Iberia Prerromana y la Romanización: Conquista y Legado Cultural

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Culturas Prerromanas y Colonizaciones Mediterráneas en Iberia

Culturas Indígenas Ibéricas (Edad del Hierro)

Durante la Edad del Hierro se configuraron en la Península Ibérica varias culturas indígenas, denominadas genéricamente ibéricas, que acabaron siendo asimiladas por la cultura superior romana. Se distinguen tres zonas principales:

  • Sureste-Nordeste: Pueblos agrícolas con cierto desarrollo urbano, sociedades aristocráticas y cultos funerarios.
  • Noroeste de la Meseta y Montañas del Norte: Pueblos ganaderos, menos civilizados, que resistieron a la conquista.
  • Nordeste de la Meseta: Considerados los más difíciles de someter, practicaban el bandolerismo y eran mercenarios.

Llegada de Pueblos Mediterráneos

Desde el siglo VIII a. C. llegaron a la Península diversos pueblos procedentes del Mediterráneo oriental en busca de metales y otras mercancías:

  • Fenicios: Fueron los primeros (siglo VIII a. C.) y fundaron colonias en la costa mediterránea como Gades (Cádiz), Malaca (Málaga) y Sexi (Almuñécar). A cambio de metales, introdujeron manufacturas de lujo y entraron en contacto con Tartessos, una rica cultura autóctona asentada en el bajo Guadalquivir.
  • Griegos: Llegaron en el siglo VII a. C. y fundaron colonias como Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas).
  • Cartagineses: Se introdujeron a partir del siglo VI a. C. y rivalizaron con los griegos por el control comercial. Su principal fundación fue Cartago Nova (Cartagena). Su presencia militar y política se hizo dominante hasta ser derrotados por los romanos en la Segunda Guerra Púnica.

Conquista y Romanización de la Península Ibérica

La Conquista Romana (218 a. C. - 19 a. C.)

La conquista romana de la Península Ibérica fue un proceso largo y complejo que se prolongó desde el año 218 a. C. hasta el 19 a. C. Se realizó principalmente en tres grandes etapas:

  1. Segunda Guerra Púnica (218-201 a. C.): Iniciada como un conflicto entre Roma y Cartago, los romanos, liderados por figuras como los Escipiones, se aliaron con algunos pueblos y reyezuelos ibéricos para derrotar a los cartagineses y expulsarlos de la Península.
  2. Guerras Celtíberas y Lusitanas (155-133 a. C.): Tras la expulsión cartaginesa, Roma buscó consolidar su dominio sobre el interior. Se enfrentaron a una fuerte resistencia de pueblos como los celtíberos (con episodios célebres como el asedio de Numancia) y los lusitanos (liderados por Viriato). La victoria romana significó el control efectivo del interior peninsular y el establecimiento de una presencia militar permanente.
  3. Guerras Cántabras y Astures (29-19 a. C.): El emperador Augusto dirigió personalmente las campañas finales para someter a los belicosos pueblos del norte (cántabros y astures), los últimos en ser incorporados al Imperio. Con su derrota, Roma hizo coincidir los límites geográficos de la Península con los límites políticos del Imperio Romano.

El Proceso de Romanización

Simultáneamente a la conquista militar, se desarrolló el proceso de romanización, es decir, la asimilación paulatina de la cultura, la lengua (el latín), las leyes (el Derecho Romano) y las formas de vida romanas por parte de las poblaciones autóctonas.

Este proceso fue desigual:

  • Fue más intenso y rápido en la costa mediterránea y en el valle del Guadalquivir (la Bética), zonas con mayor contacto previo con culturas mediterráneas y de mayor interés económico para Roma.
  • Fue más débil y lento hacia el interior, el norte y el oeste, donde las estructuras sociales y culturales indígenas eran más resistentes.

Los principales instrumentos y manifestaciones de la romanización fueron:

  • Las ciudades: Fueron el principal foco de difusión de la cultura romana. Roma fundó nuevas ciudades (colonias) y transformó las existentes en municipios, dotándolas de infraestructuras (calzadas, puentes, acueductos, cloacas, teatros, anfiteatros, templos, foros, termas) y de un estatus jurídico similar al de la propia Roma.
  • La red de calzadas: Una extensa red viaria que comunicaba las principales ciudades y regiones, facilitando el comercio, el movimiento de tropas y los contactos culturales.
  • El ejército: El servicio militar fue una vía de romanización para muchos indígenas.
  • El latín: Se impuso como lengua de la administración, la cultura y el comercio, desplazando gradualmente a las lenguas prerromanas.
  • El Derecho Romano: Reguló las relaciones privadas y la organización política y social.
  • La religión: Los romanos practicaron el sincretismo religioso, asimilando dioses locales, pero también introdujeron sus propios cultos, como el dedicado a la Tríada Capitolina (Júpiter, Juno y Minerva) y, especialmente, el culto imperial (al emperador divinizado), que actuó como elemento de cohesión política.

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