La industria en España: retos y oportunidades en el siglo XXI

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España es un país integrado en el conjunto de los países industriales del mundo. Sin embargo, el desarrollo de la actividad industrial en España no alcanzó un nivel notable hasta la segunda mitad del siglo XX. La crisis industrial de 1973-1974, que evidenció la necesidad de cambiar los sistemas de producción, coincidió con la revolución tecnológico-informática o tercera revolución industrial. Se desarrolló una nueva etapa denominada postindustrial o informacional, que dio lugar a nuevos modelos de empresas con una importancia creciente de las nuevas tecnologías, la innovación e investigación (incorporación de las TIC, automatización en las fábricas y nuevas materias primas como la fibra de vidrio). El ingreso de España en la Unión Europea (1986) supuso el final del proteccionismo y la apertura del mercado a la competencia exterior, lo que provocó una reconversión industrial, una modernización y el cierre de muchas industrias no competitivas.

Problemas estructurales (dimensión, I+D+i, tecnología)

La industria española presenta diversos problemas estructurales que afectan negativamente a su competitividad frente a la economía europea y global:

  • Existe un escaso número de grandes empresas. Dominan las pequeñas y medianas empresas (PYMES) +90%, las cuales tienen la ventaja de adaptarse mejor a las demandas del mercado y presentar menos conflictos laborales. Sin embargo, las PYMES no permiten hacer economías de escala, ni grandes inversiones en nuevas tecnologías.
  • La productividad industrial es inferior a la de la Unión Europea, lo cual incrementa el costo laboral. La aplicación de innovaciones derivadas de las TIC mejoraría la productividad, pero el gasto español en este sentido, está muy por debajo del de la UE.
  • El nivel de intensidad tecnológica es bajo, y el porcentaje de inversión en I+D+i es insuficiente. Invertimos menos que otros países de la UE y la inversión que existe está muy concentrada en las grandes ciudades como Madrid, Barcelona o Bilbao. Además, cabe señalar que hay una escasa transferencia de la investigación de las universidades a las empresas. Todo esto provoca una balanza tecnológica deficitaria: las principales empresas de automóviles, maquinaria eléctrica, aparatos electrodomésticos y productos farmacéuticos fabrican con patentes extranjeras, que son un enorme gasto para España que debe pagar por su aplicación.

Es fundamental, por lo tanto, dedicarle un porcentaje más elevado del PIB a I+D+i y fomentar la mejora del sistema educativo y la formación técnica laboral. Por último, existe una excesiva orientación de la industria al mercado interior.

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