El Infierno de Dante: Un Vistazo al Canto III de la Divina Comedia

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El Canto III de la Divina Comedia comienza abruptamente. El Canto II aporta algunos datos para comprender el viaje que se inicia, en una conversación entre Virgilio y Dante. Virgilio le explica la razón por la que está allí, adónde irán ahora y quién lo envió, con qué fin, sin explicar con mayores detalles.

El Canto III comienza con una cita entre comillas, desconcertando en una primera instancia al lector. Solo después de leer los tercetos nos damos cuenta de que ningún ser vivo está hablando. Lo citado es una inscripción en la puerta más importante de todas: la del Infierno. Por lo tanto, aparece una personificación ("Por mí se va...") a modo de advertencia. La puerta anuncia al nuevo inquilino que ingresa al Infierno, lugar de sufrimiento, de dolor, de lo terrible y de eternidad.

La descripción de la puerta nos muestra hacia dónde se dirigen Dante y su maestro: a un Infierno caracterizado como "ciudad doliente" o "eterno dolor". Ambas citas corresponden a cualidades presentes en el ámbito en el que se moverán los personajes. La caracterización del Infierno como "ciudad doliente" o "ciudad de dolor" corresponde a una noción de organización. No es cualquier espacio de dolor, sino que es un espacio creado para generarlo.

Al hablar de "ciudad" implica referirnos a una organización pensada de antemano por alguien (Dios). Se plantean las normas de antemano: el hombre tiene libre albedrío para actuar como guste, pero sin desviarse de las normas y transgredirlas, sino podría ser castigado.

La puerta, en síntesis, podría dar dos explicaciones: una espacial ("ciudad doliente") y una temporal ("eterno dolor"). Parecería que la puerta está justificando su existencia. Finalmente, en el tercer verso nos muestra con quiénes nos encontramos: con los condenados, presentados a partir de la expresión metafórica "la gente perdida". Podemos decir que están perdidos, apartados de su senda verdadera, ya trabajado a lo largo del Canto I. El término "perdido" es potente, dado que las almas se perdieron por apartarse del camino divino.

El segundo terceto contiene la justificación de la creación de la puerta y, en definitiva, del Infierno. En esa justificación se destaca la idea de justicia, justicia con quienes optan por seguir su camino apartado de Dios. El primer verso de los citados nos muestra la eternidad del Infierno, dado que la ciudad de dolor proviene de tiempos inmemoriales; siempre existió el Infierno y, por ende, la puerta.

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