Historia de Tarraco: la ciudad romana en la península Ibérica

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Los romanos llegaron a lo que ahora es Tarragona al inicio de la segunda guerra púnica (218 a.C.), cuando Cneo Cornelio Escipión, para afianzar la nueva dominación romana desde Empúries hasta el río Ebro, atacó un campamento cartaginés situado en el borde de un poblado ibérico llamado Kese, en la parte baja de la actual Tarragona, cerca del mar. Poco después Tarraco se convirtió en la principal base de invernada de los ejércitos romanos de Hispania, comandados por los hermanos Escipión, y, muertos estos, por Publio Cornelio Escipión el joven. Por eso Plinio calificó la ciudad de Scipionum opus, obra de los Escipiones (Historia natural, III, 4, 21). El campamento militar se situó arriba de la colina que dominaría la futura área de la ciudad y se rodea de una sólida muralla.

Acabada la segunda guerra púnica, Tarraco siguió siendo una base militar fundamental en la consolidación y la extensión del poder romano sobre la península Ibérica, gracias a su posición estratégica de puerto próximo al Ebro y en las islas Baleares, bien comunicado con Italia y con la Meseta castellana. Durante los primeros dos siglos de existencia la ciudad debió tener el estatus de federada, y no fue hasta la segunda mitad del siglo I a.C. que adquirió la categoría de colonia con el nombre oficial de Colonia Iulia Vrbs Triumphalis Tarraco. Asimismo se convirtió en capital de la extensa provincia de la Hispania Citerior Tarraconense, además de su propio conuentus o distrito judicial. El reconocimiento de su capitalidad, que hasta entonces debió ser ejercida sólo de facto, implicó el interés de Roma por monumentalizar Tarraco a fin de aumentar su prestigio y hacer un centro difusor de la propaganda imperial.

El primer proyecto, ejecutado en época de Augusto, comprendió la reforma del foro de la ciudad y el teatro, ambos en la parte baja, cercana al puerto. El segundo programa fue bastante más ambicioso: de un inmenso complejo en la parte alta de la Tarraco formado por el circo y por un nuevo foro destinado a las necesidades de la provincia. Poco después el proceso se culminó con la edificación del anfiteatro a principios del siglo II d.C.

Es la estructura típica de las fundaciones romanas. Tarraco, construida en la ladera de una colina que descendía hasta el mar, se escalonan en una serie de grandes terrazas. El circo ocupaba todo una y media parte de la ciudad: en las dos superiores se edificó el foro provincial (en una el templo y en la otra la plaza de representación), mientras que los niveles inferiores, que bajaban hasta el puerto, eran las áreas residenciales, con el foro de la colonia ubicado en el extremo suroeste de la ciudad, en vez de ocupar un espacio más central como era costumbre. Las exiguas restos de una calle (decumanus) perteneciente a la área residencial inmediata a la basílica hacen pensar que el trazado viario era ortogonal. Si tomamos como modelo esta casi única muestra debemos suponer que las calles hacían una fuerte pendiente, estaban empedradas y disponían de cloacas. Los edificios que se observan son modestos: una casa con un pequeño peristilo y algunas tabernae (establecimientos comerciales), una de ellas con vivienda en la trastienda. El puerto, el teatro y el anfiteatro quedaban fuera muralla. Tres acueductos proveían de agua la ciudad.

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