Jesús, el Dios compasivo y la comunidad de los discípulos

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Jesús, el Dios compasivo

Lo anunciaron los profetas y de ese modo lo reconocieron los Apóstoles que vieron en el Siervo de Yahvé. Él nos transmite dos enseñanzas:

  • El sufrimiento, la muerte y la resurrección suceden en el nombre de la humanidad pecadora
  • El sufrimiento de Jesús y su muerte es fruto del amor

Jesús, el consuelo y la esperanza

Tenemos un Dios que nos acompaña y sufre con nosotros, esto nos debe consolar y dar esperanza. Jesús, con su sufrimiento, muerte y resurrección, nos ha redimido y ha obtenido la salvación de Dios. Él es el Mesías anunciando: entregando según el preciso designio de Dios. La ley evangélica nos infunde el Espíritu Santo para acercarse a los que sufren y ser compasivos.

Juan el Bautista

Es hijo de Zacarías e Isabel, prima de la Virgen María. Tuvo una vida pobre y predicó la inminencia del Reino de Dios. Juan bautizó a Jesús y cuando salió del agua, se abrieron los cielos y se oyó la voz de Dios.

La comunidad de los discípulos

Jesús comenzó a fomentar un grupo de discípulos para recorrer Galilea, eran los doce Apóstoles que difundían mensajes de salvación después de ser testigos de la Resurrección. Jesús otorgó a Pedro una función, construyó la Iglesia y le dio las llaves del Reino de los cielos. Jesús concedió a los Apóstoles los poderes de enseñar con su nombre, perdonar los pecados y celebrar la Eucaristía.

La iglesia, pueblo de Dios

Los hombres y mujeres son fieles cristianos que siguieron a Jesús. Los sucesores de los Apóstoles son los obispos que anuncian el Evangelio y guían al pueblo de Dios. El Papa, como sucesor de Pedro, es el cabeza del colegio episcopal y pastor de la iglesia.

Las Bienaventuranzas

  • Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
  • Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.
  • Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
  • Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.
  • Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán la misericordia.
  • Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
  • Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
  • Bienaventurados los perseguidos por causas de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

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