ascienden y caen. Arriba observamos tres hombres desnudos llamados Las Sombras, y en el centro se ve a Dante convertido en su Pensador.
El Pensador, de 1904, representa a un hombre meditando. La luz y modelado es impresionista, como formas, materia, texturas, con rasgos expresionistas.
En 1884 hace Los burgueses de Calais, que representa una parte de la Guerra de los Cien Años. También hace un monumento a Balzac en 1897, siendo una gran figura con planos amplios y el intento de transmitir la personalidad, pero no cuajó en los ciudadanos. El beso es una de las obras más famosas, de 1886.
Rodin era un gran escultor con la característica del non finito, se diluye el beso, siendo el más representativo del siglo XIX y XX, teniendo una gran capacidad de ver más allá y con el arte que residía en el interior.