Inteligencia Emocional: El Equilibrio entre Razón y Emoción
Clasificado en Psicología y Sociología
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El gran tema de este siglo es la racionalidad, consecuencia de los excesos que pretendían pensar en un ser humano puramente racional. Nietzsche nos reconcilió con nuestra biología al invertir los valores apreciados por la tradición racionalista. La esencia del ser humano es instintiva, animal. En la pasión, el ser humano se encuentra y afirma lo que es. Esta solo es una esclavitud cuando se admite que la razón tiene que gobernar.
La Estructura Tripartita de la Mente según Freud
Para Freud, nuestra mente tiene una estructura tripartita donde conviven elementos de naturaleza heterogénea:
- El Ello (Id): Representa el animal lascivo que todos llevamos dentro, que plantea exigencias de sexo y agresividad, y que se mueve por el principio del placer.
- El Superyó (Super Ego): Se configura como el conjunto de normas morales y sociales que entran en conflicto con la animalidad, reprimiéndola. Es el deber frente al querer, la conciencia moral frente a la vehemencia de las pasiones. Se rige por el principio de autoridad.
- El Yo (Ego): Es el sujeto racional que se mueve por el principio de la realidad y que tendrá que conciliar a los otros dos elementos. El Yo se define por el resultado del choque entre dos fuerzas que lo determinan. Más que un árbitro con poder de decisión, el Yo queda relegado al papel de campo de batalla donde los factores realmente decisivos libran su combate.
La Integración de Razón y Pasión
En la actualidad, razón y pasión tienden a integrarse, a completar la adecuada imagen de nuestra identidad. Ambas no tienen por qué ser excluyentes. La inteligencia como resolución de problemas, apoyada en la razón, es solo una parte de nuestra manera de enfrentarnos al mundo. Sin emociones, sin pasión, sin motivación, es decir, sin inteligencia emocional, no sabremos cómo vivir bien dentro de él.
¿Qué es la Inteligencia Emocional?
La inteligencia emocional es la habilidad de las personas para percibir, usar, comprender y manejar las emociones. Es decir, reconocer de forma consciente e identificar lo que sentimos, ser capaces de generar emociones y sentimientos que faciliten el pensamiento, integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales, dirigir y manejar de forma eficaz las emociones tanto positivas como negativas.